educación

Pon en práctica la escucha activa para aceptar las emociones de tus hijos

Todos hemos oído hablar mucho sobre la escucha activa. Pero, aunque es muy importante ponerla en práctica con los hijos, sinceramente, no es fácil. El primer paso es aprender a mantener el silencio más de lo que solemos hacerlo. 

Cuando mostramos interés hacia lo que nos cuentan, los pequeños perciben que son importantes.
Cuando mostramos interés hacia lo que nos cuentan, los pequeños perciben que son importantes.
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El primer paso que debemos dar, si queremos poner en práctica la escucha activa con nuestros hijos, es aprender a mantener el silencio mucho más tiempo de lo que solemos hacerlo. Por lo general, cuando alguien nos cuenta algo, enseguida tendemos a darle una respuesta. Y esto no forma parte de la escucha activa.

EXPRESAR SENTIMIENTOS

El objetivo de este tipo de escucha no es tanto que los niños cuenten cosas como que se enteren de lo que ellos piensan y de lo que sienten expresándolo. Muchas veces no son conscientes de ello y poderlo expresar sin obstáculos -sin nuestras intervenciones- es lo que les da claridad sobre lo que sucede en su interior.

EL DISCURSO

Podemos acompañar su discurso prestándoles atención, manteniendo el contacto visual, mostrando verdadero interés, asintiendo con la cabeza, recurriendo a expresiones como "ajá" y, por supuesto, no haciendo otra cosa a la vez.

MUÉSTRALES SIEMPRE TU INTERÉS

Cuando mostramos interés hacia lo que nos cuentan, perciben que son importantes, tanto ellos como lo que les pasa, lo que sienten o lo que piensan. Esto favorece su autoestima y estimula su capacidad de expresarse.

CUESTIÓN DE CONFIANZA

Si no tenemos claro por qué nos cuentan algo, podemos preguntarles si necesitan nuestra ayuda o si simplemente quieren contarlo. En el caso de que la respuesta sea la segunda, agradecerles que depositen su confianza en nosotros para compartir lo que les pasa por la cabeza, hará que se sientan importantes. Y volverán a hacerlo.

NI NEGAR NI JUZGAR

No siempre contarán cosas agradables. Esta es la parte crucial. Unas veces, será una pelea o la reprimenda de un maestro… Y otras que odian a su hermano. Sea lo que sea, es clave que aceptemos sus emociones, es decir, que no las neguemos ni las juzguemos. Puede que no nos guste lo que nos cuenten pero, si reaccionamos con enfado o desaprobación, cuando les vuelva a pasar, cuando lo vuelvan a hacer, no nos lo contarán y eso será peor.

SU FORMA DE PENSAR

Que nos cuenten cómo se sienten o lo que piensan nos ayuda a conocer su forma de pensar y nos facilita intervenir en ella. Pero, si no aceptamos lo que nos cuentan, dejarán de hacerlo y perderemos esa posibilidad.

LOS MALOS SENTIMIENTOS

Si les decimos que está mal sentir envidia u odiar, por ejemplo, no dejarán de sentirlo por eso. Negarán que lo sienten, lo ocultarán y lo enterrarán, nada más. Se sentirán mal por ello y además no podrán gestionar esa emoción. Tendrán miedo de sentir según que emociones y eso no es bueno. El primer paso es aceptar lo que sentimos, sea lo que sea. Luego, recibir la información que nos da la emoción. Y, después, hacer lo pertinente con esa información.

AUTOCONTROL, SIEMPRE

Debemos controlar el lenguaje no verbal, la cara que ponemos cuando nos cuentan algo. Si perciben la más mínima desaprobación, es probable que dejen de hacerlo.

ESOS COMPORTAMIENTOS

Comportamientos. Comprender cómo se sienten no significa que permitamos que se comportan mal. Es decir, ‘odiar’ a su hermano no justifica que le pegue, y esto debe ir acompañado de una consecuencia. Ser permisivo con las emociones no significa serlo con los comportamientos.

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