Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cosas de la vida

El debate sobre los sentimientos de los animales sigue abierto

Los estudios que investigan el comportamiento animal sugieren que los invertebrados sienten dolor. ¿Cuáles son las consecuencias morales?

Demostrar cualquier aspecto relacionado con la experiencia consciente de los animales es muy complicado.
Demostrar cualquier aspecto relacionado con la experiencia consciente de los animales es muy complicado.
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El pasado 24 de marzo se publicó un artículo en la revista ‘Science’ en el que se defiende que los animales tienen sentimientos. Los autores son, nada más ni nada menos, que Kristin Andrews, una filósofa de la Universidad de York (Reino Unido) especializada en la mente de los animales, y Frans de Waal, primatólogo de la Universidad de Emory (Estados Unidos) y una de las personas con más influencia dentro del estudio del comportamiento animal. Igual a alguno os sorprende que, a estas alturas, el debate científico sobre los sentimientos animales siga abierto. El quid de la cuestión está en que la ciencia distingue entre emociones y sentimientos.

Es normal tener dudas a la hora de definir y diferenciar estos términos. Según un artículo publicado en 1984: "Todo el mundo sabe lo que es una emoción hasta que se le pide que dé una definición. Así que parece que nadie lo sabe". Hoy en día, aunque sigue habiendo confusión, la mayoría de los científicos han llegado a un consenso. Ante un estímulo, los animales experimentamos cambios (más o menos coordinados) en distintos aspectos. Por ejemplo, en las hormonas que circulan por nuestra sangre, en la actividad cerebral, en las expresiones faciales o en el comportamiento. Al conjunto de estos cambios los denominamos emociones. 

En los seres humanos, aquí incluimos los sentimientos, es decir, la experiencia consciente y subjetiva de la emoción. Aunque eso es privado de cada uno, gracias al lenguaje los podemos comunicar y, por tanto, aceptamos que todos los humanos sentimos. En cambio, ¿cómo puede estar segura la ciencia al cien por cien de que los animales también?

Demostrar cualquier aspecto relacionado con la experiencia consciente de los animales es muy complicado. Los científicos que investigan el comportamiento animal, para poder llevar a cabo tranquilamente sus estudios sin que haya mucha controversia, han optado por usar ‘emoción’ como término general que no especifica si incluye sentimientos o no. Así que se puede decir que la comunidad científica acepta que los animales tienen emociones, pero sentimientos… no tanto. También hay muchos autores que, para referirse a las emociones de los animales en vez de llamarlas miedo (‘fear’), alegría (‘joy’) o enfado (‘anger’), han optado por expresiones como ‘fear-like’, ‘joy-like’, ‘anger-like’. Así pueden hacer referencia a estos estados de ánimo del cuerpo sin necesidad de mojarse sobre si los animales los experimentan de una manera consciente o no.

Hasta los años ochenta, este desligamiento entre emoción y sentimiento se hacía hasta con nuestra propia especie. Aunque ahora nos parece increíble, había científicos escépticos a creer que los bebés que aún no saben hablar pudieran sentir algo e incluso se les hacían cirugías sin anestesia. Por suerte, ahora está muy aceptado que los bebés sienten y se han abandonado estas prácticas. Entendemos que el lenguaje es una herramienta para expresar las emociones, pero no se requiere lenguaje para sentir.

Respuestas similares

Andrews y de Waal quieren ir más lejos y defienden que la ciencia debería dar el paso al resto de los animales: "Negarles las emociones sentidas no parece una posición razonable dada la similitud fundamental entre los sistemas nerviosos de los humanos y otros animales y la historia evolutiva compartida".

Ante una situación de peligro, ratas y humanos tenemos una respuesta fisiológica muy similar. Nos baja la temperatura de las extremidades y se nos activa la amígdala, una estructura del cerebro muy ligada a las emociones. Al igual que nosotros sentimos la necesidad de abrazar a un compañero que lo está pasando mal, los ratones también muestran signos claros de empatía. Por ejemplo, el malestar de un individuo provoca en su compañero un aumento en sangre de las hormonas del estrés y un comportamiento de consolación.

Pero en este artículo los autores no hacen referencia solo a los mamíferos, sino que incluyen también a los invertebrados. Muchas de las hormonas responsables de las emociones son las mismas en todos los animales. En un estudio, se demostró que, ante experiencias negativas, las abejas están menos dispuestas a explorar y sus niveles de dopamina y serotonina se alteran. En los humanos, estos cambios indican la ansiedad o la depresión y los ligamos con sentimientos negativos. ¿No deberíamos aplicar la misma lógica a los insectos?

Los cangrejos aprenden a evitar aquellas zonas donde les han dado una descarga eléctrica. Para Andrews y de Waal esto indica que tienen sentimientos porque ¿cómo puedes aprender a evitar algo si no te causa un sentimiento negativo?

Reconocen que los sentimientos de los animales aún no se pueden demostrar de manera directa, pero las evidencias parecen indicar que existen y esto tiene implicaciones morales que no se pueden obviar.

A lo largo de la historia ha sido muy cómodo desproveer a los animales de sentimientos para justificar su explotación, pero en el artículo los autores piden que se vaya terminando la fiesta. Al igual que tenemos en cuenta cómo afectan nuestras acciones a otros humanos, deberíamos hacer lo mismo con otras especies.

Si los animales sienten dolor como nosotros, ¿por qué no evitarlo si podemos? Aquí aún hay más preguntas que respuestas, pero Andrews y de Waal tienen una cosa clara: "Si los invertebrados sienten dolor, deberán convertirse en parte del panorama moral de nuestra especie".

Ciencia y filosofía

Llegados a este punto, imagino que comprenderéis por qué el artículo de ‘Science’ lo firma una filósofa. En cuanto la moralidad entra en juego, las líneas entre la ciencia y la filosofía se diluyen. El debate está abierto y es sano que así sea. Algunos de vosotros os habréis reído ante la idea de preocuparnos por los cangrejos y otros habréis encontrado casi insultante que se siga dudando de los sentimientos animales. La moral del ser humano es un tema muy complejo y yo desde luego no tengo intención de sentar aquí cátedra sobre cómo debemos actuar, creo que eso les corresponde a otras esferas. Solo pretendo informar de que cuando metéis una langosta en agua hirviendo, lo más probable es que le duela. Que sepas que la langosta si pudiera, evitaría ser metida en agua hirviendo. Pobre langosta. ¿No te da pena la langosta?

Laura Camón Primatóloga y divulgadora

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