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Regresa la bronquiolitis: qué es y cuáles son sus síntomas

La afección ha alterado sus fechas de impacto y hay casos ahora, cuando suele aparecer entre octubre y marzo.

Bebé
Bebé
Pixabay

El virus respiratorio sincitial (VRS) es el causante de la bronquiolitis, que suele aparecer en niños de hasta dos años, con incidencia especial entre los tres y los seis meses de vida, y afecta a buena parte de la población en ese tramo, prácticamente a la mitad de los bebés. Normalmente aparece entre octubre y marzo, pero la aparición de la pandemia de la covid-19 ha alterado su evolución habitual, y se están dando casos desde finales de abril hasta la actualidad, a las puertas del verano. Se trata de una afección viral, que se manifiesta en forma de hinchazón y acumulación de moco en las vías aéreas más pequeñas de los pulmones, los bronquiolos.

El contagio es por vía directa, cuando se tose o estornuda y las secreciones de la nariz y la garganta de alguien que tenga la enfermedad, contenidas en las gotículas expulsadas, entran en contacto con el bebé. También por tocar objetos que luego agarre el bebé y se lleve a la boca. Hay un mayor riesgo en los bebés de menos de seis meses expuestos a humos de cigarrillo, que vivan en situación de hacinamiento o que no hayan sido amamantados. También es más habitual entre los bebés prematuros. Lo sufren de peor manera aquellos bebés con cardiopatías congénitas, enfermedades neuromusculares, inmunodeficiencias o enfermedades respiratorias de base.

Síntomas y tratamiento de la bronquiolitis

Se cree que el descenso en la incidencia de la covid-19 ha hecho emerger otros virus estacionales que este año no han golpeado a la población. El tratamiento para esta patología, no requiere de antibióticos ni corticoides, salvo en los casos más graves, que suelen requerir de ingreso hospitalario; la enfermedad se incuba durante cuatro o cinco días, con la aparición de síntomas catarrales; cuando aflora la enfermedad llega la inflamación de los bronquiolos y la excesiva producción de moco, con más tos, problemas respiratorios, irritabilidad y menos ganas de comer. La afección suele durar unos seis días; de ahí en adelante comienza la recuperación, aunque en los casos más severos se puede llegar a las tres semanas de padecimiento. No hay terapia curativa, sino tratamiento de síntomas; hay que mantener al bebé bien hidratado, con cuidado y en pequeñas dosis, higiene de las vías respiratorias altas y mantener una postura semiincorporada para ayudar a respirar mejor.

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