Descarbonización: retos y alternativas para lograr las cero emisiones

Transformar el modelo productivo y energético es clave para descarbonizar la economía, uno de los grandes objetivos de la Unión Europea.

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El reto es claro, pero también ambicioso: lograr que el 100% del consumo final de energía se cubra con renovables para 2050. Este es el objetivo que establece la Unión Europea bajo el paraguas del Acuerdo de París para combatir el cambio climático. Un desafío, el de descarbonizar la economía, en el que coinciden numerosos expertos pero que implica una transformación profunda en los modelos productivos y energéticos actuales.

Es por ello que un gran número de empresas, instituciones y entidades de diversos ámbitos desarrollan con regularidad iniciativas en servicios como el transporte, la movilidad, la construcción, los sectores agrícolas y ganaderos o la industria, claves todos ellos para lograr el cambio que necesita el planeta para sobrevivir.

En esos proyectos destacan los de concienciación sobre el uso de alternativas al carbón, al que se considera un importante factor causante de la contaminación local y el cambio climático y que está detrás del 44% de las emisiones mundiales de CO2. Así, las renovables están llamadas a jugar un papel decisivo en el desarrollo económico de los países. Un apartado en el que los profesionales dedicados a ello reclaman medidas como una legislación que facilite su uso, así como incentivos fiscales y para las inversiones.

El carbón influye en el cambio climático hasta el punto de causar el 44% de las emisiones de CO2
  • mesa redonda sobre descarbonización

    Tres representantes de la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza, Coca-Cola y Climaelec debatieron acerca de cuáles son los retos de la Comunidad en materia de descarbonización, cómo las empresas la afrontan en su actividad y en sus procesos productivos y en qué áreas es crucial innovar y avanzar.

Hidrógeno: una alternativa al carbón

En la agenda de todos está el compromiso de reducir el consumo de hidrocarburos naturales, que serán sustituidos por otros sintéticos o por gases limpios, como el hidrógeno, cuando estos alcancen precios competitivos. De hecho, el hidrógeno renovable se está haciendo hueco como uno de los grandes vectores energéticos a largo plazo, debido a que no genera emisiones contaminantes. No en vano, se trata de un combustible limpio que multitud de actores del ámbito consideran que puede revolucionar la cadena de suministro energético.

Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer para construir una infraestructura del hidrógeno y convertirlo en una fuente de energía asequible y fiable. Una meta que incluye desarrollar una forma de almacenarlo, que actualmente es cara y genera dudas sobre su eficiencia. No obstante, el almacenamiento geológico podría cambiar próximamente las reglas del juego debido a la gran capacidad que permite.

Cabe destacar que España, además de aspirar a producir una quinta parte de la producción europea de hidrógeno verde para 2030, ambiciona con ser uno de los ‘hubs’ centrales de entrada de este elemento en el continente. Además de contar con el 20% de los proyectos de hidrógeno renovable a escala mundial, la península ibérica tiene potencial para transformarse en paso obligado para la producción de las potencias energéticas como Marruecos, Argelia, Brasil o Chile. 

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