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¿Qué pasa si bebo agua de un pozo o lago directamente? ¿Qué enfermedades puede provocar?

Beber agua no tratada puede derivar en enfermedades. Es importante consumir únicamente agua potable.

Agua de un arroyo.
Agua de un arroyo.
Pixabay

Son muchos los consejos y advertencias que suelen darse en verano relacionadas con el incremento del flujo de excursionistas en la naturaleza. Avisos sobre pozos o ríos donde no es conveniente darse un chapuzón, sitios prohibidos para acampar, cuidados para evitar incendios en los bosques e indispensables para combatir el calor sofocante que caracteriza al periodo estival. Precisamente, uno de los problemas a los que puede enfrentarse el ser humano en mitad de una excursión o ruta es la sed. Por este motivo, es fundamental llevar agua suficiente u otros líquidos que alivien esta necesidad.

Ligada a esta sensación, puede existir la tentación de beber agua directamente de pozos naturales, lagos, manantiales o ríos, entre otros, que jueguen una mala pasada. Y es que todo agua que carezca de indicación potable no se debe beber. La denominada 'agua cruda', aquella que no ha sido tratada, no cuenta con el aval de los expertos y estamentos sanitarios, por muy pura que parezca, para su consumo. Para que el agua puede ser bebida sin riesgo, esta debe ser sometida a controles periódicos de la composición química y de la microbiología. 

Enfermedades que puede provocar el agua no potable

No hay que dejarse engañar por la transparencia del agua de arroyos y otros caudales. En muchas ocasiones, pueden estar contaminados y ser portadores de residuos ganaderos, restos de pesticidas o plaguicidas agrícolas y microorganismos patógenos que deriven en una intoxicación en la persona que consuma dicho agua sin esterilizar. Una de las enfermedades más comunes que se pueden desarrollar si se consume agua no potable es diarrea, que provoca la pérdida de líquidos y debe ser tratada. Otras dolencias hídricas vinculadas con el consumo de agua no tratada son:

  • Fiebre tifoidea: originada por la bacteria Salmonella, provoca fiebre elevada y continuada, erupciones cutáneas, dolor abdominal, sensación de debilidad y dolor de cabeza. En algunos casos puede darse un aumento del tamaño del hígado o del bazo.
  • Gastroenteritis: se trata de una inflamación del aparato gastrointestinal e incluye la presencia de diarrea, dolor abdominal tipo cólico, fiebre o vómitos.
  • Hepatitis A: sus síntomas son similares a los de la gastroenteritis. En este caso, la infección se produce en el hígado que puede generar otros síntomas como fatiga o micciones.
  • Giardiasis: infección del sistema digestivo, con origen en agua contaminada por heces, que provoca dolor abdominal, diarrea, fiebre, náuseas, debilidad o pérdida de peso.
  • Disentería: inflamación y ulceración del intestino grueso acompañada de fiebre, dolor abdominal y diarrea con deposiciones de mucosidades y sangre.
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