Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Economía circular

Tras la cosecha: residuos hortícolas convertidos en pienso

Convirtiendo el problema de gestionar la gran cantidad de restos de cosecha en algo valioso, un proyecto de I+D propone transformar estos residuos hortícolas en pienso para alimentar al ganado vacuno. Los restos vegetales se someten a una etapa de henificado y ensilaje en condiciones controladas para conservar el valor nutritivo. El tratamiento desarrollado garantiza la seguridad alimentaria.

Los restos vegetales se recogen, tras cosechar las tomateras, cuando se arrancan las matas.
Los restos vegetales se recogen, tras cosechar las tomateras, cuando se arrancan las matas.
CITA

La huella de carbono de la carne preocupa y también la creciente generación de residuos agrícolas. Un proyecto en el que participa el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) une ambos objetivos: convierte los restos hortícolas en alimento para las vacas, disminuyendo la huella ecológica en la producción de carne bovina.

"El incremento de las producciones intensivas vegetales genera gran cantidad de restos de cosecha, cuya gestión supone un importante impacto ambiental y económico en las zonas productivas, especialmente en los invernaderos", destaca Gloria Estopañán, del Área de Laboratorios de Análisis y Asistencia Tecnológica del CITA. Este proyecto da un nuevo uso a estos residuos agrícolas poniendo a punto un proceso innovador basado en la biotecnología y la bioeconomía circular.

Liderado por Fertinagro Biotech y Terra Ibérica Desarrollados, dos empresas pertenecientes al grupo turolense Térvalis, el proyecto ha desarrollado un nuevo procedimiento para tratar los excedentes hortícolas –procedentes de plantaciones de tomateras retiradas de invernaderos tras su producción– de modo que puedan ser incorporados como materia prima de alta calidad en la alimentación del ganado.

Raíces, tallos, hojas y frutos de destrío se someten a una etapa de henificado (secado) y ensilaje (en unas condiciones que favorecen diversas fermentaciones bacterianas, se logra conservar el valor nutritivo).
Raíces, tallos, hojas y frutos de destrío se someten a una etapa de henificado (secado) y ensilaje (en unas condiciones que favorecen diversas fermentaciones bacterianas, se logra conservar el valor nutritivo).
CITA

Tras su ensilado en condiciones óptimas, "uno de los hitos del proyecto", los restos de plantaciones de tomateras –raíces, tallos, hojas y frutos desechados (destrío)–, se mezclaron con harina de cebada, harina de soja y paja para conformar la ración definitiva. El ‘menú’ fue bien admitido por el ganado, que durante cuatro meses se alimentó con el nuevo pienso.

Mediante pruebas de palatabilidad y digestibilidad, se comprueba si el nuevo pienso le resulta agradable de comer y le sienta bien al ganado
Mediante pruebas de palatabilidad y digestibilidad, se comprueba si el nuevo pienso le resulta agradable de comer y le sienta bien al ganado
CITA

"Todas las materias primas que se emplean para nutrición animal tienen que cumplir siempre con los criterios de seguridad alimentaria que marca la legislación para poder continuar en la cadena alimentaria y llegar al consumidor", indica la también investigadora María Ángeles Sanz. Así que los laboratorios del CITA han velado para garantizar la ausencia de contaminantes, constatando que el nuevo tratamiento consigue degradar los compuestos no deseables. Concretamente, se ha vigilado la presencia de compuestos nocivos que proceden del ecosistema y del manejo en cultivo, tales como plaguicidas, metales pesados tóxicos y microorganismos patógenos; así como las micotoxinas provenientes de la contaminación biótica. También se estudiaron los niveles de diferentes glicoalcaloides, moléculas que sintetizan los vegetales en ciertas condiciones.

Para cerrar el ciclo se analizó en la sangre del ganado alimentado con la nueva dieta la presencia de diversos compuestos y de metales y "no se detectó ninguno de los glicoalcaloides estudiados, ni siquiera los propios del tomate, y muy bajos niveles de metales pesados, por lo que puede considerarse una alimentación segura", concluyen.

En el centro de este proyecto está la filosofía de dar un nuevo valor a los residuos. Estopañán destaca que "se debe entender un residuo como la parte que se desecha después de dar uso a algo". Químicamente, un resto vegetal puede contener compuestos nocivos o no digeribles, pero también moléculas de interés. "El tratamiento desarrollado a lo largo del proyecto para valorizar los restos vegetales -destaca- ha ido precisamente encaminado a disminuir al máximo las características insalubres e incomestibles y evitar la pérdida de compuestos cuya presencia e ingesta en el alimento sea beneficiosa".

Un nuevo valor

La economía circular es "un modelo de producción y consumo que implica, entre otras cosas, el reciclaje de materiales y de productos existentes", explica la investigadora del CITA María Ángeles Sanz. Entre las razones para avanzar en ese modelo están "el aumento de la demanda de materias primas y la escasez de recursos finitos, al tiempo que la población mundial crece y por tanto la demanda aumenta. Medidas como la reutilización de residuos agrícolas para la producción de materias primas podrían ahorrar dinero a las explotaciones de la UE, además de los beneficios medioambientales que conlleva". De ahí que sea necesario mirar los residuos con otros ojos. "La sociedad, y en concreto el sector agroalimentario, debe visualizar de forma positiva este asunto", animan desde el CITA. "Se trata de estudiar la envergadura y el impacto que supone la valorización de los residuos que se generan de tal manera que su aprovechamiento, aunque suponga una inversión inicial, derive en un beneficio para el sector y las personas".

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