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La broma póstuma

El 'Joker' en Nueva York.
El 'Joker' en Nueva York.
EFE

Un sobrecogedor silencio se extendió sobre el camposanto una vez depositado el féretro en el hoyo, justo antes de proceder a cubrirlo de tierra. De pronto, los asistentes al entierro se estremecieron al escuchar unos golpes que procedían del interior de la caja mortuoria. A continuación se escuchó con claridad la voz del difunto:

" ¿Hola? ¿Dónde diablos estoy? ¿Lo que estoy oyendo es un cura? ¡Sáquenme de aquí, está muy oscuro!".

Sus seres queridos, que asistían entre sollozos al funeral, rompieron a llorar de risa al comprender que se trataba de la última broma que les había preparado Shay Bradley.

Ocurrió a principios de octubre en Irlanda y su hija, cómplice de la broma póstuma de su progenitor, hizo público el vídeo como muestra de hasta qué punto llegaba el sentido del humor de su padre, diagnosticado de cáncer tres años atrás. "Nos hizo reír cuando más lo necesitábamos", confesó la joven.

Dicen los expertos que llorar de risa o reír de pena no solo no es de locos, sino que nos ayuda a mantener la cordura. Alegan que que las lágrimas permiten recuperarse del exceso de emociones fuertes. Hay, como en todo, excepciones. Es el caso de quienes padecen risa patológica, como el síndrome pseudobulbar, que se caracteriza por expresar las emociones de forma exagerada o fuera de lugar (quienes hayan visto ‘Joker’ entenderán a la primera cómo se manifiesta y los problemas que puede llegar a acarrear a quien lo padece).

Hoy, día de Todos los Santos, es una buena ocasión para recordar las risas compartidas con los seres queridos que ya no están a nuestro lado. 

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