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Qué es la hipoacusia y por qué es inteligente bajar el volumen de los auriculares como te dicen tus padres

La otorrinolaringóloga María José Lavilla Martín de Valmaseda alerta de que "se está gestando una generación de futuros sordos".

El ruido puede dañar nuestra audición de manera permanente e irreversible, por lo que la prevención es clave.
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La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) advertía hace apenas un año que una de cada diez personas será sorda en tres décadas, si no se modifican factores de riesgo "como la excesiva exposición a ruidos intensos, una mala alimentación y el consumo excesivo de fármacos ototóxicos". Una de las actividades que pueden influir a esta pérdida de audición es el uso habitual de reproductores de música con auriculares (especialmente entre la población joven) que, como aclara María José Lavilla Martín de Valmaseda, otorrinolaringóloga y presidenta de la Comisión de Audiología de la SEORL-CC, "se ha comprobado que produce una caída en la audición de las frecuencias agudas".

Esta pérdida de capacidad que se produce cuando hay una interrupción en el proceso fisiológico de la audición tiene nombre: hipoacusia. "Se define como tal cuando el déficit funcional es mayor de 20 decibelios (dB)", explica la doctora Lavilla, y prosigue, "según el grado de pérdida auditiva o severidad se clasifica en hipoacusia Leve (20-30 dB), moderada (30, 69 dB), severa (70-89 decibelios), profunda (90 a 120 dB), y cofosis (mayor de 120 dB)". Pero para poder entender cómo puede suceder este fenómeno, es necesario comprender la siguiente cuestión.

¿Cómo oímos?

"El sonido es una onda sonora, una onda en movimiento, una vibración", comienza la especialista, que se dispone a explicar el proceso que sigue el sistema auditivo.

  1. Las ondas sonoras entran al oído externo a través del “conducto auditivo externo” que llega hasta el tímpano.
  2. El tímpano vibra y a la vez transmite estas vibraciones a los huesecillos de oído medio: martillo, yunque y estribo.
  3. Los huesecillos del oído medio amplifican o aumentan las vibraciones de sonido y las envían a la cóclea, ubicada en el oído interno. La cóclea tiene forma de caracol y está llena de líquido, en su interior se alojan las células ciliadas, que son una especie de pelitos muy finos.
  4. Una vez que las vibraciones llegan hasta el líquido dentro de la cóclea, las células ciliadas, que son células sensoriales, “bailan”, entran en movimiento. Al moverse las células ciliadas hacia arriba y hacia abajo, transforman la señal o estímulo acústico en señal o estímulo eléctrico.
  5. El nervio auditivo lleva esta señal eléctrica al cerebro, y el cerebro reconoce, interpreta y entiende los sonidos, entre ellos, los sonidos de la conversación.

¿Cómo puede perderse la audición?

Las células ciliadas son clave en este proceso y su deterioro es el que puede producir la falta de audición. Este proceso puede darse por su "uso", es decir, de forma natural ya que, como todo nuestro organismo, envejecen, se atrofian, reciben menos riego sanguíneo, y ven alterados sus movimientos mecánicos. "Como lo hacen las articulaciones", aclara la otorrinolaringóloga. Este proceso se conoce como presbiausia. O por "abuso", como sucede en la hiperacusia, al exponerlas a demasiado ruido. "Al principio, la lesión del oído interno y la pérdida de audición pueden ser temporales, durando minutos, horas o días, pero si la exposición es repetitiva, la lesión del oído interno puede producir una pérdida auditiva permanente e irreversible", explica la sanitaria. "En una primera fase la sordera es moderada , solo afecta a las frecuencias agudas y se puede revertir, recuperarse al cesar la exposición, pero luego el daño auditivo se hace permanente e irreversible, la pérdida es cada vez más intensa y se afectan no solo las frecuencias agudas, sino también las medias y las bajas llegando en una fase terminal a ser una sordera severa".

Así, se puede decir que "el hábito que más influye, en términos generales, en la pérdida de audición es la exposición al ruido. El tráfico, de transportes como aviones o trenes o las fuentes de ocio como conciertos o discotecas son las principales fuentes de ruido en nuestro país", enumera Lavilla. 

Tal y como explica la doctora, hasta hace unos años la exposición continuada en el entorno laboral durante ocho horas diarias a niveles que podían superar los 80 dB sin utilizar las protecciones adecuadas era la principal causa de trastornos provocados por el ruido. "Sin embargo, los especialistas alertamos de la aparición de casos cuyo origen son otros factores, principalmente hábitos como el uso de reproductores personales de música con auriculares a volúmenes excesivamente elevados, o la exposición de altos índices de ruido en bares, discotecas y conciertos", advierte y recuerda que el uso de reproductores es la actividad diaria más popular entre los universitarios.

Es esta sobreexposición la que está provocando que la pérdida auditiva asociada al envejecimiento, aparezca en edades más tempranas. "Se está gestando una generación de futuros sordos", advierte Lavilla, quien considera que la pérdida de audición propia de la edad puede llegar a adelantarse hasta 20 años en los jóvenes debido a estos hábitos.

"Con una exposición superior a 85 dB el sonido es traumático para el oído y ya hay riesgo de pérdida auditiva. Si la exposición se repite en el tiempo y por encima de 100 dB, ya hay riesgo de perdida inmediata. Por encima de 115 dB siempre hay daño", concreta.

Para que sea más sencillo hacerse una idea de cómo se puede medir la intensidad del ruido en el medio ambiente, Lavilla ha reunido algunos datos:

  • Una respiración tranquila son 10 dB
  • Habitación muy silenciosa: 20 dB.
  • Dormitorio, frigorífico silencioso a 1 metro; 30 dB
  • Conversación susurrada, biblioteca, mascar chicle; 40 dB
  • Una conversación normal son 50- 60 Db, al igual que el ruido de un lavavajillas que son 60 dB
  • Una conversación acalorada pueden ser 80 dB, al igual que el ruido en una oficina.
  • El tráfico rodado en la ciudad son unos 80-85 dB
  • El claxon de un automóvil 90 dB
  • El Ruido motocicleta 90 dB:
  • Sierra eléctrica, cascos de música 95 dB:
  • Discoteca, petardos, pirotecnia 110 dB
  • Concierto de rock, taladro 120 dB
  • Sirena tren, alarma de incendio 125 dB
  • Martillo neumático 130 d
  • Gritos en un partido de futbol pueden superar 130 dB
  • Avión despegando 140 dB

El problema del ruido

Además de aquellos sonidos que decidimos escuchar, estamos sometidos a un aluvión constante de ruidos moderados y de alta intensidad. "El nivel de ruido recomendado por la OMS para garantizar nuestra salud es de 65 dB, aunque posteriormente la Unión Europea lo ha establecido en 55 dB de día, y 50 dB de noche", explica la otorrinolaringóloga. ¿Por qué es necesario fijar unos parámetros máximos? Porque el ruido puede ser algo más que molesto. "El ruido puede afectar negativamente a nuestra salud alterando nuestro bienestar. Incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, nos pone cardiacos, aumenta el riesgo de padecer hipertensión, angina de pecho e infarto de miocardio. Produce insomnio, lo cual disminuye a su vez el rendimiento y nos mantiene en estado de alarma, lo cual favorece accidentes. Nos altera, nos pone irritables, estresa y genera problemas psicológicos. Además, dificulta el aprendizaje, disminuye la atención, la motivación, la concentración y la memoria", enumera. En resumen: "Cientificamente se alerta de que el ruido puede acortar nuestra vida saludable". 

Además de todo lo anterior, el exceso de ruido puede producir acúfenos o tínitus, "que son unos ruidos que oímos, sin que haya una fuente sonora que los produzca, y que estos ruidos los genera, como ruidos aberrantes, nuestra vía auditiva cuando se daña. Estos ruidos nos pueden hacer a vida muy difícil", asegura la especialista. "Por ejemplo, muchos ídolos musicales tienen que dejar de actuar por sus problemas auditivos".

¿Se puede detectar cuándo el sonido sobrepasa el umbral de lo recomendable para los oídos?

El ruido puede dañar la audición en función de dos factores: la intensidad a la que nos expongamos y el tiempo de exposición. Aunque, eso sí, "hay personas más propensas que otras", señala. Algunos factores pueden ser los siguientes:

  • Edad: a mayor edad, mayor riesgo.
  • Sexo: el sexo femenino parece ser el menos expuesto.
  • Predisposición familiar: cuando hay antecedentes de hipoacusia es más fácil que se produzcan lesiones.
  • Afecciones auditivas previas: facilitan las lesiones acústicas.
  • Exposición previa a ruidos intensos: cuando un ruido intenso has causado síntomas anormales, nuevas exposiciones las agravan, aún de forma imperceptible.
  • Influencias tóxicas: tabaco y el consumo de medicamentos tóxicos para el oído que, tomados de manera prolongada, dañan la audición, como son algún tipo de antiinflamatorios (antiinflamatorios no esteroideos), el paracetamol y la aspirina.

"Si, tras una expoisción a un ruido intenso, presentamos zumbidos en los oídos, hemos de disminuir el volumen, consultar al especialista y considerar que ya tenemos una susceptibilidad individual para sufrir daño", insiste Lavilla.

Lo que no debes hacer

  • No debemos exponernos a más de 80 dB durante 8 horas al día o 40 horas a la semana
  • ​Si en nivel de salida es de 89 dB, no deberemos de escuchar música a esa intensidad durante más de 5 horas semanales
  • Si escucho una canción a 95 dB, no puedo estar más de 15 minutos al día (1.25h semana)
  • 104 dB, que representarían estar en un pub o discoteca o escuchar música con auriculares a ese volumen, no más de 2 minutos al día
  • No superar el 60% del volumen del dispositivo y no utilizarlo durante más de 60 minutos seguidos. "A esta fórmula se la conoce como la de 60-60", señala.

Prevención y recomendaciones

La buena noticia es que la pérdida de audición se puede prevenir, y en ello apuesta por poner el foco la doctora Lavilla. "Somos una sociedad ruidosa en la que, legalmente, hay una protección mínima frente al ruido y, en general, se desconocen los efectos adversos del ruido al que nos exponemos", lamenta la otorrinolaringóloga, que recomienda acudir a estos profesionales en cuanto haya la mínima sospecha para poder actuar pronto.

"Los especialistas aconsejamos apuntarse a practicar una “Dieta contra el ruido”, modificando nuestros hábitos: limitando el volumen de ruido, disminuyendo el tiempo de escucha con volumen alto, evitando los ambientes ruidos y ruidos impulsivos, alejándonos de las fuentes de ruido, usando protectores auditivos y procurando no generando ruidos que molesten a otros", recomienda Lavilla, y concluye: "Nuestros oídos son para toda la vida y hay que cuidarlos".

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