Ella Fontanals-Cisneros renuncia a ceder su colección de arte a España

Dueña de una de los mejores fondos privados de arte contemporáneo y latino, novela su biografía en 'Ella soy yo'.

Ella Fontanals-Cisneros ante alguna de las piezas de su fabulosa colección.
Ella Fontanals-Cisneros ante alguna de las piezas de su fabulosa colección.
Mauricio Donelli

Tras muchas idas y venidas, un sinfín de encuentros y más desencuentros, Ella Fontanals-Cisneros renuncia a ceder parte de su formidable colección de arte a España. Durante siete años la mecenas de origen cubano español, dueña de una de las mejores colecciones de arte latinoamericano del mundo, mantuvo conversaciones con distintos gobiernos e instituciones. Al final le ha podido el desánimo.

"No hay un plan válido, de modo que no cederé mi colección. He llegado a la conclusión de que no se aprecia lo que no se paga. Mis hijos y mis diez nietos la heredarán en parte". Así lo afirmó ayer "sin rencor" en su casa de Madrid, donde habló de 'Ella soy yo' (Funambulista), la novela de su vida que presentará en ARCO.

En 2018 firmó un convenio con el ministro del PP Íñigo Méndez de Vigo para crear del Centro de Arte Contemporáneo de las Américas, con sede en el edificio de Tabacalero de Madrid, que no ha cuajado. Cuando el difunto José Guirao estuvo al frente de Cultura con el PSOE, la coleccionista creyó que se cerraría el acuerdo de cesión de cuatrocientas piezas de las más de 3.000 de su colección. No fue así. Solo cosechó más desencanto y ha decidido tirar la toalla y mirar por los suyos.

"No quiero sufrir" dice. Lamenta la falta de interés por la cultura -"lo primero que se recorta", dice- y asegura que "no hay plan b". "No voy a regalar nada; una parte de la colección se quedará en la Fundación para las Artes Cisneros Fontanals (CIFO) y el resto se repartirá entre mis herederos -tengo dos hijas coleccionistas- y se venderá; y eso que no hay un museo en Europa con una gran colección de arte latinomaricano", destaca.

Nacida en Cuba en 1944, la vida de Ella Fontanas Cisnros esta llena de sobresaltos. Humanista y mecenas, dejó Cuba por Venezuela siendo una niña. Su matrimonio con Oswaldo Cisneros, empresario venezolano, dueño de Pepsi.co o Digitel y una de las mayores fortunas latinoaméricanas, le permitió codearse con personajes icónicos del siglo XX como Andy Warhol, Fidel Castro, Henry Kissinger, Donald Trump y un larguísimo etcétera.

Dura con Trump, suave con Castro

Prefirió hacer una novela de su vida en vez de escribir una biografía para sentirse "más libre". Repasando sus páginas, piensa "que quizás he sido muy dura con Donald Trump para desvelar su ideosincrasia, y acaso demasiado suave con Fidel Castro, que tanto daño nos causó". "Mi vida es novelesca", insiste la ahora narradora, que reconoce que el apoyo de su marido fue fundamental para desarrollar su labor.

La coleccionsta que impulsó en 2003 la puesta en marcha del Miami Art Central, fusionado luego con el Museo de Arte de Miami, es una gran admiradora y defensora de ARCO, la feria donde ha enriquecido su colección en los últimos años. "Es un referente y aplaudo su labor. Es un puente con el arte hispanoamericano y parece que la hemos invadido e invertido la situación para reconquistar al conquistador", ironiza la mecenas que beca a artistas emergentes con su fundación.

"ARCO ha estado tan cerca de mí en los últimos 20 años que es un honor presentar allí mi novela. La feria me trae buenos recuerdos y me da la oportunidad de conocer nuevos artistas y galerías. Ha tenido un crecimiento exponencial increíble en los últimos años y siempre me emociona asistir", concluye.

La coleccionista defiende la descolonización de los museos. "Las obras deben volver a sus sitios de origen" y confía en que estos procesos se vayan sucediendo. "Debe ser así. Si las obras llegaron de una forma ilegal, deben volver a los sitios originales dice citando la lucha que Venezuela para recuperar la Guayana Esequiba.

"Cuando se repartieron los territorios, los españoles se fueron y eso era parte de Venezuela. Pero un grupo de gente ahí que dijo, 'me quedo con este pedacito', y a través de 200 años, pedacito, tiene todas las riquezas del mundo, pero pertenece a Venezuela. Llevamos 200 años peleando y no hay ni remota esperanza de devolución", lamentó.

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