Alcaine, Albarracín y otros escenarios del recuerdo

Manuel Val Lerín, uno de los promotores del programa ‘Arte aragonés a la escuela’, es un gran viajero y un enamorado constante de Teruel

Foto de Alcaine
Alcaine
Laura Uranga

Manuel Val Lerín, desde el Mixto-4 de San Vicente de Paúl, fue un personaje clave en la historia del arte de Aragón en las dos últimas décadas del siglo XX. El escritor Jorge Sanz Barajas, colaborador de HERALDO, prepara un gran homenaje a los trabajos y los días de la creación artística y literaria y la educación de ese proyecto que tiene por protagonistas, entre otros, a Pilar de la Vega, Ramón Acín y, por supuesto, a Manuel Val Lerín, que es un enamorado constante del paisaje aragonés. Ha viajado, ha escrito, ha soñado y ahora hace acopio de recuerdos y de preferencias.

"En primer lugar, escojo Alcaine, en la provincia de Teruel. No tiene solo un rincón sino múltiples espacios, tanto en la zona urbana como en paisajística, arqueológica y artística. Cuanto más viajo, más me reafirmo en su belleza espectacular y agreste. Me propicia la regresión a mi niñez y me inspira para escribir mis poemas desde mi edad adulta. Todavía me permite soñar en que es posible recuperar sus calles de piedra y el azul añil de sus fachadas", dice de un lugar lleno de embeleso, de montañas, de grutas llenas de misterio, de nubes impresionantes y de historia.

Si Alcaine es el poema pintado de la piedra y el cielo, ¿qué decir de Albarracín? "Mi segundo lugar favorito es Albarracín. Me place la conjunción de su arquitectura monumental con la sencillez de sus calles, restauradas con criterio y buen gusto, más un entorno nada desdeñable. Es el típico escenario donde se respeta su idiosincrasia tradicional sin necesidad de lujos vacuos -explica Manuel Val, que también es un gran aficionado a la arquitectura popular y a esos cascos históricos que parecen moldeados por un mago del bienestar-. Se presenta como modelo de restauración con materiales elementales y autóctonos como el yeso rosado". ¡Cómo olvidarse de la gran labor de la Fundación Santa María de Albarracín!

En la inclinación hacia otros parajes, el estudioso y amigo de los pintores Santiago Lagunas y Juan José Vera se queda también en Teruel. "Sí, me quedo en Montes de Fonfría y Salcedillo. Me ofrecen un espacio como remanso de paz y de recuerdos. Complementan esta sensación vital de evasión e inmersión ecológica la estética de sus balsas naturales de agua, la belleza y exuberancia de su flora silvestre (orquídeas, prímulas, acianos, narcisos, erizones…) y su variada riqueza micológica. También invitan a llevar en el hombro la cámara fotográfica para robar imágenes bucólicas y dejar que fluya el aroma de los pinos. Y sentarse debajo de algún roble con papel y lápiz para reflejar añoranzas del pasado".

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