Por
  • Javier Sebastián

Dos señoras sonrientes

Dos señoras sonrientes
Dos señoras sonrientes
Quique García / David Zorraquino

No tengo ganas de hablar de Clara Ponsatí, esa señora que en 2017 puso pies en polvorosa y se largó a Bruselas, igual que ella no tiene ganas de hablar con ningún juez. Como ella desobedece, yo también, porque si el otro día se presentó en Barcelona tan sonriente (eso sí, una vez derogado el delito de sedición, no antes) fue para que todos hablaran de lo valiente que era. Pues yo no. 

Ni tampoco quiero hablar de que, en su opinión, era irremediable que la independencia de Cataluña costara algunos muertos, pero que valía la pena. Mientras los tiros la cojan en Bruselas, da igual. Como a Puigdemont, otro genio de la comedia, que la ha mandado a Barcelona de cebo, a ver qué pasa. Ya lo dijo el profesor Francisco Rico: "Las bufonadas del ‘procés’ son un espectáculo regocijante"

Tampoco me apetece hablar de Laura Borràs, esa otra señora que sale en todas las fotos riéndose a carcajadas. El TSJC la ha condenado a cuatro años y medio de prisión y 13 de inhabilitación por malversación y todos los partidos del Parlament le exigen que se marche. En cambio ella, muerta de risa. Me alegra que todo esto les resulte tan gracioso, porque a mí también. Pero no quiero hablar de ellas, por muy buenas comediantas que sean. Por muy ‘no surrenders’. Igual que Cervantes no quiso hablar en el prólogo a la segunda parte del Quijote de un tal Avellaneda, que escribió una continuación apócrifa, yo tampoco voy a hablar de esas dos señoras tan sonrientes. Dientes, decía Isabel Pantoja. Dientes y pasión.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión