Miguel Caballú: "Aragón también es cada sitio que pisa un aragonés"

Nacido en Caspe en 1941, presentó hace unos días en Ibercaja el número 395 de la revista que dirige, ‘Aragón’, editada por el Centro de Iniciativas Turísticas de Aragón (SIPA).

Miguel Caballú, hace unos días, en el Patio de la Infanta de Zaragoza.
Miguel Caballú, hace unos días, en el Patio de la Infanta de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Esta página de HERALDO no le es precisamente extraña…

No, y me encanta volver a ella. Durante 20 años escribía textos sobre pueblos de Aragón y acompañaba los dibujos de Teodoro Pérez Bordetas. Hicimos siete libros con ese material.

¿Qué define para usted la palabra Aragón?

Pues un sentimiento, y me sabe muy mal limitar ese sentimiento a nuestros 47.000 kilómetros cuadrados. Aragón también es cada sitio que pisa un aragonés, esté en Canadá, en Dusseldorf, en Argentina o en Cataluña. Y no soy chauvinista: no comparo con otras a mi tierra, a la que quiero mucho y de cuya historia y geografía sé bastante, sobre todo de la provincia de Zaragoza.

La revista que dirige comenzó su andadura en 1925. Se dice pronto…

Nos gusta divulgar sin vulgarizar, y aplicar el rigor a lo que contamos sobre Aragón, aunque se haga con cariño. Mirar hacia atrás supone una cuota de responsabilidad: sus fundadores querían mucho a esta tierra, empezando por la calle Alfonso. El año que viene hacemos 100 años de SIPA y de la revista, y hay que recordar que la Real Academia de la Lengua Española metió en el diccionario la palabra turismo ese mismo 1925. La revista fue pionera.

¿Cómo fueron sus inicios en la comunicación?

De chaval hice un curso por correspondencia en una universidad argentina, y tengo una deuda impagable con Teodoro y HERALDO. Sacamos series de pueblos, de castillos, de monasterios… y nunca de oído, siempre pateando y conociendo esta tierra nuestra. Además, tuve y he tenido la ocasión de apreciar lo mejor de Aragón, que es la gente.

Usted es de Caspe. Si le veto su localidad natal para buscar mayor imparcialidad y le pido que ensalce un rincón zaragozano, ¿cuál sería?

Son varios. Dentro del mundo del arte, el muro de la Parroquieta; si hablamos de gastronomía, el Tubo y las tabernas antiguas con pocas máquinas y mucha gente que te saluda y te aprecia, es la mejor salsa para cualquier tapa. Si voy por el SIPA, se me ve el plumero y no solo vendo Zaragoza, sino Aragón entero: a una empresa italiana le puse todo por las nubes y el director me preguntó por el cierzo con un poco de mala leche, a lo que respondí que era muy bueno para los pulmones.

Huesca y Teruel apabullan con sus joyas naturales, pero también hay rincones preciosos en la provincia de Zaragoza. Calmarza, Lituénigo, Longás...

A mí me encanta mi provincia. En Longás tenía casa mi amigo Benjamín Ventura Remacha, que escribía de toros en HERALDO. Mi familia procede de Nonaspe, que me encanta. La Virgen de Dos Aguas es siempre mi primera visita cuando estreno un coche:le rezaba para que me protegiera.

Una apelación a su faceta ‘gourmet’. ¿Cuál es el plato favorito del vicepresidente de la Academia Aragonesa de Gastronomía?

Pues mira, reivindico el pollo al chilindrón. Es más, creo que procede un estudio científico de sus bondades, y es un plato aragonés del que se puede presumir, a falta de paella o fabada que nos identifique.

¿Qué ilusión tiene para 2024?

Mis amigos me dicen que soy un disfrutón. Saco libros autoeditados, tiradas de unos 100 ejemplares, y los regalo. El último que he sacado es un estudio sobre la felicidad, y ando con otro de inteligencia artificial. Escribo un par de horas diarias y hago muchos prólogos para amigos. Para el resto del año, con mi edad, salud y lo mejor para mi familia.

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