Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Ciencia de andar por casa

¿Por qué los hombres engordan en verano y las mujeres no?

Durante la época estival -y generalmente también, aunque esa es otra historia-, los hombres acostumbran a comer más . El motivo es que en este periodo, el organismo de los varones pone en juego más grelina, la molécula que estimula el apetito, algo que no se da en las mujeres. Pero, ¿cuál es la causa subyacente de este 'exceso'? Como con la revolución copernicana, la clave está en no poner al hombre sino al sol en el centro de la cuestión.

Tomando el sol en Torremolinos (Málaga)
Tomando el sol en Torremolinos (Málaga)
Álvaro Cabrera / EFE

¿Por qué los hombres engordan en verano y las mujeres no? Y ya anticipo que la respuesta no es (al menos no en exclusiva) la operación bikini. ¿Y por qué los latinos echamos más barriga que los nórdicos y centroeuropeos? Y ya anticipo que la respuesta no es (al menos no en exclusiva) nuestra mayor querencia por socializar, con todo lo que ello conlleva de picoteo y terraceo.

¿Y por qué los vampiros lucen todos tan delgados? Y ya anticipo que la respuesta no es (al menos no en exclusiva) que se alimenten solo de sangre, que al fin y al cabo, dependiendo de quien sea el involuntario donante y de si hace poco que ha tomado su última cena -porque los vampiros siempre te chupan la sangre con nocturnidad-, puede estar saturada de grasas -los malditos triglicéridos- y azúcares.

En efecto, ninguna de las anteriores es la respuesta correcta. Tal y como un equipo internacional de científicos ha constatado, los verdaderos responsables de esos kilitos de más que los integrantes del sexo masculino habituamos a ganar en el periodo estival son el buen tiempo y el sol -o si se prefiere, nuestra querencia a exponernos a él, al contrario que los esbeltos vampiros-. Y más concretamente la fracción ultravioleta (UV) de la radiación solar.

Descubrimiento que invita a aseverar que la radiación UV solar es dañina por partida doble. Primero, y sobre todo, es perjudicial por su potencial actividad carcinogénica, motivada por su naturaleza de radiación energética y penetrante capaz de atravesar la piel, alcanzar el núcleo de las células subyacentes y dañar el ADN. Pero asimismo es perjudicial para nuestra línea y nuestra salud metabólica atendiendo a que nos hace engordar. Pero en realidad resulta más apropiado concluir que la radiación UV solar nos hace engordar como consecuencia de su capacidad carcinogénica.

Cómo funciona la sensación de hambre

¿Y cómo se come esta afirmación? Para abrir boca veamos cómo funciona, en una aproximación muy sintética, básica y simplificada, el apetito o si se prefiere, la sensación de hambre. El organismo produce y pone en circulación (sanguínea) una serie de moléculas -la mayor parte hormonas-, que actúan como mediadoras del apetito, siendo las dos más importantes la grelina, un péptido (para los más despistados: un péptido es una proteína pequeñita o de cadena corta) que promueve la sensación de hambre en el cerebro, por lo que es conocida como la molécula del hambre; y la leptina, una hormona que inhibe el hambre al activar las neuronas responsables de la sensación de satisfacción.

La liberación de grelina es promovida, en primer lugar, por factores metabólicos. Cuando el organismo detecta bajos niveles de glucosa y otros nutrientes en sangre, lo que indica que está bajo de energía y le hace falta reponer combustible, promueve la síntesis de grelina. Y cuando, al alimentarnos, estos niveles comienzan a recuperarse se activa la síntesis y liberación de leptina para evitar que comamos de forma desaforada y de más -algo que a veces no consigue, ya que, al ser una hormona la respuesta, tarda un rato en hacerse efectiva, y si engullimos la comida, el mensaje no llega a tiempo de evitar una ingesta excesiva-.

Pero la producción de grelina también se ve influenciada por factores medioambientales como la luz ambiental, el sonido, los olores y, como acaba de descubrirse, por la exposición directa a los rayos solares -vaya, lo que comúnmente referimos como 'tomar el sol'-.

Y el plato fuerte llega ahora, al descubrir cómo la radiación solar UV estimula el apetito: como ya se ha dicho, debido a que es una radiación energética y penetrante, los rayos UV pueden atravesar la piel y alcanzar el interior del cuerpo y dañar el ADN de las células. Por suerte, la células integran un mecanismo para prevenir y minimizar estos daños y que es capaz de detectar la mayor parte de estas alteraciones. Así, cuando advierte que una porción del material genético se ha visto afectado, activa un gen llamado p53 y conocido por sus admiradores como el guardián del ADN o gen supresor tumoral p53, apelativos justificados porque actúa en respuesta a un daño en el genoma. 

Lo que tiene de especial el gen p53 es que codifica un factor de transcripción nuclear, esto es, una proteína que se une a regiones específicas del ADN modulando su transcripción, es decir, la síntesis de una cadena de ARN mensajero a partir de dicha secuencia de ADN y que supone el primer paso para la síntesis de una determinada proteína, necesaria para subsanar el desperfecto.

Y si no has entendido gran cosa de la parrafada anterior, no pasa nada, que ahora llega una explicación más intuitiva y sencilla: el p53 es el encargado de activar la fabricación de las herramientas y piezas de recambio necesarias para reparar el ADN dañado. Y desde este planteamiento, cada ARN mensajero puede entenderse como un telegrama cuyo mensaje es que hay que sintetizar una pieza en concreto. Y una de esas piezas, una de esas proteínas cuya síntesis activa es la grelina.

En resumen, que la radiación solar UV atraviesa la epidermis, la dermis y alcanza las células adiposas de la hipodermis dañando el ADN de su núcleo; y con ello activa el factor de transcripción p53 que, a su vez, activa la producción de grelina, la cual, en última instancia es la responsable de que experimentemos la sensación de hambre y comamos para calmarla. Y como en verano el sol calienta con más fuerza, durante más horas y a la mayoría nos gusta tomarlo, pues comemos más de lo habitual.

Pero, ¿por qué solo afecta a los hombres y no a las mujeres? Bueno pues, de nuevo en una explicación muy sucinta, básicamente porque los estrógenos, las hormonas sexuales femeninas, impiden que el p53 active la síntesis de grelina al bloquear la unión entre el factor de transcripción y la secuencia genética que codifica la molécula del hambre. (Retomando la versión intuitiva: los estrógenos interceptan el telegrama antes que llegue al fabricante).

Y es así como damos cumplida respuesta a las pregunta de partida: la radiación solar estimula la producción de grelina, algo que no se hace efectivo en las mujeres porque lo impiden los estrógenos. Circunstancia que se refleja en los datos recogidos por el estudio publicado en 'Nature Metabolism': los varones consumen hasta un 15% más de calorías en verano (2.188 Kcal vs 1.875 Kcal), en tanto que en las mujeres el consumo se mantiene igual (1.507 Kcal vs 1.475 Kcal).

En cuanto a las otras preguntas - a las que por ser de cosecha propia el estudio no da respuesta-, es probable que los latinos seamos más propensos a engordar que nuestros vecinos del norte entre otros factores porque, al residir más cerca del ecuador, disfrutamos de más días y horas de sol y soportamos una irradiación solar más intensa, lo que despierta nuestro apetito y nos incita a comer más. Y los vampiros son de natural delgados porque rehuyen el sol, ya sean latinos o nórdicos.

Dicho lo cual, y ya como despedida y cierre, un consejo para aquellos varones que no se resisten a lucir palmito en la playa: haceos con un buen protector solar, aún a costa de que el palmito no luzca tan bronceado.

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