Un alumno pobre tiene cuatro veces más posibilidades de repetir que uno rico

La pertenencia a un estatus socioeconómico modesto rebaja un 16% de media la nota de los estudiantes españoles.

El aula de una escuela, en una imagen de archivo
El aula de una escuela, en una imagen de archivo
Unsplash

La altísima tasa de repetición de curso es posiblemente el factor que más lesiona la igualdad de oportunidades, la equidad, del sistema educativo español. Sobre todo porque en España se ceba más que en ningún otro país desarrollado en los alumnos de familias pobres, lo que multiplica entre ellos el fracaso escolar y el abandono temprano de los estudios. Así lo certifica el análisis realizado por Esade y de Save the Children a partir de los datos y resultados de las pruebas PISA 2022, el test de conocimientos a alumnos de 15 años de la OCDE que permite comparar el funcionamiento de las escuelas e institutos de más de 80 países.

España es el cuarto país del mundo desarrollado con mayor tasa de alumnos de 15 años que al menos han repetido una vez. Es líder internacional en el uso de una herramienta lectiva que tanto Esade como Save the Children califican de "ineficaz e ineficiente" y que abogan por reducir a la mínima expresión, a los casos indispensables. En España son repetidores el 22% de los adolescentes, más de uno de cada cinco estudiantes de la ESO. Solo le superan Colombia, Bélgica y Países Bajos y la tasa española duplica tanto la de la OCDE como la de la UE, ambas sobre el 9,5%.

PISA 2022 confirma que la mayor flexibilidad en las evaluaciones finales acordada por el Gobierno tras el confinamiento y cierre de escuelas por la covid durante la primavera de 2020 ha provocado un descenso en la tasa de repetidores españoles, que bajó del 29% de 2018 al citado 22%, pero los expertos prevén que este cifra se estabilizará o crecerá si no hay un cambio sustancial de mentalidad y prácticas entre los equipos docentes.

La tasa de repetición ha descendido por la laxitud en las evaluaciones pospandémicas, pero no así la proporción de sus principales víctimas, los alumnos más desfavorecidos. En España ser un adolescente hijo de una familia pobre y con baja formación significa tener cuatro veces más posibilidades de perder algún curso durante la Primaria y la ESO que si los padres tienen un alto estatus socioeconómico. Es prácticamente el mismo porcentaje de 2018 (ahí no se mejorado nada) y también la proporción de inequidad en la repetición más alta de Europa y la OCDE, solo empatados en la cúspide del ranking con Eslovaquia. Entre nuestros socios y países homologables la posibilidad de que los desfavorecidos repitan más es justo de la mitad que en España.

El estatus socioeconómico no es el único factor que favorece en España la repetición, pero sí el más determinante. También un factor destacado el género. Los chicos tienen el doble de posibilidades de ser repetidores que ellas, una tasa también superior a la de UE y el quinto país de la OCDE con más brecha de género. El tercer elemento de riesgo es el origen familiar inmigrante, que duplica las posibilidades, pero aquí la tasa es más baja que la media internacional.

El estatus socioeconómico es, de hecho, la variable que más condiciona los resultados académicos a la vista de las notas de PISA. Solo el condicionante de ingresos y cultura familiar, que sea más bajo o más alto, se traduce en una diferencia del 16% de la nota obtenida, una sexta parte. Esta tasa indica que la escuela española tiene una grado bueno de equidad, similar al de 2018, y un poco mejor que la OCDE.

Segregación de inmigrantes

A favor de este dato juega el hecho de que los alumnos inmigrantes españoles sacan mejores notas de media que los de la OCDE. Porque en España, en contra de lo que muchos piensan, el lugar de origen o la etnia de un estudiante no es lo que lastra sus resultados académicos sino el hecho de que entre los chicos de familias extranjeras hay más proporción de desfavorecidos que entre los nacidos en España. Los adolescentes inmigrantes que viven en España sacaron de media 32 puntos menos que los naturales del país, pero si se descuenta el factor socioeconómico la diferencia se reduce a seis puntos. La brecha es tres veces menor que la media de la OCDE.

El análisis se para también en analizar la segregación escolar, el grado de separación o concentración de desfavorecidos en algunos colegios e institutos. España da una de cal y otra de arena. La segregación de tipo socioeconómico se ha reducido en España un 10% desde 2018 y está entre las más bajas, con excepción de Madrid. La segregación de inmigrantes, por contra, se ha disparado un 39%.

Los autores del estudio recomiendan una batería de medidas para mejorar la equidad de la escuela española. Intensificar las tutorías y clases de refuerzo de grupos reducidos dentro y fuera del horario escolar, aumentar el acceso a la educación de cero a tres años de los más desfavorecidos, formar al profesorado en alternativas a la repetición, reducir la segregación escolar de inmigrantes y gitanos asegurando la gratuidad efectiva de la escuela concertada y una mejor planificación de la oferta, generalizar las becas de material, comedor y transporte para los más pobres y dotar de recursos extra y de ratios más bajas a los centros con más concentración de alumnos desfavorecidos.

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