Niños delincuentes: ¿se van de rositas?
La Ley del Menor vuelve a estar en boca de todos, tras producirse asesinatos y violaciones cometidos por menores de 14 años. ¿Son inimputables, nunca reciben castigo? En realidad, hay herramientas para resarcir a la víctima y reeducar al niño. Aragón es pionera en terapias de mediación y su sistema se copia en otras fiscalías
Es un debate periódico, eterno, que siempre vuelve. Un debate que dura casi 20 años, los mismos desde que se empezó a debatir y, después, a aplicar la Ley del Menor. Y que regresa cuando tienen lugar sucesos que estremecen las entrañas de Aragón y del resto de España. Cuando, por ejemplo, dos niños matan a una pareja de ancianos en Bilbao. O cuando otro grupo de niños participa en una violación en grupo en Jaén a un pequeño de apenas 9 años. ¿Qué nos escandaliza? «Pues que son inimputables. Eso no se puede negar: un menor de 14 años, según la legislación española, no puede ser imputado. Ahora bien, detrás de esa afirmación hay otra de la que no se habla: que ninguno de esos menores de 14 años se va a la calle a seguir delinquiendo, que existen herramientas que están dirigidas a su protección como niño, a su reeducación y, sobre todo, centradas en esa víctima que necesita también atención. En ese debate que surge tantas veces y levanta tantas opiniones encendidas, pocas veces se habla de cómo ese menor de 14 años rara vez vuelve a delinquir cuando recibe la atención que necesita», precisan Antonio Balsa y Pascual Jiménez, educadores del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) que trabajan con menores de 14 años a través de la Fiscalía de Menores.
Aragón, una vez más, es pionera en legislación. Su aplicación reeducativa de la Ley del Menor es un sistema copiado por otras Comunidades, cuyo objetivo es dar respuesta al conflicto desde la participación de las partes implicadas, con la colaboración de un educador mediador, «y un sistema que consigue que ese niño menor de 14 años vea qué ha hecho mal, pida perdón a la víctima... Hemos tenido casos en los que ese niño, que era el matón que golpeaba a otros y al que tenían miedo, se derrumbó al pedir disculpas y rompió a llorar. Y se acabó ahí mismo el problema», recuerda Jiménez. Es un sistema que establece reuniones, y se busca el recurso terapéutico.
Lesiones y hurtos
Más allá los casos más mediáticos, la mayoría de delitos cometidos por menores de 14 años son de pequeña entidad. De las tres fiscalías de menores en Aragón, solo la de Zaragoza ha presentado datos pormenorizados, que revelan que, en 2017, de los 194 menores de 14 remitidos a la Fiscalía cometieron en su mayoría delitos de lesiones (29%), hurto (19%) o daño (8%). No debe preocupar, dicen, el aumento del número de menores: 144 en 2015, 172 en 2016 y 194 en 2018 «ya que se trata a veces de cambios en la estadística o la tipificación más que delitos en sí». Desde la Fiscalía se ha alertado, sobre todo, del incremento de denuncias relacionadas con el acoso escolar (un 23% de los delitos del pasado año), «que creemos que se debe a que cada vez son más conscientes alumnos, padres y profesores de la importancia de tomarse en serio estos hechos», considera José María Rivera, fiscal superior de Aragón.
Tanto el fiscal Rivera como los educadores Antonio Balsa y Pascual Jiménez inciden en que «un menor de 14 años que comete un delito grave no estará después en la calle. Con un delito muy grave se actúa con la retirada de custodia, con programas de internamiento.... La Ley del Menor permite actuar según la gravedad del caso. Pero falta respuesta institucional en esos casos más graves, una actuación que muestre que se va a valorar, se va a actuar y se va a atender a la víctima. Ese es siempre el camino, la intervención específica determinada para menores de 14 años infractores».
Redes sociales
En los últimos días también ha respondido a muchas preguntas el juez de menores Emilio Calatayud, famoso por sus sentencias pioneras orientadas, precisamente, a esa reeducación del menor. «Cuando hay niños que están pensando en el sexo y en violar en lugar de jugar a policías y ladrones es que nos hemos equivocado en todo. Cuando un niño mata es que todo ha fracasado», aseguraba recientemente tras conocerse las últimas noticias. «Hay muchos niños y niñas de doce años que han visto porno. Está a un clic de sus teléfonos inteligentes. Es la sociedad del todo vale para vender. Queremos que sean adultos y son niños. Y algunos puede creer que el porno es la realidad. Y pasa lo que pasa. ¿La solución?: educación y autoridad. No hay otra».
Emilio Calatayud destaca que «la Ley del Menor es muy desconocida y desde el principio se ha explicado mal. Yo soy partidario, antes de bajar la edad penal, de apretar más a los padres, a los profesores y a los medios de comunicación. Es decir, a los responsables de ese enorme fracaso que es que tengamos que estar hablando de esto. Legislar ha de hacerse con tranquilidad, ¿de qué sirve ahora en caliente hablar de ello?». Calatayud es partidario de crear instrumentos nacionales para intervenir en todos los casos necesarios y que ningún niño quede desatendido. «Y además recordar a las víctimas que hay una responsabilidad civil en los menores, que deben afrontar los padres. Por desgracia, a veces solo el bolsillo hace reaccionar a ciertas personas y tener que pagar los desperfectos del hijo puede llevar a cambios en la manera de educar. Pero eso muchos no lo saben, creen que no se puede hacer nada, se ha impuesto esa idea de que los menores se van de rositas. Pues no es así, hay que poner una denuncia y que ese menor se enfrente a las consecuencias».
Terapias
Aragón cuenta con el Equipo educativo para Menores de Catorce (EMCA). Si es la familia el foco problemático, asumirá la tutela del menor el IASS. Si es el menor quien arrastra los problemas, se le ayuda a través de la terapia psicológica o de salud mental desde los servicios de psiquiatría del Hospital Clínico de Zaragoza. Los educadores, eso sí, alertan de que son muchos los niños problemáticos que necesitan atención y advierten de que la sociedad se complica y deben dedicarse más esfuerzos para evitar tragedias.
El debate sobre la modificación de la normativa penal sobre el menor se reaviva con los casos más mediáticos. La muerte de Sandra Palo, minusválida psíquica, violada por tres menores en el año 2003 llevó a alargar el tiempo de internamiento en los centros hasta cinco años. También con los del crimen de Marta del Castillo, donde el Cuco era menor de edad. Pero lo cierto es que las edades son similares en otras legislaciones europeas: en España, Italia y Francia son los 14 años el límite para imputar penalmente; en Francia, a partir de los 13. Inglaterra y Gales tienen una de las más bajas, con 10 años, en Holanda y Bélgica se sitúa en los 12 años y en Estados Unidos no hay edad fijada, aunque estados como Carolina del Norte lo sitúa en los siete años.
Lo cierto es que se trata de niños. El juez Calatayud lo recordaba recientemente en un escrito a raíz de la estancia en prisión de Estremera por una noche del exconsejero catalán Santi Vila: «Tenía el rostro desencajado. Es una situación desoladora, terrible, ha dicho. Y de inmediato me ha venido a la cabeza una descripción que siempre comento en mis charlas. Cuando en un centro de internamiento de menores llega la noche, se cierran las celdas y los chavales se quedan solos con su intimidad, solo se oyen llantos de niños. No se escuchan gritos de delincuentes, solo a niños llorando».
El EMCA realiza actividades preventivas y docentes, sesiones dirigidas a escolares de entre 12 y 14 años, pero también a padres y profesores. «Al principio nos llamaban para dar una charla cuando se producía un problema en concreto, por ejemplo acoso escolar o agresiones... Pero nos dimos cuenta de que muchos de los menores infractores no sabían que estaban cometiendo un delito, así que ahora damos charlas en las que explicamos cómo muchas aventuras son en realidad una infracción que genera una respuesta penal o administrativa» destaca Pascual Jiménez. ¿Por ejemplo? «Pocos menores saben que ir en un grupo ya te incluye en el delito. Es decir, si vas en un grupo y uno tira una piedra contra un escaparate tú también tienes responsabilidad. Si se produce un acoso y tú estás en ese grupo, también se te incluye a ti. Si entras en una tienda y tu amigo roba algo y sales con él y os pillan, también tú vas a ser acusado de hurto». Y las charlas se dan, después a los padres, «porque tampoco ellos saben qué responsabilidad tiene determinado acto. Si su hijo está en ese grupo que ha roto un escaparate, ellos tendrán que pagar la parte que les toca. Los niños son inimputables, pero los padres no. Los padres han de afrontar la responsabilidad civil».
Lo importante, en opinión de su compañero Antonio Balsa «es cortar de raíz, que ese primer delito por el que se le juzga no vaya a más. Que no se produzca años después otro más y más grave. Porque la impunidad lleva a veces a eso, a sentirse que pueden hacer lo que quieran. Por eso cada vez que se produce un crimen como el de Bilbao es porque algo falló al principio. Nunca debió ocurrir».