La Tierra ya está en peligro

Científicos de todo el mundo advierten de que peligra su salud y señalan como culpables a la calidad del agua, del aire, al calentamiento...

El ciclo de luz-oscuridad que tiene lugar cada 24 horas marca el ritmo del sueño, la alimentación, la digestión, las hormonas...
Planeta Tierra
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"La Tierra ya está en peligro". Esta es la preocupante conclusión a la que han llegado cuarenta investigadores de todo el mundo en un estudio publicado en 'Nature' y en el que por primera vez se cuantifican los "límites seguros y justos" para la salud del planeta. El peligro no viene solo por el cambio climático. Los expertos responsables de este trabajo, pertenecientes a la llamada 'Comisión de la Tierra' (Earth Commission, en inglés), han identificado otras cuatro áreas relacionadas entre sí que también deben ser vigiladas: biodiversidad, calidad del agua dulce, fertilizantes y contaminación del aire. Y han detectado que en la mayoría de ellos ya se han superado los límites aceptables.

"Los resultados son preocupantes: ya se han transgredido varios límites. A menos que ocurra una transformación, es muy probable que los puntos de inflexión irreversibles y los impactos generalizados en el bienestar humano sean inevitables. Evitar ese escenario es crucial si queremos asegurar un futuro seguro y justo para las generaciones actuales y futuras", advierte el profesor Johan Rockström, uno de los autores del trabajo y director del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam.

Se ha demostrado que el ser humano es el responsable del calentamiento global experimentado en los últimos 200 años. Los gases de efecto invernadero -fundamentalmente la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas- actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas a un ritmo más rápido que en los últimos dos milenios. De hecho, cada una de las cuatro últimas décadas ha sido más calurosa que cualquier otra desde 1850. Sus efectos son bien conocidos: sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas, disminución de la biodiversidad.

Actualmente, el incremento global de la temperatura se sitúa en 1,2 grados al año, lo que superaría el límite ideal, que estos expertos sitúan en un grado.

Especies invasoras

Pero los investigadores subrayan que para un futuro seguro, el mundo necesita objetivos globales más allá del clima. En el caso de la biodiversidad -la variedad de seres vivos en el planeta-, los objetivos se incumplen en un porcentaje que calculan de entre el 40% y el 50%. Las causas están bien identificadas: "El cambio en los usos del suelo, la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación, la propagación de especies invasoras y el calentamiento global". El límite seguro y justo pasaría por que entre el 50% y el 60% de la superficie terrestre fueran espacios naturales. Y en el caso de los espacios ocupados por el ser humano, deberían tener "al menos un 20% o 25% de hábitat seminatural por kilómetro cuadrado".

La situación del agua dulce es igualmente preocupante, tanto por su calidad como porque millones de personas no tienen acceso a ella. Su escasez provoca efectos directos en los cultivos y, consecuentemente, en el suministro de alimentos. Respecto a su salubridad, el agua contaminada transmite enfermedades que pueden resultar mortales. Igualmente importante son las aguas subterráneas. Extraerlas en exceso puede afectar al caudal de los ríos, vitales para el planeta. El tope para las aguas superficiales pasaría por no alterar los sistemas fluviales más de un 20% -en la actualidad, ese porcentaje se sitúa en el 34%-. Para las subterráneas, el objetivo sería "no extraer más de la tasa de reposición anual del lugar de origen".

Aerosoles

Los fertilizantes, especialmente el nitrógeno y el fósforo, se utilizan en la agricultura para mejorar los rendimientos de las cosechas. Sin embargo, su uso excesivo puede degradar el ecosistema y afectar a la biodiversidad. En el extremo opuesto, su escasez en algunas partes del mundo no permite asegurar un suministro seguro de alimentos. En otras palabras, los países ricos abusan de ellos y los países pobres necesitarían más.

Otro indicador de la salud del planeta es la contaminación del aire por los aerosoles. La mayor parte de estas partículas suspendidas en el aire proceden de la naturaleza -los volcanes, por ejemplo-. Es en zonas pobladas donde predominan los de origen humano, originados por las emisiones de los coches o de las industrias. En el hemisferio norte, con más masa de tierra y mayor población, la contaminación es mayor, lo que podría provocar un desequilibrio con el hemisferio sur.

A su vez, esto podría alterar los patrones de lluvia y afectar a fenómenos meteorológicos como los monzones -las temporadas de fuertes lluvias que afectan a algunas partes del planeta-. Todos estos cambios podrían desatar el riesgo tanto de inundaciones como de sequías. A nivel global, los expertos proponen la cifra de 0,15 microgramos por centímetro cúbico de diferencia media anual entre ambos hemisferios.

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