Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Hongos, creadores de conexiones que unen generaciones y funcionan como el internet del bosque

Discretos e indispensables, su papel en el ecosistema es tal que sin ellos no habría bosques. Conectan generaciones y son la excusa para salir de la ciudad y acercarse a la naturaleza.

Tiempo y naturaleza. Es lo que comparten, en familia, Ricardo Forcadell y sus hijos Diego y Hernán cada vez que salen a por setas.
Tiempo y naturaleza. Es lo que comparten, en familia, Ricardo Forcadell y sus hijos Diego y Hernán cada vez que salen a por setas.
Antonio García / Bikofoto

Aunque vayamos con los ojos bien abiertos, cuando damos un paseo por el bosque, bajo nuestros pies hay todo un reino, multitud de especies de hongos que no vemos. Por temporadas, asoman sus frutos: las setas, pero un entramado de raíces y micelios conecta permanentemente árboles y arbustos. De una forma que resulta tan vital que, sin hongos, no habría bosques. Agua, nutrientes, señales químicas que alertan de una plaga... viajan a través de esta discreta conexión fúngica, una red subterránea de intercambio de beneficios que sus estudiosos ya denominan el internet del bosque.

Pero, las setas conectan mucho más, visible o invisible. Quienes se enamoran de su diversidad y su encanto contagian una afición que se transmite de persona a persona. Atraen hasta la naturaleza a los urbanitas que, en su tiempo libre, salen en su busca y reconectan con el medio natural a través de lo más básico: el suelo sobre el que crecen. Son vasos comunicantes entre la ciudad y esa España vacía tan llena de experiencia y de conocimientos pegados al terreno, y que hoy renueva sus enfoques de la micología como recurso. También construyen puentes entre generaciones. 

Diego tiene 8 años y "todavía me cuesta un poquito verlas, pero aún va". Cuando, en el entorno de Teruel, sale al monte con sus padres –Ricardo Forcadell y Conchita Lafuente– y da con la seta que buscan, se siente ‘el rey de las amanitas’, como se proclamaba en broma este verano, "que fue muy bueno para cogerlas y yo encontraba muchas". Ahora anda a la espera de "una buena tormenta que moje todo" y haga que salgan las propias del otoño. Tiene que darse "el tiempo perfecto" porque –explica con aplomo–, "como todo el mundo sabe, si hace mucho frío, se hielan y si hace mucho calor, se secan". Padres con hijos y personas mayores son los máximos entusiastas del conocimiento del reino fungi, cuyo relevo generacional espera un impulso.

Forcadell es ingeniero de montes y las setas son, además de afición, parte de su profesión como técnico en la consultoría forestal Qilex. Ve cómo "el número de recolectores aumenta, sobre todo con jubilados; también es habitual que la gente se empiece a apasionar por las setas a los 35 o 40 años; aunque hayan ido con sus padres de niños, luego hay 20 años en los que los jóvenes tiene cosas más interesantes que hacer que ir a por setas".

"Las setas pueden ser un elemento de conexión entre los jóvenes de las ciudades y los mayores del medio rural"

Desde el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) preocupa que esa delicada cadena se rompa. En las últimas décadas, "la urbanización de la sociedad y su desvinculación del medio rural han acrecentado la ignorancia social sobre la dinámica de los sistemas forestales y los usos tradicionales del entorno forestal y ganadero", advierte Fernando Martínez Peña, investigador de la Unidad de Recursos Forestales. Está convencido de que "las setas pueden ser un elemento de conexión entre los jóvenes de las ciudades y los mayores del medio rural". Allí, "hay gente a la que, sin ser taxónomos ni científicos, podemos llamar expertos, personas con gran experiencia y un conocimiento de campo de muchos años". Ese acervo popular de las personas mayores del medio rural "se encuentra en peligro de desaparición", asegura. A ello se suma que muchas de las asociaciones micológicas, que tan importante labor desarrollan, se encuentran muy envejecidas.

Su familia es de Tarazona, pero fue en Soria donde Martínez Peña empezó a recolectar sus primeras setas. "Mi mentor fue mi profesor de 1º de EGB, el franciscano guipuzcoano Eusebio Andoño –recuerda–, él fue quien me indujo a tener afición por la micología y compartió todo su conocimiento con nosotros".

"Cuando les explicas la importancia de lo que saben, son menos reacios a compartirlo, al final, hay que decidir entre llevarte un secreto a la tumba y compartirlo con tu comunidad"

Ese exitoso binomio tutor-mentor micológico rural-urbano es lo que va a tratar de reproducir el proyecto Interfungi, con la participación de equipos o parejas de observadores de generaciones diferentes que fomenten el intercambio de conocimiento entre el mundo rural y el urbano. Para facilitar esa transmisión, "pensamos que es más fácil que sea entre familiares, abuelos y nietos, por ejemplo, entre gente de confianza". Por su experiencia al trabajar con grupos de expertos salidos del ámbito popular, "cuando les explicas la importancia de lo que saben, son menos reacios a compartirlo, al final, hay que decidir entre llevarte un secreto a la tumba y compartirlo con tu comunidad".

Recolectar conocimiento

Los recolectores, profesionales o aficionados, pero con años de práctica, "van acumulando una serie de experiencias relacionadas con la fructificación de las setas que nosotros animamos a compartir, tanto con sus allegados como con la sociedad en general". Es lo que pretende este proyecto del CITA en colaboración con la Fundación Ibercivis. "No somos conscientes del valor que tiene recopilar esa información a largo plazo para profundizar en el conocimiento del recurso", destaca Fernández Peña, que aclara que "no se trata de compartir con todo el mundo la localización exacta de tus setales favoritos, sino información más general relativa al hábitat, las fechas de fructificación, las cantidades, las especies... Toda esa información permite ajustar modelos empíricos muy importantes para la gestión racional del recurso". Modelos para estimar, por ejemplo, el potencial de producción sostenible de un municipio y, a partir de ahí, el número máximo de permisos de acceso. Sin la ciencia ciudadana, para caracterizar la producción de un encinar "habría que muestrear semanalmente parcelas de investigación durante diez años".

Recientemente, se ha creado la Asociación de Parques Micológicos de Aragón Mico-Aragón, como órgano de referencia para la gestión y valorización del recurso micológico con criterios científicos. De momento, a través del portal de Mico-Aragón se facilita información y la posibilidad de obtener el permiso para recolectar en el Parque Micológico de la Comunidad de Albarracín.

En la iniciativa Interfungi también hay tecnología, concretamente, recopilará información a través de una aplicación móvil, ya que, en opinión del ingeniero del CITA, "las aplicaciones informáticas abren grandes oportunidades de participación de los usuarios recolectores, aficionados a la micología, en la generación de conocimiento del recurso". Además, los testimonios, "con nombres y apellidos", de tan valiosos guardianes de este conocimiento quedarán atesorados en vídeos que los jóvenes participantes en el proyecto grabarán con su móvil. "Queremos que sea un intercambio entre los participantes de esa red de observadores intergeneracionales del reino fungi en Aragón", señala Martínez Peña.

"La micología es mucho más que comer setas, hay toda una red oculta imprescindible para la vida que hemos de conocer para aprovechar todas las oportunidades que ofrece y protegerla para futuras generaciones"

Todo para tener la oportunidad de descubrir que "la micología es mucho más que comer setas –explica–, hay toda una red oculta imprescindible para la vida que hemos de conocer para aprovechar todas las oportunidades que ofrece y protegerla para futuras generaciones". Con los ojos abiertos a valorar lo que se ve y lo que no se ve. 

"Debe de ser el instinto recolector de los humanos", cree Luis Garchitorena, acostumbrado a ver que "el 90% de la gente sale en manada a recoger algo, ya sean espárragos o setas; lo primero que preguntan es si se pueden comer". Y también conoce el perfil de quien busca hacer su colección de fotos: "Preparan el belén y pasan la foto por internet". Él, con su ojo experto, entrenado por la experiencia, busca todo tipo de especies, que preserva en resina y comercializa a través de internet desde Calatayud. Trabaja con 400 distintas, "algunas pueden tardar ocho o diez años en volver a aparecer".

Son solo una pequeña representación de unos organismos que no pertenecen al reino vegetal ni al animal, sino que tienen uno propio: el reino fungi, sumamente diverso y complicado de estudiar, ya que la mayor parte de los hongos pueden detectarse únicamente cuando fructifican, es decir, cuando asoman las setas. Se estima que por cada especie de planta existen por lo menos cinco especies de hongos.

Imprescindibles

Los hongos aportan la mayor parte de la diversidad forestal. En Europa se han catalogado más de 15.000 especies (2.485 constan en el Atlas de los Hongos de Aragón). Y queda mucho por descubrir. En tan solo tres jornadas de trabajo de campo en Aragón, 40 científicos de la Sociedad Ibérica de Micología dieron con 11 especies de hongos nuevas para la ciencia..., además de 103 sin citas previas en Aragón y 15 sin citas ibéricas. Buena parte de las especies localizadas por este equipo son de un tamaño muy pequeño, algunas, microscópicas.

"Algunos estudios han estimado que hay más de 400 especies distintas de hongos en tan solo 6 gramos de suelo de un bosque... La dependencia es tal que sin hongos no habría bosques –afirma el investigador Martínez Peña– y cuanto mayor es la diversidad de setas de un bosque, más sano y más adaptado estará ante fenómenos adversos como las sequías o el calentamiento global". Desempeñan funciones vitales para el ecosistema. Los hongos saprobios, que degradan la materia orgánica, son los ‘recicladores’ del bosque y el 95% de las plantas vasculares no puede vivir sin estar asociadas a algún hongo micorrícico que capte agua y nutrientes, a cambio, el hongo dispondrá de los hidratos de carbono procedentes de la fotosíntesis de su socia.

El internet del bosque

Ocultos a las miradas, sea o no temporada de setas, los hongos que habitan las capas superficiales del suelo forman un entramado de micelio que crece lentamente de forma centrífuga y puede llegar a vivir muchos años en un mismo lugar y ocupar grandes extensiones. Ese entramado de raíces y micelios de hongos que pisamos cuando paseamos por el bosque, conecta entre sí árboles y arbustos. Es la ‘fibra óptica’ de una red que algunos llaman el internet del bosque porque a través de ella bulle un incesante intercambio de beneficios: agua, nutrientes e incluso señales químicas para responder ante la llegada de plagas. Así, cuando un árbol decae, convertido en donante, inicia una transfusión de recursos hacia sus vecinos más jóvenes y vigorosos. Es el relevo generacional del bosque.

Luis Garchitorena, junto a sus ejemplares liofilizados y encapsulados en resina.
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"Al saber lo llaman suerte; esto es como la caza: hay que rastrear"


Luis Garchitorena es "un autodidacta total" y su afán por saber más del apasionante mundo de los hongos se despertó tardíamente, a los 30 años, hasta convertirse en todo un experto e incluso reinventarse profesionalmente, cuando vio que las reparaciones de televisores no daban más de sí. A través de su página web, vende setas naturales liofilizadas y encapsuladas en resina "mediante una técnica propia, única en el mundo". Demandan sus ejemplares universidades, museos, centros de formación..., que aprovechan el potencial didáctico de poder ver en detalle unos delicados frutos con una vida muy limitada. Su último cliente ha sido la Universidad de Oxford. Al año, él puede salir "más de cien días a las setas". "Cuanto más sabes, más disfrutas", dice, pero está convencido de que "el conocimiento lo dan las horas de campo: cuando llevas un rato, te vas fijando en los claros, las umbrías, las solanas... y, como se dice, al saber lo llaman suerte; esto es como la caza: hay que rastrear". Foto: Jesús Macipe

Ricardo Forcadell, junto a sus hijos Hernán y Diego, en un monte cercano a El Campillo (Teruel).
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"Pasando tiempo en ella, los chavales conocen la naturaleza"

Su madre se crió en una masía de la sierra de Albarracín y salir a coger rebollones era "algo de siempre". Hoy, Ricardo Forcadell transmite la afición a sus hijos Diego (8 años) y Hernán (5 años), saliendo a por setas siempre que pueden, una forma ideal "de romper la rutina colegio-parque-colegio y de conocer la naturaleza de la mejor manera: pasando tiempo en ella". A veces, les cuenta tantas cosas que los pequeños le piden "‘papá, para ya’, pero les gusta bastante; yo me pegaría el día entero, con ellos hay que medir los tiempos para que no pierdan la atención". De adolescente, "mi economía dependía de la recolección: el año que no había setas, no había dinero para salir de fiesta". Después, el monte se convertiría en su profesión, se hizo ingeniero y trabaja en la consultoría forestal Qilex. Foto: Antonio García / Bykofoto

Sandra Salamanca y Raquel Moreno impulsan una nueva asociación micológica.
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"Tras un paseo de tres horas, desconectas y vuelves nuevo"

Esporas del Pirineo ya tiene 2.682 seguidores en Facebook y dentro de poco será una nueva asociación micológica. Raquel Moreno Rutia, una de sus impulsoras, se aficionó a las setas cuando se fue a vivir a Jaca desde Zaragoza. Salir a buscarlas es "mi forma de desconectar y hacer deporte respirando aire puro: tras un paseo de tres horas, en silencio, vuelves nuevo". Desde su empresa Jaca Experiencia Rural, ve en el turismo micológico una forma de animar el otoño y la primavera. Echaba en falta una asociación joven y dinámica y pronto será realidad. Su activo grupo de Whatsapp –que "es un grupo oenegé donde ayudamos a gente con interés por aprender"– conecta a casi 90 personas con micólogos de Jaca y de toda España. Casi la mitad son mujeres. Foto: Laura Zamborain

Consejos para una recolección segura y sostenible

Un pinar en cuyo suelo podemos encontrar más de 150 especies de setas diferentes.

Ante la duda, descartar


En el suelo de un pinar podemos encontrar más de 150 especies de setas diferentes. Pensemos siempre que entre los hongos silvestres existen especies potencialmente peligrosas e incluso mortales. Hay que estar seguros de lo que se recolecta y, ante la más mínima duda, descartar. Es recomendable iniciarse en la recolección de la mano de expertos: guías micológicos, empresas de turismo activo que prestan servicios micológicos, asociaciones micológicas... Foto: Fernando Martínez Peña

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Hay que asegurarse de contar con los debidos permisos o autorizaciones de recolección

Con permiso

Las setas tienen un dueño, que es el propietario de los terrenos en los que fructifican (ya sean públicos o privados). Por tanto, hay que asegurarse de contar con los debidos permisos o autorizaciones de recolección y cumplir con las normas y buenas prácticas vigentes en cada comunidad autónoma. Foto: Fernando Martínez Peña

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Se recomienda el uso de la cesta para una recolección de calidad.

Que corra el aire


Se recomienda el uso de un recipiente aireado (cesta) para una recolección de calidad. Foto: Fernando Martínez Peña

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La navaja es útil para recolectar los rebollones limpios de restos de tierra.

Navaja y cepillo


Llevar navaja y cepillo para limpiar las setas de restos de tierra antes de meterlas en la cesta. Foto: Fernando Martínez Peña

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No destruyas las setas tóxicas, también desempeñan una función ecológica importante en el bosque.

No destruir

No destruir las setas que no conozcamos aunque sean tóxicas, todas desempeñan funciones ecológicas importantes para el bosque. Dejar sin recolectar los ejemplares comestibles viejos o muy maduros para contribuir a la dispersión de esporas. Foto: Fernando Martínez Peña

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Las colmenillas son hongos de primavera de gran belleza.

Recolectar lo justo

Recolectar solo lo que vayamos a consumir y llevar las setas lo antes posible al frigorífico para aumentar su vida útil y ralentizar la proliferación de microorganismos. Foto: Fernando Martínez Peña

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Comentarios
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