Rafa Maza: "Me he leído 'La vida en cuatro letras', de Carlos López Otín, y 'El criticón"

El cómico oscense prepara nuevo espectáculo de su personaje Fabiolo y estará entre el 5 y el 21 de octubre en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza.

Rafa Maza, reponiendo fuerzas.
Rafa Maza, reponiendo fuerzas.
Guillermo Mestre

¿Qué significa el verano para usted, qué le sugiere?

Julio es como un sábado y agosto, un largo domingo. Uno siente que las horas se alargan. Sin embargo, por mi profesión, no es un paréntesis en el año; estamos hechos de verano, y gracias a eso podemos pasar el invierno.

¿Cómo lo vivía en su infancia y adolescencia?

Lo primero que me viene a la cabeza es el verano en Tardienta con mi abuela: bicicleta, piscina, carreras a la fresca, partidos en la escuelas y mercromina en los codos y las rodillas. Luego el camping con mis padres en Tarragona o el Cantábrico; también en Pineta, pescar allá le encantaba a mi padre. Teníamos una Conver 13, que se abría en 13 segundos. Una vez fuimos a París de acampada a principios de los 90, teníamos familia exiliada allá e hicimos la ruta de los ‘chateaux’. También íbamos al pueblo de mi madre, Cistierna, en León, con mis bisabuelos. Siempre tras San Lorenzo: eso no era negociable.

¿Y en la edad adulta?

Me dejo llevar por el sol espléndido de julio y el hastío del estío en agosto. Me encanta que las tardes se alarguen.

¿Ha tenido tiempo para irse de vacaciones este año?

Me suelo quedar unos días en la costa cuando actúo en sitios de playa. Este año me invitaron al Asia Gardens de Alicante, un pedacito de Bali en el Mediterráneo. También unos días en Málaga y Benicarló, y me escapé una semana a Estocolmo, una San Sebastián del norte de Europa.

¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida?

Shanghái en 2010. Fui a actuar al pabellón de España en la Expo de aquel año. Tuve una semana para recorrer sitios en plan mochilero, yo solo: estuve en Hanzhou, en Huangshan… Fue impresionante. Casi me quedo un año para aprender chino.

¿Cuál es su rincón de Aragón favorito para desconectar?

Cualquier punto del Pirineo, pero hay más. El año pasado conocí el Matarraña y me encantó. Los Monegros me inspiran mucho, estoy feliz en mi pueblo, Tardienta, descansando y escribiendo.

¿Qué destino vacacional tiene pendiente?

Islandia, desde que vi una diapositiva en el colegio. Además, en mi espectáculo de los ‘hipsters’ que dirigió Alberto Castrillo-Ferrer hicimos de Islandia la tierra prometida de estos muchachos. Grecia la tengo pendiente: me encanta la historia antigua. Ahora mismo estoy leyendo mucho sobre mitología griega.

¿Recuerda alguna anécdota estival vinculada a su profesión?

Un bolo de un 17 de julio en Paniza. Hacía frío de abrigo. Entré en un bar y dijeron en voz alta «parece que vienen los Fabiolos a actuar esta noche»: sonó a Los Manolos. También el Desafío Buñuel de Teruel, me implico mucho ahí.

¿Qué tipo de lecturas preside su verano actual?

Preparo nuevo espectáculo de Fabiolo relacionado con la genética y me he leído ‘La vida en cuatro letras’, de Carlos López Otín, además del asunto de la mitología que comentaba. Y ‘El criticón’, de Gracián, lo he disfrutado mucho.

¿Qué planes cumple de los que se propone cada verano?

Pocos, me voy acomodando a los huecos de las actuaciones. Me gusta ir al encuentro de malabaristas europeos, que se celebra cada año en una ciudad distinta.

¿Qué película, canción y/o concierto evocan un verano inolvidable para usted?

‘La bamba’ de Los Lobos, la escuché en Cistierna en una cinta de pequeño y me juré que siempre sería mi canción preferida. Me da alegría, me entusiasma. Así que ya no puede haber otra mejor canción para mí. Y de película, ‘Los Goonies’, que vi en Calafell en un cine de verano.

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