Por
  • Javier Lacruz

Yo, robot

Yo, robot
Yo, robot
Pixabay

Vaya monserga que nos están dando los expertos en la llamada IA ó AI (Inteligencia Artificial), que no es inteligencia (si es artificial) y que no es artificial (si es inteligencia), pero que tiene mucho de artificio contable. Y demasiado de cuento. 

El error de base consiste en comparar la mente humana con la máquina, que es como mezclar aceite y agua. El robot hace ‘como si’, lo que es interesante, pero no piensa, función humana que nos permite comprender que la Tierra no es plana, ni tampoco redonda, sino achatada. La mente humana y la máquina nunca podrán llegar a ser iguales, tan solo asemejarse bastante. Todo lo que se añada es confundir al personal. Es hablar de un fenómeno ilusorio, propio de magos sin magia. Y sin gracia.

A saber: clave de la condición humana es crear. Y para crear hay que fallar. Y, si el crecimiento y la superación del humano se apoya en el error, nada más impropio que afirmar que la máquina se homologa al modelo humano. No: el humano perfecciona más y más la máquina y su ajuste se mide por la precisión, por la exactitud, no por su capacidad de fallar. ¡El error no puede ser la propiedad inherente de la máquina o del robot! Item más: el humano, por definición, es un ser imperfecto que atribuye la perfección, el absoluto o lo que usted quiera, a los dioses. Hasta el héroe (verbigracia: Aquiles) es un ser vencible, superable, abocado a la derrota y a la muerte. Y en ello reside su grandeza. El resto es engaño, creencia fútil o delirio. O todo a la vez.    

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