Por
  • Fernando Sanmartín

Avisos

Sánchez Drago, en un momento de su intervención este sábado en Zaragoza.
Sánchez Drago
Heraldo.es

A veces no resulta sencillo centrar el tema de un artículo. Y hoy me ocurre. Dudo si hablar de lo que nos enoja o de lo que nos hace sonreír. Dudo entre subir a una farola o a un árbol. Pero la coctelería no es mala, al revés.

Y mezclando los temas leo que han hecho una serie sobre el actor porno Nacho Vidal, al que algunos llamaban el taladro de Mataró, qué nombrecito, y pienso que debe producir mucha fatiga esa profesión. Y también leo que Donald Trump tiene un follón con la actriz porno Stormy Daniels, y que hay un fiscal, Alvin Bragg, que ya sabe que este asunto no va a ser un partido de bádminton. Y todo porque el expresidente, junto a sus testículos, tiene una pistola láser. Qué lejos quedan Trump y esa actriz de lo que fue Marilyn Monroe cantándole a John F. Kennedy ‘Happy birthday, Mr. President’.

El escritor Fernando Sánchez Dragó, subiendo ya a un tren de cercanías, siempre ha hecho gala de tener una enorme actividad sexual, quizá porque más que un intelectual es un ‘cowboy’. Y en esta condición de ‘cowboy’ propuso al líder de Vox Santi Abascal –él lo llama así– el nombre de Ramón Tamames para la más que comentada moción de censura.

Sánchez Dragó estuvo en la cárcel de Carabanchel, proyectó en su día la toma del palacio del Pardo con el general Franco dentro y le escribió un telegrama a José María Aznar, en 1993, donde, con brevedad, solo decía ‘a tu disposición’. Llevó durante años unos programas de televisión, que a mí me gustaban, y es hombre de cabecera para Vox. Pero es también una línea de alta tensión. Por esto último, el cartel de ‘peligro’ debe estar visible. 

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