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El Universo Andrés Trapiello: 'Éramos otros', la nueva entrega de sus diarios

El escritor leonés amplía su mundo y repite algunas obsesiones y pasiones en la vigesimocuarta entrega de su proyecto 'Salón de pasos perdidos'

Andrés Trapiello cuenta la novela de su existencia en la serie 'Salón de pasos perdidos'
Andrés Trapiello cuenta la novela de su existencia en la serie 'Salón de pasos perdidos'
Isabel Permuy/Planeta.

Continúa la fiesta’ títuló Jordi Gracia la reseña en ‘El País’ del último tomo de los diarios de Andrés Trapiello, ‘Éramos otros’, la vigesimocuarta entrega de esa obra única en la literatura española que es su ‘Salón de pasos perdidos’, la colección de sus diarios, esa ‘novela en marcha’ que ha reunido en torno suyo a un importante número de lectores, devotos y fieles, que cada vez que finalizan la lectura de uno de esos diarios (que aparecen cada uno, dos o, en el peor de los casos, tres años) cuentan los días que faltan para la publicación del próximo.

El título de Jordi Gracia no podía ser más acertado, pues una fiesta es siempre la lectura de cada uno de sus diarios, una fiesta de los sentidos, una celebración por seguir juntos y unidos alrededor de un mundo, el trapiellista, del que todos sus lectores conocemos los personajes que lo habitan (su mujer, sus hijos, el poeta e historiador del arte Juan Manuel Bonet, la presencia imponente de Ramón Gaya, sus dos grandes amigos de Murcia…), sus filias (algunas nuevas en las últimas entregas, como los casos de Antonio Pau o del zaragozano Juan Marqués) y sus fobias (éstas imperecederas), su conocido descreimiento de las vanguardias y del informalismo, tan de primera hora, cuando casi nadie se atrevía a cuestionarlos, su hipocondría (verdadera o fingida, ya que uno nunca sabe del todo cuándo termina la realidad y comienza la ficción, pues de una ‘novela en marcha’ se trata), sus estancias en Extremadura, en su casa de Las Viñas, sus viajes, sus visitas al Rastro (en una de las cuales, nos cuenta esta vez, compra una monografía sobre los Borobio, los conocidos arquitectos aragoneses), su amor a la familia, su ternura y a veces –las menos– su cólera, y sobre todo su extraordinario sentido del humor que hace que muchos de los episodios que se narran en estos diarios sean decididamente desopilantes, de modo que el lector ha de dejar el libro, cerrarlo por unos instantes y reírse sin freno, festejando esos impagables momentos de felicidad que nos regala. Con ningún otro escritor uno se ríe tanto y tan a gusto (en esta última entrega hay unas páginas sobre sus deposiciones negras y una disfunción eréctil, esta última, eso sí, prontamente solventada, que se leen entre carcajadas indomeñables).

Un lector no avezado en el universo Trapiello pensaría que siempre cuenta parecidas cosas y habla de los mismos temas. Y a lo mejor tiene razón. Pero precisamente ahí radica la grandeza de estos libros y es lo que no puede entender quien no sea un lector habitual de ellos: que escribiendo siempre de las cosas que le pasan, tan parecidas a las que nos suceden a los demás, consiga el milagro de atraparnos desde la primera página.

En este ‘Éramos otros’, como en todos los anteriores, se habla mucho de literatura y escritores: de Rafael Alberti y de María Teresa León, «un costal de vanidad (que) llevaban incluso una máquina de retratar, para hacerse las fotos cuando no tenían cerca a un reportero gráfico», de Ricardo y Germán Gullón, de Juan Marsé, de Eduardo Mendoza, del zaragozano Rafael Conte, de Miguel Delibes, Dionisio Cañas o Manuel Alcántara.

Son extraordinarias las páginas dedicadas a un viaje a Nápoles, que aprovecha para volver a decirnos (y hacemos como que nos lo creemos) que los libros le gustan poco («más que el futbol, pero menos que estarme sin hacer nada, oyendo al ruiseñor»)

Son extraordinarias las páginas dedicadas a un viaje a Nápoles, que aprovecha para volver a decirnos (y hacemos como que nos lo creemos) que los libros le gustan poco («más que el futbol, pero menos que estarme sin hacer nada, oyendo al ruiseñor»), y aquellas otras en las que nos cuenta otro viaje a Irlanda, en donde una hija de Josefina Carabias está de embajadora y Trapiello aprovecha para hablar con ella de su madre, y donde vuelve a insistir en que los libros le gustan «cada vez menos», ante las caras de sorna de sus amigos que le piden que deje de epatar, porque aquí «nos conocemos todos».

Hay momentos de gran ternura y emoción, como el episodio del tren eléctrico que los Reyes Magos le trajeron a uno de sus hijos, o las historias de su madre, con los pagos que tuvieron que hacer al maquis en su pueblo leonés. ‘Éramos otros’ es otra feliz entrega de los diarios de Trapiello, caracterizados todos ellos por estar escritos con una de las mejores prosas que nos es dado leer en España. Al autor tal vez le entren ganas de decirnos lo que Ramón Gaya comentaba en broma cuando le elogiaban su pintura: «¿Y qué os habíais pensado?».

LA FICHA

'Éramos otros'. XXIV entrega de 'Salón de pasos perdidos'. Andrés Trapiello. Libros del Arrabal. Madrid, 2023.

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