cultura

¿Sabes por qué a Popeye le gustaban las espinacas?

La relación entre el marketing y el cine ha dejado para la historia una serie de campañas exitosas que demuestran que ambos campos conforman un binomio ganador.

Fotograma de la película 'Popeye' (1980), dirigida por Robert Altman y protagonizada por Robin Williams.
Fotograma de la película 'Popeye' (1980), dirigida por Robert Altman y protagonizada por Robin Williams.
Imdb

La historia lo demuestra. Desde hace muchas décadas y antes de la llegada de la era digital, el marketing encontró en el cine a uno de sus mejores aliados. Las enormes pantallas, la considerable atención del público o la gran calidad de la imagen se convirtieron desde el principio en elementos clave para dar a conocer una marca. Una relación que se ha manifestado a través de técnicas de diversa índole, entre las que destaca el ‘product placement’ (posicionamiento de producto), que consiste en hacer menciones o en mostrar artículos con el fin de que luzcan como parte de la historia en lugar de como publicidad.

El primer caso de esta práctica se produjo en los años veinte de la mano del 'film' mudo ‘Wings’, ganador del Óscar a la Mejor Película en 1927 y donde se mostraba una tableta de Hershey’s Chocolate. A medida que el cine fue evolucionando, esta herramienta se continuó utilizando, haciéndose especialmente popular en los años ochenta con el lanzamiento de largometrajes como E.T., donde el pequeño Elliot ofrecía al extraterrestre algunos de sus Reese's Pieces, unos caramelos de mantequilla de cacahuete muy famosos en Estados Unidos. 

Otro de los métodos más conocidos que prueba el éxito de este binomio es el de Popeye, que nació en 1929 después de que los productores de espinacas estadounidenses decidieran publicar una tira cómica en el periódico ‘The New York Evening Journal’ protagonizada por un personaje que estaba fuerte y saludable gracias a alimentarse de esta verdura con el fin de que aumentasen sus ventas. Fue tal el éxito de la publicación que el incremento de producción que consiguieron los agricultores llegó a valores nunca vistos en el país.

De esta forma, Popeye se convirtió en uno de los personajes animados más famosos de todo el mundo y fue el protagonista de futuros cortometrajes, dibujos animados para televisión, películas, cómics, programas de radio y videojuegos. Una campaña que constituye un ejemplo perfecto de marketing, pues se aportó valor añadido a los clientes para que viesen su producto sin sentirse obligados a ello y además promocionaron su marca de una manera brillante.

Por último, otro de los grandes casos que relaciona cine y marketing es el de las campañas promocionales de las películas. Desde los años noventa, cada vez son más frecuentes las iniciativas que juegan con las historias y los personajes de forma creativa para publicitar su estreno causando una notable expectación. Algo que pudo comprobarse en ‘El proyecto de la bruja de Blair’ (1999), cuyos creadores supieron aprovechar el potencial del incipiente internet que daba sus primeros pasos por entonces y tuvieron la original idea de convencer al público de que lo que se iba a ver era un auténtico documental y que los tres estudiantes que centraban la trama habían desaparecido realmente. Una leyenda cuyo germen, la página web www.blairwitch.com, aún puede visitarse, y que además dio lugar a una secuela.

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