Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Zaragoza, ciudad de hackatones

Intensidad. Concentración. Trabajo en equipo. Pero también desafío y competición. Los hackatones atraen a un público joven deseoso de responder a un reto tecnológico, muchas veces real, a base de no parar de darle a la cabeza y compartir ideas durante horas. Desde 2014, Zaragoza se subió a este carro motivador, con un ambiente constructivo que hace que la gente pierda el miedo a tratar de resolver problemas inesperados. Hace unos días, la capital aragonesa fue la ciudad española con mayor número de participantes en la primera ronda del Google Hash Code.

Trabajo en equipo en el Google Hash Code celebrado el 20 de febrero en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza.
Trabajo en equipo en el Google Hash Code celebrado el 20 de febrero en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza.
Francisco Jiménez

No basta con idear una solución. En un hackatón –o ‘hackathon’, ‘hack day’, ‘hackfest’ o ‘codefest’–, un puñado de personas involucradas en el desarrollo de software y hardware –tecnólogos, diseñadores gráficos, expertos en dominios…– colaboran intensamente y contrarreloj para crear un software o un dispositivo hardware... que funcione al final del evento.

El término integra ‘hack’, aludiendo al sentido exploratorio de la programación, del descubrimiento de algo nuevo, del aprendizaje, y ‘maratón’, como el reto que supone desarrollar una solución en poco tiempo.

Tras el pistoletazo de salida, los participantes en un hackatón negocian ideas y forman equipos y entonces comienza el trabajo de desarrollo –con tema específico o libre–, que puede durar desde varias intensas horas hasta un par de días. Los hackatones semipresenciales incluso pueden extenderse durante semanas. Como hay que sobrevivir y rendir al máximo durante horas, la comida clásica de hackatón es tan informal como pizzas, bebidas energéticas y cafés. Si el encuentro pasa de 24 horas, hay que descansar donde se pueda, por lo que es habitual dormir en el lugar del evento en sacos de dormir o sobre colchonetas proporcionadas por la organización.

El perfil habitual de sus participantes: joven de entre 18 y 25 años con formación tecnológica (ciclos formativos o universitaria). Pero ¿qué les lleva a participar en estos eventos? Jorge Rambla y Ángel Cañal, alumnos de Ingeniería Informática en la Universidad de Zaragoza (UZ), han participado en varios hackatones, y forman parte de la asociación de estudiantes Code Lab ZGZ. Ambos destacan que estos eventos son un punto de encuentro entre personas que comparten intereses tecnológicos. En su opinión, la exigencia de tiempo te hace "ser capaz de pensar ideas, desecharlas muchas veces y finalmente encontrar algo en lo que destacar sobre el resto de equipos". La experiencia fue tan atractiva que se involucraron en la asociación y han organizado varias ediciones de Imagine Code y Google Hash Code. La última el pasado día 20 de febrero en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura.

Idear juntos

En Zaragoza, la tradición de hackatones comienza en 2014. Borja Espejo, investigador en la Universidad de Zaragoza, vivió su primera experiencia en 2013, en Madrid, en un Nasa Space Apps Challenge. Y solo un año más tarde lanzó el primer Nasa Space Apps Challenge en Zaragoza (al que han seguido otros cinco más). "La idea era recrear la misma experiencia que tan buen sabor de boca me había dejado un año antes en Madrid. ¿Cómo? Intentando unir comunidades separadas en su día a día: ‘makers’, ‘hackers’, estudiantes de cualquier área de ciencia e ingeniería, estudiantes de FP, profesionales TIC, etc. Ahora es más fácil, pero hace casi siete años, las comunidades mañas eran bastante estancas. Los retos de la NASA son los suficientemente complejos como para necesitar el aporte de todos".

Pero no hace falta haber sido cocinero antes que fraile. Francisco Javier López-Pellicer, profesor del Departamento de Informática de la UZ, nunca ha participado en ningún hackatón. Sin embargo, lidera la organización del nodo del Google Hash Code en Unizar y probablemente sea la persona más activa en Zaragoza a la hora de generar dinámicas positivas para la puesta en marcha de hackatones. López-Pellicer señala que hay un proceso formativo en estos eventos con el que se siente comprometido como docente: "Ver cómo los alumnos de los dos primeros cursos del grado de Ingeniería en Informática, que se acercan con un poco de miedo a estos eventos, descubren su capacidad de resolver problemas nuevos e inesperados, es decir, pierden ese miedo, alegra la vida", señala.

Un caso paradigmático en la organización de hackatones en Zaragoza es el de Alberto Virto, actual director de Etopia y miembro de la asociación Astrosedetania. En 2014 la organización del Nasa Space Apps Challenge en Zaragoza le invitó a colaborar como presidente de la Agrupación Astronómica Aragonesa. El evento le cautivó y, desde entonces, es un agente activo en la organización del decano de los hackatones que se celebran en nuestra ciudad.

Estos encuentros arrastran a decenas de jóvenes a una actividad de ocio y crecimiento personal que puede resultar sorprendente para el gran público. Es alentador pensar que podemos depositar nuestro futuro en personas capaces de ilusionarse por retos tecnológicos que pueden ayudar a mejorar nuestra sociedad y de afrontarlos en una competición de unas pocas horas. En palabras de Jorge Rambla, "las mejores anécdotas se dan entre las tres y las seis de la mañana del sábado al domingo, cuando la poca gente que queda sin dormir empieza a mostrar el cansancio físico y mental, pero al mismo tiempo se nota que están llenos de energía por desarrollar la idea que llevan en la cabeza".

Reunión de cerebros

En 1999, diez desarrolladores de todo el mundo se reunieron durante una semana en una casa en Calgary (Canadá) y el resultado fue la primera integración de IPv6 (la versión 6 del protocolo de internet) en un sistema operativo. Esta idea caló y, entre el año 2005 y 2010, los hackatones se popularizaron como una forma de desarrollar rápidamente nuevas ideas por parte de las empresas e inversores. Desde el 2010 empezaron a surgir hackatones de todo tipo, no necesariamente vinculados con el desarrollo de nuevas ideas, a veces enfocados hacia determinadas edades o colectivos (como las mujeres, para animar su incorporación, muy escasa, a estos encuentros) o vinculados con una causa o propósito definido. Por ejemplo, IBM ha anunciado que su Call for Code Global Challenge 2020 se centrará en la lucha contra el cambio climático.

Escaparates de talento a la vista de las empresas

Además de a jóvenes entusiastas dispuestos a quedarse una noche sin dormir, los hackatones también atraen a empresas. ¿Qué lleva a una compañía a involucrarse en su patrocinio? Para Víctor Vidaller, de Hiberus Tecnología, y Miguel García Lapresta, de Geoslab, una gran empresa y una pyme aragonesa, respectivamente, está muy claro: acercarse al talento y poderlo atraer a sus respectivas organizaciones. Los hackatones permiten dibujar propuestas interesantes para las empresas a través de los retos que proponen, y de acercarse al talento que se enfrenta a los mismos.

Con solo dar un paso más, se llega organizar tu propio hackatón. Hiberus Tecnología ha organizado en 2019 y 2020 un nodo del Google Hash Code en la sede de su empresa. Para Vidaller, así se está dando respuesta a una demanda interna que, además, permite "generar sinergias en nuestros trabajadores, trabajar con gente con la que en el día a día no podemos trabajar y, principalmente, abrir las puertas de nuestra casa a cualquier persona que quiere venir y aprovechar la experiencia".

Hackatones maños: de la programación a la física

  • Nasa Space Apps Challenge: 36 horas Fue el primer hackatón que se celebró en Zaragoza. Es un proyecto de la NASA para desarrollar aplicaciones software y otros inventos en respuesta a una serie de retos que la propia agencia propone. Desde 2012, diferentes equipos en nodos de diferentes ciudades del mundo (en 2019 hubo 289 nodos) se reúnen y trabajan durante 36 horas seguidas. La competición se desarrolla a nivel local para conseguir los premios ofrecidos por los patrocinadores del nodo. A la vez, se compite con otros nodos para ser finalista y viajar a la NASA a presentar los resultados y ver en directo el lanzamiento de un cohete.
El nodo de Zaragoza está entre los más veteranos de España. Desde 2014, unas 50 personas se reúnen en Etopia para abordar los retos de la Nasa. Una de las características que hace distinto a este hackatón de otros que se celebran en la ciudad es su carácter ‘familiar’. Las seis ediciones celebradas han cohesionado equipos que repiten año a año y numerosos participantes han dado el salto a colaborar en la organización del evento o poner en marcha otros hackatones.
  • Google Hash Code: 4 horas Es un concurso de programación por equipos organizado por Google. Cada equipo elige el lenguaje de programación y Google propone un problema de ingeniería que debe ser resuelto. En una primera ronda de clasificación, la competición se desarrolla ‘online’ desde cualquier parte del mundo, incluso desde un domicilio particular, aunque lo habitual es que los equipos compitan desde los nodos de participación, o hubs, donde es posible encontrar participantes sin equipo para completar otros ya existentes o simplemente a otras personas haciendo lo mismo que tú. Dos elementos hacen diferente este evento: existe un único reto compartido por todos, y solamente hay cuatro horas para darle una solución. Más allá de la honra de conseguir resolver el problema que plantea Google lo más rápidamente posible, el gran aliciente es que los mejores equipos son invitados a una oficina de Google para participar en la ronda final.
Hace unos días, por quinta vez se habilitaron nodos del Google Hash Code en Zaragoza. En esta edición de 2020, los dos hubs más activos de España estuvieron en la capital aragonesa, que, con 300 participantes, representó casi un 25% de la participación de todo el país. Hubo seis nodos: en las oficinas de tres empresas, en la Universidad San Jorge, en el Maker Space y en la a Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA) de la Universidad de Zaragoza, donde se reunieron 160 participantes.
  • Imagine Code: más de 40 horas Se puso en marcha en 2018, con más de cien participantes, por Code Lab ZGZ, una asociación de estudiantes de informática de la Universidad de Zaragoza, con el apoyo de profesores de la propia Universidad y del equipo directivo de la EINA. Durante más de 40 horas, los equipos se enfrentan a los retos propuestos por las empresas patrocinadoras. La segunda edición se celebró en noviembre de 2019.
El factor diferencial de Imagine Code es el perfil principal de sus organizadores: estudiantes universitarios. Con un liderazgo y máxima implicación de personas de entre 21 y 25 años, se levanta un evento diseñado para 120 participantes a los que hay que dar de comer, cenar y desayunar durante casi dos días. Son ellos quienes establecen los contactos con las empresas, negocian su participación, colaboran con ellas en el diseño de los retos, dan difusión del evento, gestionan las inscripciones, diseñan y ponen en marcha la logística necesaria, etc.
  • Physics around the clock: 36 horas Por tercer año consecutivo, se celebró en la Universidad de Zaragoza ‘Physics around the clock’. Un ‘physicatón’ como este recoge el concepto de hackatón y lo aplica a la física. A diferencia de los hackatones de programación, en un physicatón no se crean nuevas soluciones, sino que se resuelve un problema complejo discurriendo por equipos una solución original que aúne creatividad y rigor científico. Porque esos problemas que se plantean no poseen una solución única y el jurado tiene que debatir cuál es la una solución más original y, a la vez, rigurosa. En esta edición, el 15 y 16 de febrero (noche incluida), 80 universitarios de toda España estuvieron 36 horas encerrados en el edificio de Geológicas tratando de buscar una solución viable a la gran cantidad de basura espacial en la órbita baja de la Tierra o un método eficaz de transporte de energía sin cables. El tercer problema: clasificar diferentes eventos de desintegración usando ‘machine learning’ para diferenciar la señal del bosón de Higgs del ruido en el experimento Atlas.

F. Javier Zarazaga-Soria Departamento de Informática e Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Zaragoza

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