Los españoles volvemos a disfrutar hoy de un derecho que conquistamos hace cuatro décadas con el regreso de la democracia. Cada ciudadano puede elegir a quienes quiere que elaboren las leyes en el Parlamento y que gobiernen en la Moncloa. La cita se caracteriza en esta ocasión por la incertidumbre, la polarización y la fragmentación. No obstante, lo más importante es que elijamos bien con nuestro voto a quienes vayan a gobernar para mejorar la sociedad.

España necesita estabilidad; una estabilidad que tiene que surgir de las urnas. La cita electoral dará paso a una nueva legislatura, después de cerrar otra muy peculiar, que arrancó tras dos elecciones (diciembre de 2015 y junio de 2016) y más de 300 días de gobierno en funciones, y que ha tenido dos presidentes del Gobierno estigmatizados por la debilidad a causa de la fragmentación política. Tras esta legislatura estéril, es preciso alumbrar otra que se sustente en la estabilidad para abordar los retos que el país tiene por delante. Por eso, el de hoy es un día para que los ciudadanos nos movilicemos y acudamos a votar con la seguridad de que nuestra papeleta cuenta, al margen de la ley D’Hondt y la adjudicación territorial de escaños.

Esta noche el país se adentrará en un territorio ignoto, pues no está claro lo que le espera políticamente en el futuro próximo. Lo único que aseguran todas las previsiones es que habrá un Parlamento más fragmentado, con la irrupción al menos de un nuevo partido, y que serán necesarios pactos para gobernar. Urge, por tanto, recuperar la cultura de la negociación capaz de enhebrar en las Cámaras la diversidad ideológica que están plasmando las urnas. A las ocho de esta tarde comenzará el baile de números. Entonces empezará a verse de verdad si las cuentas suman hacia la izquierda o hacia la derecha, pero antes debemos cumplir como ciudadanos y no acogernos solo a la queja desechando el derecho al voto.