Casetas crece

Casetas crece
Casetas crece
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Cuentan Joaquín Sabina y Luis García Montero que Rafael Alberti intentaba ligar con las chicas incluso pasados los noventa años; que no dejaba un centímetro de ventaja a sus amigos y a la vez contrincantes. La vida es pelear cada milímetro si se flaquea. 

De eso se aprende en el momento más inesperado; por ejemplo, en el reconocimiento médico al que fui hace unos días y en el que descubrí que la enfermera había decidido restarme cinco centímetros. Es curioso que no me midiera, aplicando entiendo la ciencia a ojo: 1,69 metros. Así que llevo varios días colando en conversaciones que mido 1,74; mi pequeña pelea contra la oficialidad injusta y deformada de una resta en algo que tampoco estoy para regalar. Unos centímetros pueden ser la diferencia entre el éxito y el fracaso, entre el bien y el mal, entre una cifra y una verdad.

En Casetas, esta cuestión se ha revelado con fuerza tras la reciente ‘culminación’ de las obras del parque de la plaza Joaquín Costa. Si el pasado 22 de mayo contaba en esta página de HERALDO el laberinto eterno en el que el barrio se había sumido para la reforma de un parque infantil que ya entonces llevaba dos meses vallado pero sin avances a la vista, más curioso ha sido el resultado de la misma. En aquella ocasión les hablaba de la ‘no obra’ como nueva acepción acuñada por caseteras y caseteros, y quizá habría que mostrarse satisfechos de la confirmación del término pues, tras la retirada de las vallas, el parque se ha quedado igual que antes de la ‘reforma’. Se aprecia ahí, por volver a los centímetros, una brecha en una de las jardineras de ladrillo y hormigón que, si el árbol se anima, cualquier día terminará por destrozar. Por el momento, cabe pensar que el parque, como en la enredada y extraña reforma del Pilar que ha contado Mariano García en este periódico, haya sido declarado Bien de Interés Cultural y eso exigiera todo tipo de reuniones técnicas y burocráticas mientras esperaban vallas y andamios, y que finalmente se optara por tareas de conservación que no modificaran el aspecto decadente del recinto. Al menos el barrio ya no podrá decir que las cosas por aquí siempre van a menos, teniendo en cuenta que, en grietas y socavones, la norma es que crezcan y se amplíen centímetros de abandono que reinventan hasta el diccionario.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Juanma Fernández)

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