Un bono sénior

El ministro Miquel Iceta, con un ejemplar del Bono Cultural Joven en la mano.
El ministro Miquel Iceta, con un ejemplar del Bono Cultural Joven en la mano.
Enric Fontcuberta

En esta sociedad del bienestar en la que dicen estamos viviendo se ha puesto de moda el ‘bonismo’, es decir, el reparto a diestro y siniestro de las dádivas que un generoso gobierno esparce como benéfica lluvia fina a diferentes colectivos a los que trata de ayudar, mimar y, posiblemente, seducir para que los beneficiarios de esa generosidad sepan corresponder con su voto a tanta magnificencia.

No he hecho un recuento, pero existe una amplia variedad de ‘bonos’ que riegan dinero público por todas partes: bonos sociales, térmicos, juveniles, eléctricos, maternales, para ayuda al alquiler, académicos, culturales, familiares, de protección sociosanitaria, para la transformación digital… A mí me parece que si la gente que trabaja tuviera unos salarios como es debido, y cubriesen sus necesidades y las de sus familias de forma suficiente, no sería necesario ese despliegue de ayudas estatales. La conclusión es que parece que somos un país pobre y necesitado y que los esfuerzos laborales de los españoles no permiten obtener unas rentas satisfactorias. La sombra del Estado benefactor y protector planea peligrosamente sobre nosotros, al hacerse acreedor, vía las políticas públicas del gobierno, de nuestro agradecimiento incondicional.

Entre el despliegue de ‘bonos’ con ayudas para diversos colectivos, como el ‘bono cultural’ destinado a los jóvenes, que está haciendo el Gobierno, bien podría incluir alguno dirigido específicamente a las personas mayores

Pero así están las cosas, y así van a seguir estando. En todo caso, yo echo en falta un tipo de bono que no he encontrado en esa panoplia tan magnánima: se trata de lo que yo llamaría un bono ‘sénior’, una ayudita a la gente mayor para permitirle algunas distracciones, al igual que se hace con la gente joven con esos 400 euros que se reparten a los dieciochoañeros en edad de merecer y votar y que tampoco, que yo sepa, se discriminan en función de su clase socioeconómica y el nivel de ingresos familiares. Los mayores también tienen derecho a la cultura, al ocio y a llenar su tiempo libre, que suele ser bastante amplio.

Yo creo que el gobierno completaría su acción tutelar con la ciudadanía si estableciera ese bono sénior para que esas legiones que inundan cada vez más nuestra sociedad de esos llamados miembros de la ‘silver generation’ –seguramente por el blanco y plateado color de sus cabellos, aquéllos que aún los tengan– tuvieran fácil la compra de libros, de unas entradas de cine o pudieran asistir a un concierto, todo ello sin menoscabo de los ingresos de que viven y con los que, según la ministra Montero (doña María Jesús), ayudan a sus hijos y nietos. También podrían pagarse algunos cursos de digitalización y dejarían de dar la barrila a sus nietos cada vez que aparece alguna disfunción en sus móviles, en sus ‘smartphones’ o en sus tabletas o tienen que hacer alguna penosa gestión con la Administración, pedir una cita o formular una reclamación.

Lo deseable sería que en un país como el nuestro, tan importante, rico y desarrollado, no fueran necesarios tantos bonos y ayudas. Pero mientras no sea posible acabar con esa política, no estaría mal contemplar más bonos, como este que proponemos, para complacer a ese enorme sector de la población que son los mayores. Los sénior, vamos. ¿O es que no se lo merecen?

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión