LETRAS ARAGONESAS. ARTES &lETRAS

Teología paranoide, por Mariano Gistaín. Un diálogo absurdo con humor, ingenio e ironía

El escritor y periodista, tras los cuentos de 'Familias raras', publica una curiosa novela de solo dos personajes que desmenuzan el mundo actual

Mariano Gistaín, con su veta humorística y visionaria, sigue indagando las paradojas del yo y de la sociedad contemporánea.
Mariano Gistaín, con su veta humorística y visionaria, sigue indagando las paradojas del yo y de la sociedad contemporánea.
Oliver Duch.

Mariano Gistaín publica en Prames un diálogo hilarante y profundo entre dos personajes que buscan su porqué.

Hay libros que no terminan en la última página. El lector vuelve una y otra vez a pasajes enigmáticos y paradojas de difícil solución. Mariano Gistaín trabaja en el terreno fértil del desconcierto; donde todo parecía encajar, él llega y descoloca las piezas de un orden incontestable hasta su llegada. Le basta con que sus personajes formulen un par de preguntas de puro sentido común para que el propio sentido común se desmorone como un castillo de naipes.

‘Nadie y Nada’ es un juego a priori sencillo: dos entidades que lo ignoran todo de sí mismas, incluso sus propios nombres, comparten un espacio-tiempo difuso que podría ser desde un programa de telerrealidad a una línea de código capaz de narrarse a sí misma mediante una inteligencia artificial. El lector no acabará de centrar su ubicación. Y de eso se trata, porque las coordenadas están sobrevaloradas y porque el texto se sostiene y se desarrolla magníficamente sin ellas.

El libro se despliega en forma de diálogo entre dos entidades, ordenadas alfabéticamente como ‘A’ y ‘B’, que intercambian información de forma aleatoria –una lista de la compra, por ejemplo– a modo de simulacro. Carecen de recuerdos hasta que verbalizan su carencia: en ese momento comienzan a recrearlos. Sucede lo mismo con las sensaciones y algunas emociones. Es tan obvio que nos pasa desapercibido. 24 fonemas y 27 grafías, una tecnología insultantemente económica, nos permite generar infinitos mensajes que, poniendo nombre a las cosas, las crean y distinguen.

El empeño de las dos entidades es descubrir quiénes son en realidad: el procedimiento es en algunos momentos hilarante, porque tenemos la sensación narrativa de estar dentro de dos líneas de código que tratan de descubrir su verdadera identidad en un juego a contrarreloj con el ingeniero jefe y ante un público que tardarán en descubrir.

Conforme ‘A’ y ‘B’ crecen y se relacionan, encuentran en las ambigüedades un caldo fértil para descubrirse y descubrir al otro, hurgan en los errores y las paradojas, rascan en la frágil pátina de los significados y se dedican al arte del diálogo absurdo con desternillantes momentos marxianos (de Groucho), jardielistas (de Jardiel) o gilistas (de Gila) trufados de localismos que nos invitan a imaginar (esta es mi suposición) cómo serían dos IA del barrio del Picarral tratando de saber de dónde vienen y adónde van, buscando desesperadamente el entrelazamiento cuántico a falta de sexo virtual: maravilloso.

Mariano Gistaín tiene la habilidad de plantear preguntas trascendentales al estilo José Luis Cuerda, con un humor delirante que te deja temblando… La reducción al absurdo, tan beckettiana, hace saltar los goznes de la lógica y libera respuestas desde el disparate, otra forma de enfocar la verdad. Algunas quedan bailando sobre el texto como amenazadoras tarántulas: ¿Somos líneas de código de una IA? Si la IA nos ha creado para su propia supervivencia ¿Deberá sostenernos? ¿Es la IA un modelo de cárcel neuronal? ¿Nuestras adicciones son un tipo de cadena perpetua neuronal? ¿Somos algo más que líneas de código en busca de autor? ¿Somos un plano-secuencia de telerrealidad cuyo creador solo busca algunos fragmentos para vender algún gag suelto? ¿Si no somos nada, el tiempo no corre? ¿Hay un texto más canónico y universal que una lista de la compra? El autor ha escrito un libro de teología paranoide divertidísimo, donde no hay pájaro en mano ni sombrero en la cabeza. Hay un puente entre sus fuentes declaradas –Buñuel, el humor somarda de Labordeta, Cuerda, Woody Allen, Azcona, Philip K. Dick, Monty Python, Beckett– y las novelas de Douglas Adams.

Si las claves del humor de Gistaín beben de ellos, su reflexión sobre la ciencia comparte genética con ‘Hasta luego, y gracias por el pescado” o la serie del investigador holístico Dirk Gently, del autor inglés. Gistaín cultiva el gusto por el poder explosivo de la paradoja, el chiste que anida en la ambigüedad y esa virtud tan aragonesa de tomarse muy en serio el humor.

LA FICHA

'Nadie y Nada'. Mariano Gistaín. Prames. Zaragoza. 2024.

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