LIBROS. OCIO Y CULTURA

"La ultraderecha que atacaba librerías no odiaba la cultura, temías las ideas y la libertad"

Gaizka Fernández, coautora de 'Allí donde se queman los libros' (Tecnos) con Juan Francisco López, recuerda que entre 1962 y 2018 hubo 225 ataques

Gaizka Fernández Soldevilla, en Zaragoza, ha escrito una curiosa y oblicua historia de la cultura con Juan Francisco López.
Gaizka Fernández Soldevilla, en Zaragoza, ha escrito una curiosa y oblicua historia de la cultura con Juan Francisco López.
A. C./Heraldo.

Todo empezó en Bilbao. Un librero amigo, Javi Cámara, le recomendó ‘El infinito en un junco’ de Irene Vallejo, que “al principio me daba un poco de pereza y luego me fascinó”. Sería en sus páginas donde hallaría noticias de ataques a librerías en los años 70. Entonces llamó a Francisco López, que tiene una base de datos de atentados de todo tipo y vieron que había mucho material que rascar. Ampliaron el campo de batalla con entrevistas a libreros, en archivos policiales y judiciales, “porque también hubo procesados. En el caso de la librería Pórtico de Zaragoza, de José Alcrudo, uno de sus agresores fue juzgado y condenado. Pude hablar con su hijo José Miguel”, dice Gaizka Fernández Soldevilla (Baracaldo, 1981), que escribió ‘Allí donde se queman los libros. La violencia política contra las librerías (1962-2018)’ (Tecnos, 2023) con el historiador Juan Francisco López Pérez. Gaizka, responsable del archivo y documentación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, presentó el volumen en Cálamo con el periodista y documentalista de TVE, Manuel Santiago de Aguilar.

La búsqueda arrojó una cifra nada desdeñable: desde el primer atentado documentado en 1962, en la librería de arte Sur, de Santander, hasta 2018 se habían producido 225 ataques. “Como decía Gramsci, surgen los monstruos cuando lo viejo está muriendo y lo nuevo está naciendo”, apunta. “Los 225 atentados son los que constan, los que han sido denunciados, los que hemos podido rastrear en prensa. Y es posible que solo sean la punta del iceberg. No hemos tenido en cuenta la Guerra Civil ni la inmediata posguerra. Eso sí, la mayor parte se producen en la Transición y en el tardofranquismo”, apunta Gaizka Fernández. 

Entre 1975 y 1977 se produjeron un centenar de ataques que fueron, esencialmente, de la extrema derecha, que realizó el 87 %; el 7% es de la organización terrorista ETA; el 4 %, la extrema izquierda, y el porcentaje que resta no se sabe muy bien. Gaizka recuerda que no hubo muertos, “aunque sí hay gente que empezó atacando librerías y luego cometió actos terroristas con sangre. Un caso paradigmático es El Carnicero de Mondragón, que acabaría matando a 17 personas”.

Fachada de una de las librerías más saboteadas y atacadas de España: Lagun de San Sebastián.
Fachada de una de las librerías más saboteadas y atacadas de España: Lagun de San Sebastián.
Archivo Gaizka Fernández.

La quema de libros y librerías fue usada por los nazis ya en 1933. “Sucede una paradoja. Las librerías son objetos de odio pero no porque se odie la cultura, sino porque cultivan la diversidad, por lo que representan, por su apertura de visiones y perspectivas frente a un régimen represivo, pero si nos fijamos bien en Fuerza Nueva, por ejemplo, empezó siendo una editorial. Para los extremistas de derechas las ideas, la libertad, las disidencias, todo ello, era peligroso. La ultraderecha no odia la cultura: teme sus ideas e iniciativas, teme a los otros”. 

“Aunque sí hay gente que empezó atacando librerías y luego cometió actos terroristas con sangre. Un caso paradigmático es El Carnicero de Mondragón, que acabaría matando a 17 personas”

Sería de manera más decidida desde 1995 cuando ETA haga lo mismo en distintos lugares, ahí está el caso de Lagun, que sobreviviría a ataques. Sin embargo, en Minicost de Andoaín, hicieron todo lo posible para cerrarla y lo lograron. “Así como los extremistas de derecha buscaban la publicidad, incluso se hablaba de sus agresiones en Francia e Italia, y no tenían demasiadas bases populares; las izquierdas sí tenían eco y apoyo social y lograron cerrar ese espacio más bien modesto”.

Se cuentan distintos ataques y se ofrece un trabajo riguroso donde no hay nada al azar. Las más perjudicadas fueron Antonio Machado y la librería Alberti, de Madrid; Tres i Cuatre de Valencia; la descrita Minicost; Pórtico, que estuvo en varias ocasiones sometida a los desalmados, y fue un poco uno de los focos que tiraron de mí hacia este proyecto, y la citada Lagun, que resistió los ataques hasta 2011. Pórtico es una de las grandes librerías históricas de Zaragoza: partió de un quiosco en la plaza de Aragón, y luego tuvo varias sedes en la calles Costa, Doctor Cerrada, Baltasar Gracias, Plaza de San Francisco y, finalmente, en Pedro Muñoz Seca, 6, donde está ahora.

“Como contaron Ramiro Pinilla y Fernando Aramburu en sus libros, hablamos mucho de ‘Patria’, en Euskadi las librerías se incorporaron a una lista negra por la militancia de sus propietarios en el nacionalismo moderado, en grupos no nacionalistas en el movimiento pacífico y cívico. Además de los ataques, ETA extorsionaba al librero, le mandaba cartas sobre el impuesto revolucionario, invitaciones al boicot, una violencia sutil pero también real”, concluye Gaizka Fernández, que publica siempre sus libros de ensayo en el sello Tecnos.

Gaizka Fernández Soldevilla es responsable del archivo y documentación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
Gaizka Fernández Soldevilla es responsable del archivo y documentación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
A. C. /Heraldo.
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