Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Historias de innovación, en carne y hueso

Tenemos aire acondicionado gracias a las revistas (pero no como estás pensando)

Una manera sencilla de aliviar el calor del verano es abanicarse con una revista. Lo que poca gente sabe es que esa relación entre medios impresos y temperatura va mucho más allá. Descubre cómo nació el primer sistema de aire acondicionado de la historia.

Sistema desarrollado por Carrier para la refrigeración de espacios públicos
Sistema desarrollado por Carrier para la refrigeración de espacios públicos
Carrier Air Conditioning Company of America

¿Qué tienen que ver las revistas con las altas temperaturas? No solo que puedas abanicarte con una para aliviar el calor. La humedad del aire, que no la temperatura, era un serio problema para la Sackett-Wilhelm, empresa dedicada a la impresión de publicaciones en color. La solución la daría un joven ingeniero llamado Willis Carrier, un recién titulado que cobraba apenas 10 dólares a la semana (por debajo del salario mínimo de la época).

Buffalo Forge, tenemos un problema

Willis Carrier nació en Angola (localidad del estado de Nueva York) en 1876. En 1901 se graduó en Ingeniería Eléctrica y empezó a trabajar en Buffalo Forge, una empresa especializada en sistemas de calefacción, como ingeniero de investigación y desarrollo. Dicha empresa había creado un programa de I+D en el que joven Carrier podría experimentar y desarrollar sus ideas. Y el reto no tardó en llegar.

Entre los clientes de Buffalo Forge estaba Sacket-Wilhelm. Dicha empresa era una de las más importantes de la época en la impresión de publicaciones en color. Sin embargo tenían un problema serio: las variaciones de humedad en el aire echaban a perder las impresiones. Efectivamente, el proceso de impresión requería aplicar cuatro capas de color, cian, magenta, amarillo y negro. Variaciones de humedad entre la aplicación de una capa y otra provocaban que el papel se dilatase o contrajese, haciendo que las capas sucesivas no coincidieran. Un solo milímetro de diferencia arruinaba la impresión.

Ante este problema, decidieron plantearle el reto a Buffalo Forge. A fin de cuentas, si sabían cómo calentar el ambiente, quizá descubrieran cómo controlar la humedad del aire. El reto se le encargó a Willis Carrier. Tras varios experimentos fallidos en su laboratorio, Willis encontró una solución.

La solución de Carrier

La solución a la que llegó a Carrier fue hacer circular el aire por unos conductos en forma de espiral, que se enfriaban con amoniaco comprimido para mantener la humedad al 55% de forma constante. El cliente quedó encantado. Era el año 1902 y había nacido el primer sistema de aire acondicionado de la historia.

El problema de la humedad no era exclusivo de la Sacket-Wilhelm. La solución de control de la humedad de Carrier supuso un negocio lucrativo para Buffalo Forge. En 1907 el sistema se había instalado en fábricas de diversa naturaleza como Gillette, ya que la humedad oxidaba las hojas de las cuchillas de afeitar. A finales de ese mismo año Buffalo Forge creó una filial propia dedicada exclusivamente al nuevo negocio del aire acondicionado. Durante los siguientes años se instalaron equipos Carrier en varias industrias: tabaco, algodón, caucho, papel, productos farmacéuticos y procesamiento de alimentos.

Willis Carrier presidió dicha filial, y fue ingeniero jefe de Buffalo Forge , así como director de investigación y desarrollo. No está nada mal, teniendo en cuenta que tan solo cinco años antes no cobraba ni el salario mínimo interprofesional.

El 'hacedor del tiempo'

Todo cambió en 1915 con la decisión de Buffalo Forge de abandonar la parte de ingeniería. Willis Carrier aunó fuerzas (¡y ahorros!) con otros seis ingenieros de la empresa para fundar la Carrier Engineering Corporation, empresa que todavía existe y comercializa sistemas de refrigeración.

En los años veinte, Carrier inventó un nuevo sistema que revolucionaría el sector y abriría las puertas para el disfrute humano. El compresor centrífugo de refrigeración usaba refrigerantes no tóxicos y podía instalarse a bajo coste. El auge de los cines y centros comerciales en la época permitió un gran despliegue de los sistemas de aire acondicionado. No sería hasta entonces cuando el gran público pudo disfrutar del 'hacedor del tiempo' ('weathermaker', en inglés).

¡Y llegó a casa!

En 1939 Carrier inventó el sistema por el cual el aire se refrigeraba en una máquina central y se distribuía a habitaciones a gran velocidad mediante tuberías. El éxito y gran adopción de su invento, y cómo ha influido en los hábitos de la sociedad, es de sobras conocido: ocio, oficinas, hogar, automóviles… Su impacto en nuestra sociedad es mayor del que cabe pensar.

Carrier sufrió un ataque al corazón en 1948, que le obligaría a retirarse prematuramente. Murió en 1950, teniendo no sólo el honor de ser el inventor y mayor propulsor del aire acondicionado, y atesorando más de 80 patentes a su nombre.

Lecciones aprendidas

-INNOVACIÓN ABIERTA Las empresas tienen problemas para los que puede que no haya una solución en el mercado. Una alternativa es el I+D+i interno, y otra hacer como la Sacket-Wilhelm: contactar con algún proveedor (o proveedores) para que busquen una solución a los mismos. Esta es la base de la llamada innovación abierta, en la que todas las partes salen beneficiadas.

-GENIOS Y REDES LÍQUIDAS Willis Carrier pertenece a esa clase de inventores que han sido capaces de sacar adelante sus ideas convirtiéndolas en un negocio creativo. Son esos genios los que han pasado a la historia. Sin embargo son excepciones: aunar la capacidad de resolver problemas con una visión empresarial resulta harto complicado. De hecho, la mayor parte de las innovaciones de los últimos siglos se deben a la colaboración gracias a las llamadas redes líquidas, cuyos miembros contribuyen, colaboran y se complementan de muy diversas maneras (la World Wide Web es un claro ejemplo)

-TRANSFERENCIA ENTRE MERCADOS La transferencia tecnológica entre diferentes mercados es una importante fuente de innovación. Pasar de controlar la humedad en la industria a la temperatura en espacios públicos y privados puede parecer una idea obvia, pero no lo es. Requiere de un ejercicio de reflexión y análisis concienzudo para asegurar la viabilidad de la idea.

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