El pompón en los gorros de invierno: razón de ser, tradición, arte y guiño de vanguardia

Aunque podría parecer un mero adorno, este detalle de una de las prendas más apreciadas de los meses fríos no es un simple detalle copiado a los gnomos del bosque.

Una mujer con un gorro de lana.
Una mujer con un gorro de lana.
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El desplome de las temperaturas en los primeros días del año en España remitió en esta tercera semana del mes, con un regreso de los termómetros al otoño más benigno, y en ese vaivén toca nuevamente frío, por lo que el desfile de gorros va a poblar nuevamente las calles muchas veces con su pompón incluido. Estos accesorios de lana con pompón son los más populares y, aunque parezca un simple adorno, esta bolita en los gorros tiene un origen muy curioso que no todo el mundo conoce. 

Los gorros de estibador, ceñidos al cráneo y carentes de adornos, se pusieron de moda en los 90 y han ido regresando a los paisajes urbanos, pero el pompón nunca ha muerto y sigue reivindicado por los amantes de lo vintage, que muchas veces unen fuerzas con las ropas más tradicionales. Y no, no es un mero motivo estético lo del pompón de los gorros de lana. Una de sus finalidades, según apuntan las principales hipótesis al respecto, tiene que ver con la seguridad de quien lleva el gorro. 

Para qué es el pompón del gorro 

Una de las teorías más extendidas sobre el pompón viene de los vikingos y se remonta al siglo VIII. Feyr, dios de la lluvia, del sol naciente y de la fertilidad, fue representado en una estatuilla hallada en Södermanland (Suecia) en 1904 con un pompón en su casco.

Algunos historiadores apuntan a que este motivo era para quitarse el casco con más facilidad. Otra teoría, más vinculada estéticamente con el pompón actual, alude a la gorra Monmouth, común en el siglo XVI inglés entre soldados y marineros.

La teoría más curiosa llega de Francia y está más cercana en el tiempo (siglo XIX). Al parecer, en 1858 un soldado de la marina francesa sufrió un grave accidente en un barco tras una ola traicionera; el militar se golpeó con la cabeza en el techo de la embarcación y la emperatriz Eugenia le ofreció un pañuelo al marino para detener la sangre que brotaba de su cráneo. 

El pañuelo quedó completamente encarnado, pero el gesto caló hondo entre los presentes, que lo contaron como un gesto magnánimo de tan alta dama, que sin duda empleaba un pañuelo fino. Así, se decidió colocar una borla roja (el color, en homenaje al gesto de la emperatriz) para proteger la cabeza de los marinos, amortiguando con ella los golpes en la cabeza producto de los golpes de mar.

 

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