Redactor de HERALDO DE ARAGÓN en la sección de Deportes

Amar a los monstruos

Amar a los monstruos
Amar a los monstruos de Carlos Vermut.
Filmaffinity

¿Cómo es posible que una historia cien mil veces contada continúe conmoviendo? Si alguien tiene la oportunidad, ruego se lo pregunte a Carlos Vermut, del que aún no sé si hace un cine poco convencional o –quizá– todo lo contrario: una filmografía puramente espejo, aunque camuflada de símbolos, de nuestra realidad cotidiana.

El director me encandiló en su día con ‘Magical girl’ y sabía que ‘Mantícora’ –que por fin pude ver esta semana– no estaba dejando indiferente a nadie. Es una de esas pelis que revuelven por dentro, que siguen en la cabeza unos cuantos días después y que dejan el regusto amarguísimo de las grandes obras. La historia cien mil veces contada es la tragedia del monstruo clásico: por más que la horda persiga al bicho con teas incendiarias, él no ha elegido su monstruosidad. Es una criatura terrible y detestable, pero también vulnerable y que despierta ternura. No se me ocurre mejor vía de expresión que los ojos del actor Nacho Sánchez, ni tampoco nombre más acertado para el filme, pues ‘mantícora’ –yo hasta la fecha lo desconocía– es una criatura mitológica que devora personas, con cuerpo de león, cola de dragón y cabeza humana.

Hay que agradecer a Vermut tanta incomodidad y tanto atrevimiento asomándose al lado oscuro del ser humano. También, tan buen uso de lo que los críticos llaman el ‘fuera de campo’, que da a entender, con elegancia y sin explicitar, lo que está pasando. No es casual, por tanto, que el protagonista visite la sala de las ‘pinturas negras’ en el Museo del Prado. El sueño de la razón produce monstruos; el amor mal entendido, también.

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