Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cosas de la vida

A las plantas les afecta la anestesia

Los científicos están investigando cómo los anestésicos actúan en las plantas para entender mejor por qué estos compuestos nos anulan la consciencia.

Al rozar las hojas de la mimosa, se pliegan rápidamente
Al rozar las hojas de la mimosa, se pliegan rápidamente

En 1846 se utilizó por primera vez gas éter para anestesiar a un paciente durante una operación. Desde entonces, se han descubierto bastantes compuestos químicos que anulan nuestra consciencia, pero cómo lo hacen sigue siendo un tema de estudio. Aunque sabemos que afectan a las neuronas, no está tan claro el lugar exacto dentro de la célula. Así, llevamos más de 150 años alterando nuestra consciencia, encendiéndola y apagándola con un interruptor cuyo mecanismo de acción no está del todo esclarecido.

Lo curioso es que los anestésicos también afectan a seres vivos que ni siquiera tienen neuronas: las plantas. Un psicólogo francés llamado Claude Berdard, realizó varios experimentos con anestesia justo antes de morir en el año 1878. En uno de ellos, quiso ver el efecto que podía tener el gas éter en la mimosa (Mimosa pudica), una planta muy peculiar porque, al rozar mínimamente sus hojas, estas se pliegan rápidamente. Berdard comprobó que la mimosa dejaba de responder bajo el efecto del gas éter. Había anestesiado a una planta. 

A partir de 1900, la anestesia se empezó a usar en estos seres vivos con fines comerciales. Por ejemplo, los jardineros se dieron cuenta de que, si daban cloroformo a las lilas, estas adelantaban el momento de la floración y las podían vender por navidad. Como la mayoría de las flores, las lilas florecen en primavera, no en invierno, pero la anestesia les acorta la fase de latencia invernal.

En realidad, no nos debe extrañar que las plantas sean sensibles a la anestesia, ya que ellas mismas son las que producen muchas veces estos compuestos, especialmente bajo situaciones de estrés. Por ejemplo, el pino rojo (Pinus resinosa), cuando le falta agua, hiela o se le somete a otro tipo de factor perjudicial, produce etanol, que tiene un efecto anestésico. Actualmente, se conocen docenas de anestésicos que se han extraído de plantas.

Estas evidencias parecen indicar que, como concluyó Berdard en su trabajo, “los animales y las plantas deben compartir una esencia biológica que se vea interrumpida por la anestesia”. 

A lo largo de la historia, los científicos han propuesto fundamentalmente dos hipótesis sobre dónde puede estar actuando la anestesia: en la membrana lipídica de las células o en proteínas concretas que se encuentran en esta membrana. La primera hipótesis surgió cuando se descubrió que la mayoría de los químicos que anulaban la consciencia tenían en común su facilidad para disolverse en lípidos, y, por tanto, también en la membrana de las células. Los científicos propusieron que el impulso nervioso en las neuronas podría verse afectado si había una cantidad suficiente de anestésicos disueltos en sus membranas.

Sin embargo, esta teoría empezó a perder fuerza con el auge de la genética, y muchos estudios se centraron en encontrar las proteínas sobre las que pudiera actuar la anestesia. En concreto, se sospecha que bloquean los receptores a los que se unen los neurotransmisores o los canales a través de los cuales los iones entran y salen de la neurona. El impulso nervioso se transmite entre neuronas gracias a los receptores, y viaja por la célula gracias al movimiento de iones. De esta forma, tanto si se bloquean los receptores como los canales, el impulso nervioso desaparece.

Las plantas carecen de neuronas, pero sus células también tienen canales de iones, receptores, neurotransmisores y membranas lipídicas. Por tanto, hay científicos que piensan que estudiar cómo afectan los anestésicos a las plantas puede darnos pistas sobre cómo actúan también en nuestro cuerpo. Incluso en una revisión sobre este tema publicada en 2021, los autores van todavía más lejos, pues concluyen que los anestésicos podrían ser una herramienta excelente para probar que las plantas no solo tienen cognición, sino también consciencia. Una hipótesis no exenta de polémica. 

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