verano 2023

Luis Alegre: "Vivo como un lujo el poder dormir en el sitio exacto donde mi madre nos parió"

El cineasta y profesor universitario de Lechago vincula sus periodos estivales a la agitación cultural del pueblo que le vio nacer, y a los viajes con buenos amigos.

Luis Alegre, lechaguino y universal.
Luis Alegre, lechaguino y universal.
Oliver Duch

¿Qué significa el verano para ti, qué te sugiere?

Calma, alegría y más tiempo para cosas que me gustan y para reencontrarme con gente querida.

¿Cómo lo vivías en tu infancia y adolescencia?

Entre Calamocha y Lechago (Teruel). Por la mañana, impartía clases particulares; por la tarde, piscina, tenis, ping-pong, fútbol, futbolín, bicicleta, Verne o Salgari; por la noche, calle, discotecas, peñas y, en la gramola del bar El Chato, Los Beatles, Víctor Manuel, Bob Dylan, Camilo Sesto, Ana Belén y Nino Bravo. Las fiestas patronales las esperaba con cierta ansiedad. El verano se me hacía eterno, pero qué rabia cuando se iba. Las estrellas de mis días eran esas chicas con las que me hacía el encontradizo ante su más absoluta indiferencia.

¿Y en la edad adulta?

Bien, buen rollo, pero nada que ver. Mi vida cotidiana se parece mucho más a la del resto del año. Antes, el paréntesis que marcaba el verano era brutal.

¿Has tenido tiempo para irte de vacaciones este año?

He viajado tanto hasta el verano que me apetece poco moverme.

¿Cuál ha sido el viaje de verano de tu vida?

En 1992, a unos pueblos cercanos a Lisboa, en los que se rodaba ‘Belle Époque’; en 1998, a Praga, donde se filmó ‘La niña de tus ojos’, también de Fernando Trueba y con su hermano David como formidable compañero de viaje. Con Penélope Cruz, otros tres viajes, en 2000, a Cefalonia, bellísima isla griega; en 2004 a La Toscana y en 2010, con Javier Bardem, a Bahamas, donde se casaron. No sé si me he reído más en mi vida, y mira que me he reído. Otro viaje imposible de olvidar fue el que hice con Mariano Gistaín y José Antonio Ciria, al sanatorio de Valladolid en el que residía la madre de Perico Fernández. Fue en el verano de 1987, cuando preparábamos la biografía de Perico.

¿Cuál es tu rincón de Aragón favorito para desconectar?

La casa de Lechago en la que nacimos mi madre, mis hermanos y yo. Vivo como un lujo el poder dormir en el sitio exacto donde mi madre nos parió.

¿Qué destino vacacional tienes pendiente?

Los más claros, algunos lugares de Aragón y de España que aún desconozco.

¿Recuerdas alguna anécdota estival vinculada a tu profesión o a las vacaciones?

Fiestas de Lechago. Peña La Tranca. Tendría unos 15 años. Comienza a sonar ‘Michelle’, de Los Beatles. Sobrado de coraje, me acerco a Conchita Roche y le pregunto: ¿Bailas? Ella se levanta y me coge de la mano. Por poco me desmayo. Era la primera vez que una chica me decía que sí a algo. Esa emoción es imbatible.

¿Qué tipo de lecturas u otras actividades realizas estos días?

La Asociación de Amigos de Lechago organiza la Semana Cultural: entregamos el Premio Pairón, destinado a gente aragonesa admirable –el primero, en 2009, José Antonio Labordeta– y hemos desarrollado iniciativas locas y maravillosas como la Biblioteca Sumergida, en honor de Félix Romeo. En el Festival Manhattan de Murillo de Gállego que dirige Alberto Castrillo-Ferrer, pasé hace nada un fin de semana estupendo alrededor de Mónica Randall y la memoria de Carlos Saura.

¿Qué planes cumples de los que te propones cada verano?

Empleé varios veranos en completar mi tesis doctoral en Lechago, con mi madre al lado.

¿Qué película, canción y/o concierto evocan un verano inolvidable para ti?

Cada vez que escucho ‘El jardín prohibido’ de Sandro Giacobbe o veo ‘Del rosa al amarillo’ de Summers se me vienen encima mi infancia y adolescencia. Vi la película con ocho años y me encandilé con Cristina Galbó. Esa niña me descubrió qué diablos era eso del amor.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión