La Noche en Blanco llena Zaragoza de colorido con una gran respuesta ciudadana

Los diferentes espacios museísticos del centro se llenaron con público entusiasta de todas las edades

Circle of Trust, ayer, en el Paraninfo de la Universidad.
Circle of Trust, ayer, en el Paraninfo de la Universidad.
Oliver Duch

La Noche en Blanco empieza por la tarde, y es multicolor. Una paradoja de las que gustan, activa y vibrante este sábado 24 de junio en Zaragoza. Este invento parisino de principios de milenio se ha asentado aquí y en medio mundo, para dar la bienvenida al verano con una especie de beatífico carrusel de las artes en espacios públicos y privados de la ciudad.

Los museos abren sus puertas de par en par a la ciudadanía, que responde con entusiasmo creciente a la llamada. ¿Será un efecto colateral de la pandemia? ¿La cultura importa más que antes? ¿La gente aún no se ha ido de vacaciones? Son preguntas que ayer flotaban en el aire abochornado por un calor salvaje, que no mermó el entusiasmo popular ni la energía de quienes se pusieron al servicio del éxito de una iniciativa que tuvo en el Festival Rompepuertas (cuatro espacios, energía joven) a su esqueleto principal.

Rompepuertas tenía una premisa como marco:actividad gratuita de las 19.00 a la medianoche, ya fuera con esfuerzos coyunturales o como mero apoyo a las exposiciones de los espacios que albergaban la fiesta. De alguna manera, ese impulso acabó contagiando al resto de espacios, y creó una reacción en cadena de tal calibre que las aglomeraciones en torno a los espacios ayer ‘blanqueados’ era equiparable al bullicio de cañas y tapas en las siempre concurridas calles del Tubo.

El Museo del Teatro abrió su Feria de Arte Joven, con puestos de distinto pelaje. Danielo Tena, extremeño de largo asiento en Zaragoza, trabajaba ahí en un mural grafitero sobre cristal. "Comienzo con viñetas y luego las voy uniendo en un concepto. Hoy hago hincapié en los museos de la ciudad, sirviéndome de personajes imaginarios, mitológicos, que se mezclan con escenas costumbristas; uso colores sencillos, primarios". En el área del teatro romano, Humbé amenizaba la velada con delicados aires de jazz.

El Museo de las Termas exhibía una larga fila de familias esperando para las visitas guiadas, algo parecido a lo que ocurría en el Museo del Foro, que ofrecía concursos de baile para peques, un trío de cuerdas tocando temas populares y una impresionante acróbata que danzaba en altura empleando largas telas rojas: la francesa Mäelle, afincada en Zaragoza, dejó al personal patidifuso;una niña gritó «chicaaa, que se va a caeer», ocurrencia que provocó una carcajada general sin descentrar a la artista.

Dos talentazos

El Museo de Zaragoza recibió a media tarde al músico oscense Dani Escolano y los integrantes de Jazz For Kids. El patio se llenó de excelente música, arrancando expresiones de sano estupor entre los presentes: es el efecto habitual del contacto directo con esta iniciativa. También cautivaron al numeroso público que acudió al Paraninfo de la Universidad los bailarines de Circle of Trust, combo zaragozano que no suele faltar del festival Trayectos, y que ayer ofreció varias muestras de la calidad individual y colectiva de sus miembros.

Las visitas teatralizadas al Salón Rojo de la sede de Caja Rural eran uno de los platos fuertes de la oferta en esa ubicación del festejo colectivo, que redondeaba su cartel de actividades con música urbana a cargo de exponentes locales. En el Museo Goya, por su parte, la alternativa para quienes alargaban un poco el paseo era a las 21.30 con el espectáculo musical ‘En la luna de Goya’, que sacó adelante con pulso admirable el grupo local Luna de Marte.

Los que se acercaron al Museo Pablo Serrano no quedaron decepcionados ayer, lo mismo que suele ocurrir a los visitantes habituales. La exposición de Canogar se llevó los máximos halagos. Caixaforum franqueaba el acceso a su Gaultier y su Miró, dos lujos que no ocurren precisamente todos los días, y tanto el Museo del Fuego como el Archivo Provincial también pueden presumir de su cuota de visitas en la jornada de ayer. En definitiva, un día para enmarcar, calorazo aparte, y reivindicar de paso el valor nutricional de la cultura como necesidad primaria.

Rompepuertas rompe moldes con La Gigi

Nada de Met, ni falta que hace. Mucho de ‘meet’, de encuentro, y de los buenos. La Gigi, Gala Gargallo para amigos y allegados, reclamó en la noche del sábado por segunda vez su espacio en la plaza San Felipe de Zaragoza. Un gesto colectivo, reivindicativo y alegre, que pone el foco en la creatividad joven de la moda aragonesa; desde el diseño al estilismo, maquillaje y todas las parcelas que rodean a esta expresión tan plural y desprejuiciada como exigente, tan festiva como espartana.

A las 21.00, los presentadores Dinamita y Santi (dos de los 25 miembros de Rompepuertas, el mentado grupo joven residente en los museos municipales de la ciudad) se encargaron de dar paso a las primeras creaciones de la noche. Antes, en la escalinata interior, un grupo de asistentes ya había podido disfrutar del ambiente previo a la alfombra roja.

Rubén Castells, jefe de la sección de Museos del Ayuntamiento de Zaragoza, valoraba muy positivamente el trabajo de Rompepuertas antes del primero de los dos desfiles de La Gigi. "Han planificado con mimo este festival como fin de curso, que coincide y anima la Noche en Blanco de la ciudad. La Gigi convierte al Museo Pablo Gargallo en un templo de la moda. Bajo el lema ‘La moda es arte’ se han preparado varias actividades, desde un taller de peluquería a otro de maquillaje y dos desfiles en formato concurso:uno directamente amateur, dirigido a personas aficionadas a la moda, y otro llamado Experience, donde concursa gente en formación directa de moda o ya involucrada profesionalmente en ella".

Los talleres estaban directamente relacionados con los años 20, por una cuestión de sinergia con el propio espacio que los caogió. Sus protagonistas recibieron además la visita de la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, y la concejal de Cultura, Sara Fernández, que felicitaron a la concurrencia.

En la plaza, la expectación fue absoluta. El ‘catwalk’ era una alfombra roja de 15 metros desde la misma puerta del museo, y el público se arremolinó en torno a ella para aplaudir con ganas a cada modelo participante; las salidas se alternaban con breves entrevistas a los responsables de los diseños. No se perdió en ningún momento el tempo de la fiesta, marcado por el DJ. Próxima parada, ¿la escalinata del Metropolitan neoyorquino? Quién sabe...    

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