Laura Sorribas: “La vida es una aventura o, al menos, así me gusta vivirla”

Laura (Zaragoza, 1997) es cofundadora de las bandas Muro Kvartet (que actúa en Benasque el 2 de agosto) e Isla Kume, y toca el chelo en el musical ‘Aladdin’ de la Gran Vía madrileña

Laura Sorribas, el pasado miércoles 26 de julio, en Madrid.
Laura Sorribas, el pasado miércoles 26 de julio, en Madrid.
Enrique Cidoncha

¿Procede preguntar a una música por qué es música? ¿Lo supo desde siempre?

Bueno, entré a los ocho años en el Conservatorio Profesional de Zaragoza por insistencia de mis padres. A mi madre le hacía ilusión que tocase el violonchelo, ella siempre quiso hacerlo. Probé también en piano y arpa, pero entré con violonchelo y allí pasé los siguientes 15 años –ríe– antes de terminar carrera en el Superior. La idea de dedicarme a esto y explorar otras músicas viene de mi año de Erasmus en Zwölle (Holanda), donde investigué en el jazz y el pop, y conocí gente interesante que me abrió las miras.

Irse a Madrid fue un impulso académico en primer lugar, y ha acabado siendo vivencial.

El último año en el Superior estuve impartiendo clases y trabajando en música propia, y me enamoré de esto. Fui a Madrid a un máster en producción y desde entonces he tratado de seguir investigando, aprendiendo. Es una forma de ver la vida. Con Muro Kvartet e Isla Kume, los dos proyectos en los que estoy involucrada, la música es muy distinta, y eso me llena. Ahora quiero avanzar en el terreno de las bandas sonoras. A ver hasta dónde puedo llegar.

¿Le trata bien la capital?

Sí, mucho. Estar aquí ya es en algo aventurero. Además, haber metido la cabeza en Stage Entertainment y el mundo de los musicales es increíble. Resulta difícil vivir de la música, desde luego, pero no paro de trabajar, y las oportunidades siguen apareciendo. También es verdad que las busco, no me quedo en el sofá.

Cierto: aunque sea con el arco, ha frotado una lámpara muy famosa, la de Aladino.

Soy ‘cover’ del chelista principal, no hago muchísimas funciones, pero he hecho buenas migas con el elenco, empezando por el propio compañero al que cubro. La música de ‘Aladdin’ es preciosa y, vaya, trabajo en la Gran Vía: es un subidón. He vivido dos años en el centro y ahora me acabo de ir a un barrio: las dos cosas me sirven. De las fiestas o de encuentros casuales en una terraza salen amistades, colaboraciones, trabajos... he desarrollado mis aptitudes sociales, la verdad (ríe). Aquí hay estímulos todo el rato, Madrid me sorprende cada día. ¡Lástima que sea una ciudad tan cara!

Con Muro Kvartet han triunfado este mes en Ortigueira, el gigantesco festival folk.

Han pasado dos semanas y aún me emociona. Fue increíble. Era mi tercera vez allá, pero la primera como participante. Cuando empezamos con Muro Kvartet hace cuatro años comentamos que tocar allá era la gran meta... y no solo se ha cumplido, sino que tenemos garantizado volver el año que viene, porque ganamos el concurso interno Runas para grupos emergentes. Tocamos los primeros en la final, no había público apenas, y en la segunda canción empezaron a llegar en masa, fue una fiesta. También te digo que pasé mes y medio sin dormir preparándolo: Andrés Campos y yo produjimos ‘backing tracks’, música de base para tocar encima en el escenario, con una mezcla y masterización alucinantes de Kike Bosch, un chico de Zaragoza que vive en Madrid.

Dice que sigue aprendiendo. ¿Se ve intentando el salto a Berklee o Juilliard para ampliar estudios?

Lo pensé en su día, pero lo descarté. Es muy caro, y no tengo un duro. Hay otras formas de aprender, creo que con la enseñanza reglada ya he cumplido. Lo de salir de España no lo descarto, al revés: creo que la vida es una aventura o, al menos, así me gusta vivirla, con la mente abierta y la adrenalina alta para volar.

Habla usted con pasión de su trabajo. Da un poco de envidia.

Es que me encanta, y gracias a la música he ido encontrando personas fantásticas. Si conozco a alguien con sed de aventura y ganas de vivir, de crecer y hacer cosas, ya me tiene ganada. Esa gente me nutre, me da la vida. Los comodones, por otro lado, me la quitan un poco. Ah, y si no te importa, quiero agradecer por aquí el apoyo alucinante de amigos y familiares que he recibido siempre, desde el primer vídeo que subí a Instagram. Sin ellos, quizá no creería tanto en mí misma y en lo que puedo hacer.

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