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José Luis Arostegui: "La música puede cambiar la vida de las personas"

Ante el eterno debate sobre si la música y las artes en general deben tener un espacio obligatorio en el catálogo educativo de asignaturas y si el que tienen es suficiente, surge 'Impactmus', un estudio sobre el impacto de la Educación Musical para la Sociedad y la Economía del Conocimiento.

La música forma parte de la vida de millones de personas, aunque no se dediquen profesionalmente a ella.
La música forma parte de la vida de millones de personas, aunque no se dediquen profesionalmente a ella.
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La música forma parte de nuestras vidas: está en las canciones que escuchamos, que asociamos a momentos importantes de nuestra vida, acompañando nuestras series y películas favoritas, en el tono del móvil, en la publicidad... Y también en nuestro aprendizaje. Pero no solo en aquellos días en los que el profesor de música permitía sacar del armario carrillones, metalófonos y xilófonos o en el que aprendiste a tocar el tema principal de la BSO de Star Wars con la flauta dulce. Tampoco cuando aprendiste a dibujar la clave de sol. "Algunos profesores siguen pensando que la enseñanza de la Música en el sistema educativo se reduce a enseñar solfeo, pero esa no es ni muchísimo menos la función que tiene esta asignatura", opina José Luis Arostegui, catedrático de la Universidad de Granada e investigador principal del proyecto IMPACTMUS, en el que también ha participado la Universidad de Zaragoza, y cuyo objetivo es estudiar el impacto de la Educación Musical para la Sociedad y la Economía del Conocimiento. "A todo el mundo le gusta la música, pero a muchos no les preocupa su presente o su futuro. Y, sin embargo, tengo razones para decir que tiene un potencial educativo enorme, y que puede cambiar la vida de las personas", asegura el profesor.

Para entender las razones de este proyecto es necesario remontar más de 30 años en el tiempo. "La LOGSE marcó una revolución respecto al plan anterior: incluyó la música por primera vez en el año 90. Yo empecé a dar clases en la universidad en el curso 1992-1993, y pude comprobar que los estudiantes que llegaban al aula tenían muy poco nivel musical o incluso nulo", recuerda Arostegui. "Pasaron los años y, cuando las nuevas generaciones que ya incluian música en su currículum escolar llegaron a la Universidad, no notamos la diferencia con quienes no habían contado con esa asignatura en la formación inicial. Y eso hizo que nos preguntásemos qué estaba pasando. ¿Qué formación estamos dando en las escuelas, qué hacen los profesores, cómo lo hacemos? Y de esta inquietud compartida con otros muchos compañeros de la universidad nació Impactmus: El Impacto de la Educación Musical para la Sociedad y la Economía del Conocimiento, que comenzó en 2015 y finalizó en 2018", justifica el docente.

La metodología del proyecto se ha dividido en tres fases. La primera etapa de cuestionarios a una muestra de jóvenes de entre 20 y 30 años en los que debían valorar su experiencia musical en Secundaria y Primaria y cómo había influido en su desarrollo cognitivo. "Las respuestas del primer bloque eran medianamente positivas, pero las del segundo eran desoladoras: según ellos, la música no les había servido para nada. Y que lo valoren así es muy significativo", recuerda el profesor. El estudio continuaba con una segunda fase durante la cual se realizaron diversas entrevistas para recopilar experiencias de vida, para poder extraer justificaciones a las respuestas de los cuestionarios. "Ahí descubrimos que sí que hay personas en las que la música ha influido enormemente. También perfiles en los que sucedía todo lo contrario. Y esto nos ayudó a entender circunstancias y a definir cómo puede o no educar la música dentro del sistema educativo", señala Arostegui. La tercera fase consistió en poner en marcha estudios de caso. "Fuimos a centros escolares que contaban con herramientas para implementar la música más allá de lo estandarizado: coros, big band de jazz... Y vimos que la educación musical era notable. Lo cual dejaba en el aire otra pregunta: ¿Qué es lo que hace que unos centros tengan esa posibilidad de educar a través de la música y otros no?".

De esta última pregunta surgió "de manera natural", la continuación de un segundo estudio -todavía en marcha- centrado en Formación del Profesorado y Música en la Sociedad y en la Economía del Conocimiento: PROFMUS. "Porque hablar del currículum escolar es hablar de formación del profesorado que tiene que educar en ese desarrollo. El profesorado es clave del éxito y el fracaso de una educación musical que puede ser relevante para las personas que están cursando esos estudios obligatorios. Así que lo que estamos haciendo es indagar sobre la formación que se está dando en diferentes universidades españolas a los futuros maestros de música de Primaria y Secundaria. 

¿Para qué sirve la música?

José Luis Aróstegui Plaza, investigador principal de los proyectos IMPACTMUS y PROFMUS.
José Luis Aróstegui Plaza, investigador principal de los proyectos IMPACTMUS y PROFMUS.
J.L.A.

A pesar de que es consciente de que el tiempo en el sistema educativo es limitado y cada vez exige más cosas, para este docente, sin duda, la música debería formar parte del catálogo obligatorio de asignaturas. "Para demostrar que no soy gremial, voy a decir algo: la música no es importante, lo que es importante es lo que las artes pueden hacer de las personas". El docente señala algunas:

  • Abrir los horizontes y romper barreras. La música debería cumplir la función de romper prejuicios a la hora de escuchar flamenco, jota, jazz o clásica. Alejarse de los tópicos con las nuevas generaciones. Porque una vez que has roto esos prejuicios culturales, también serás capaz de desterrarlos del plano social. Además, la música juega un papel muy importante en la integración de la población migrante. Compartir la cultura de una persona que viene de otro lugar puede ayudarte a conocerla, reconocerla y romper las barreras".
  • Desarrollar el pensamiento crítico. "Un profesor británico, Saville Kushner, dice que la mayor potencialidad de la música escolar es que erosiona la autoridad del profesor. ¿Qué quiere decir esto? En clase de ciencia es muy difícil que alguien diga que no le gusta la teoría de Einstein, y va a seguir con la de Newton. Pero en música puedes decir a mí no me gusta Mozart, pero sí los Beatles, y conocer a ambos".
  • Hacer música. "Por supuesto, el aula de música es un entorno que ofrece la oportunidad de manipular el material sonoro, con las voces, con los instrumentos, y desarrollar no solo la comprensión musical, sino también capacidades de coordinación motriz y desarrollo cognitivo y crear un microcosmos social que es una metáfora de la sociedad en sí, en el que todos los miembros saben que deben contribuir de la mejor forma para que el conjunto suene bien, para que la sociedad en la que conviven, funcione bien. Y viceversa: si el grupo suena bien, me beneficio y puedo mejorar". 
  • Desarrollar la capacidad de trabajar en equipo
  • Desarrollar las emociones, de la misma forma que que nos emociona una canción o genera un ambiente eufórico y festivo.
  • Adquisición de conocimientos. "Lo usamos desde que somos pequeños: la música es un elemento motivador para el aprendizaje. ¿O acaso no hay canciones para aprender el abecedario, las partes del cuerpo, los números...?".
  • Identidad social. "La música tiene además un papel fundamental en conformar la identidad social de las personas. No es casual que se asocie la música clásica o bien con gente mayor o bien con gente de un nivel cultural o económico alto, que a los jóvenes se les asocie el pop, rock o el reggaeton o a los gitanos con el flamenco (aunque hay motivos, porque ellos son grandes cantaores, pero tampoco son los únicos que hacen o escuchan). La música se asocia a cada determinado grupo cultural y, si consigo romper esos esterotipos, estoy consiguiendo que las diferencias no se conviertan en desigualdades y abriendo el horizonte cultural, no solo musical, sino humano".

¿Cuál es la situación en Aragón?

Rosa Serrano, profesora del departamento de expresión musical, plástica y corporal de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza.
Rosa Serrano, profesora del departamento de expresión musical, plástica y corporal de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza.
R.S.

La Universidad de Zaragoza ha sido una de las instituciones que ha colaborado en ambos proyectos, de la mano de la profesora del departamento de expresión musical, plástica y corporal de la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza, Rosa Serrano. "Todos los que reportaron datos habían tenido tanto experiencias muy positivas como muy negativas en el ámbito de la Educación Primaria o Secundaria. Y en aquellos que tenían huellas de un impacto positivo, la música tenía un lugar importante reservado en sus vidas. Bien porque se dedican ella o a la educación de la materia, bien porque personalmente tenga influencia directa", repasa la docente.

De las entrevistas de IMPACTMUS se extrajeron varios testimonios y, con ellos, se elaboró una serie de vídeos documentales, que ahora Serrano muestra en su aula. "Utilizo algunos fragmentos de estos vídeos para favorecer la toma de conciencia de mis alumnos en el Máster y en el Grado de Educación Infantil y Educación Primaria sobre el nivel del profesorado que se está formando", señala. "Creemos que su difusión es muy importante no solo a nivel científico y académico sino también social, para que la aportación llegue a toda la comunidad y sirva para la reflexión".

Estos alumnos son los que el día de mañana deberán seguir educando en la importancia de esta rama del arte y ya parten con una desventaja respecto a años anteriores: hasta hace unos años existía la diplomatura musical, por lo que la carga lectiva específica relacionada con la didáctica de la música era mucho mayor. La diplomatura se eliminó y se dio paso a la titulación del Grado, que cuenta con una asignatura obligatoria en el tercer curso y la posibilidad de adquirir la mención en Música nutrida por cinco asignaturas optativas repartidas en el último curso del Grado en Magisterio en Educación Primaria y la posibilidad de hacer prácticas destinadas a la educación musical y por una única asignatura para el Grado en Magisterio en Educación Infantil. "En este contexto surge un problema: la formación escolar debería estar centrada en los conocimientos de la materia y la universitaria dedicada a la didáctica musical y a cómo enseñar en los centros. Pero, al no hacerlo siempre y no contar con una prueba específica de conocimientos previos para escoger la mención, nos topamos con estudiantes que tienen un nivel muy básico sobre la materia que chocan con los que tienen una formación más intensa", lamenta la docente. "La sensación, por parte del profesorado es que se intenta abarcar los máximo y llegar a todos pero se ha notado esta reducción de tiempo".

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