Sergio del Molino: "Vox está capitalizando el descontento en la España vacía"

El escritor y periodista sostiene que en la presente campaña electoral "ha desaparecido el discurso complejo sobre España".

Sergio del Molino presenta su libro el 6 en Madrid y conversará con Ana Blanco.
Sergio del Molino, en una imagen de archivo.
Guillermo Mestre.

El escritor y periodista Sergio del Molino, autor de varios libros sobre la España vacía, considera que "Vox está capitalizando el descontento que hay en esos territorios", con la excepción de las provincias de Soria y Teruel, donde sí se han consolidado plataformas en defensa de candidaturas del "mundo campesino".

En una entrevista, Sergio del Molino, que ha ofrecido en Barcelona una conferencia organizada por el Observatorio Social de la Fundación la Caixa, ha dicho que "el papel de esa España vacía será limitado en estas elecciones municipales y autonómicas, si bien puede ser decisivo en algunos lugares".

A su juicio, quien explota "la nostalgia más burda" en ese mundo rural es Vox, y es también quien puede obtener más réditos de "esa explotación nostálgica, de ese sentimiento de marginación y ninguneo que ha sacudido en los últimos años y que se ha materializado políticamente".

Sin embargo, más allá de Teruel y Soria "esas plataformas no han tenido la capacidad, ni siquiera las candidaturas" para poder llevar su voz al Parlamento.

Percibe el autor de 'Un tal González' o 'La piel' que en la presente campaña electoral "ha desaparecido el discurso complejo sobre España, sobre la despoblación, sobre la condición de igualdad entre españoles que se planteaba, que ha dado paso a unos debates mucho más locales, más centrados en las inversiones, en las infraestructuras, en el que hay de lo mío y con una dialéctica muy parecida a la que planteaban tradicionalmente los nacionalismos catalán y vasco".

Todo se ha reducido, continúa, a reivindicaciones concretas de una autovía, una estación de AVE o un porcentaje de inversiones, pero esas plataformas "no tienen una opinión sobre el aborto o cuestiones generales de la vida, sencillamente porque no les preocupa y eso hace que sus propuestas políticas, sus partidos, sean muy cojos, muy débiles, sean en definitiva una comunidad de intereses".

Para las próximas elecciones generales, Del Molino no cree que esas candidaturas de la España vacía tengan un mayor peso que el actual, pues "les está costando mucho conseguir salir de los lugares donde tenían implantación, porque es muy difícil dar el salto de una plataforma cívica a un partido nacional, que necesita una organización, un discurso político y una unidad que ellos no tienen".

En su opinión, estas plataformas "han sido un poco víctimas de su propio entusiasmo, se vieron demasiado arriba en un momento y no han tenido la paciencia de crecer poco a poco, quizá porque el trabajo político es muy distinto del trabajo de activista y de grupo de presión".

En la conferencia del Observatorio Social de la Fundación la Caixa, Sergio del Molino ha expresado algunas consideraciones sobre la nostalgia, "un tema tratado en la cultura, frecuente en los libros Nabokov o Proust y ha saltado al terreno de la cultura, sostiene.

El autor madrileño, que vive en Zaragoza, se siente directamente concernido por la nostalgia, un tema que aborda habitualmente en su obra, a través del "poder de los imaginarios rurales, del pasado reciente, y de cómo eso configura el presente".

En la arena política esa nostalgia, añade, se ha convertido en arma arrojadiza, en "armamento pesado", olvidando que "la nostalgia es una emoción humana elemental, pero que como toda emoción, puede ser susceptible de manipulación política".

La utilización política de la nostalgia es, según Del Molino, transversal, no exclusiva ni de los partidos de derecha o de izquierda, si bien, subraya que "Vox fomenta la xenofobia al intentar convencer a los vecinos de que los barrios eran mucho mejor hace treinta años, cuando no había inmigrantes, algo que además es mentira porque el barrio era mucho peor, y además en muchos casos los han mejorado".

Alerta el escritor que "hay que desconfiar de cualquier proyecto político que intente anclarse en el pasado y encuentra en la guerra en Ucrania un ejemplo claro: "Putin es ahora mismo el mayor demagogo de la nostalgia que hay en el mundo, apelando a la idea de que hubo un tiempo mucho mejor, un tiempo en el que los rusos eran felices y una fuerza les arrebató esa felicidad que ahora hay que reconquistar por las armas". 

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