Eugenio Monesma, un artesano del cine reconvertido en 'influencer'

El productor y realizador oscense acaba de superar el millón de suscriptores en su canal de Youtube, donde pueden verse ya 400 de sus 3.200 documentales etnográficos.

Eugenio Monesma, con una de las cintas de 8 mm de su archivo de documentales etnográficos.
Eugenio Monesma, con una de las cintas de 8 mm de su archivo de documentales etnográficos.
Verónica Lacasa

A sus 70 años, el productor y realizador oscense Eugenio Monesma es todo un ‘influencer’. Su canal de Youtube, con unos 400 documentales de oficios perdidos, fiestas, tradiciones, leyendas, gastronomía y piedras rituales, acaba de alcanzar el millón de suscriptores y supera los 256 millones de visualizaciones. Cifras que seguirán creciendo ya que atesora otras 2.800 obras etnográficas que hacen de su archivo uno de los más importantes de España. "Nunca imaginé que pudiera tener un alcance mundial tan importante", resalta.

Su éxito también llega a otras redes sociales como Facebook en español (1.642.000 seguidores), Facebook en inglés (413.000), Tik Tok (294.000) e Instagram (120.000). Y admite no saber cuál es el secreto: "En principio creí que estos documentales serían para los nostálgicos sesentones, que vieron in situ muchos de estos oficios, pero cada día me sorprendo más de que hay muchos jóvenes que me escriben comentarios. Quizá al estar en un mundo que es todo digital, les atrae ver que antes se hacían las cosas a mano".

Reconocido en 2022 con el premio Simón de Honor de la Academia de Cine Aragonés por sus 40 años de trayectoria, a Monesma le atraía el cine desde joven, tanto que se cogía vacaciones cuando trabajaba en Industrias Albajar para ver los cortos del entonces incipiente Festival de Cine de Huesca, del que era "fiel seguidor".

Eugenio Monesma, con la placa de plata de Youtube que acreditaba sus 100.000 seguidores. Ahora recibirá otra de oro por superar el millón.
Eugenio Monesma, con la placa de plata de Youtube que acreditaba sus 100.000 seguidores. Ahora recibirá otra de oro por superar el millón.
Verónica Lacasa

Sus primeros pinitos los hizo con una cámara Súper 8 en celebraciones familiares y con ella ya grabó unos pequeños documentales sobre el castillo de Montearagón y pueblos deshabitados. Su primer éxito fue ‘Jaque de reyes’, una película de animación sobre las consecuencias de las guerras que cosechó varios premios. En 1981 se incorporó al Instituto Aragonés de Antropología, donde de la mano de expertos como Ángel Gari o Manuel Benito -primo suyo- comenzó a grabar vídeos de oficios en peligro de extinción como alpargateros, herreros...

Dio el salto al 16 mm y luego al vídeo. Momento en que dejó su trabajo para dedicarse en cuerpo y alma a su gran pasión. Entonces abrió un videoclub e hizo multitud de bodas, bautizos y comuniones para ganar dinero que luego reinvertía en sus producciones. "Fue mi gran escuela porque aprendí a manejar la cámara".

Empezó a colaborar también con la Diputación de Huesca y en 1992 se compró sus propios equipos (invirtió 30 millones de las antiguas pesetas) para producir programas, primero para la extinta Antena Aragón y luego para Aragón Televisión. Sus vídeos se han emitido también en TVE y su serie ‘Los fogones tradicionales’ lleva 23 años en Canal Cocina.

Pese a esta larga trayectoria, no ha perdido su capacidad de sorpresa. La última vez fue la semana pasada, cuando grabó cómo se elabora el fieltro a partir de la lana en el pueblo navarro de Zoroquiaín mediante una técnica que usaban los mongoles. "No me imaginaba que fuera así", afirma.

Eugenio Monesma, grabando su último documental sobre la elaboración artesanal del fieltro en el pueblo navarro de Zoroquiaín.
Eugenio Monesma, grabando su último documental sobre la elaboración artesanal del fieltro en el pueblo navarro de Zoroquiaín.
Pyrene PV

Lamenta que muchos de sus documentales son "irrepetibles" porque esos oficios ya no existen. Como el batihoja, un artesano que hacía el pan de oro para decorar figuras generalmente religiosas. "Lo grabé en una calle de Madrid y al año siguiente desapareció porque ya importaban de Alemania el pan laminado industrialmente", recuerda.

Él mismo es un artesano de su oficio ya que graba él solo y luego su hijo Darío monta el documental. Su otro hijo Eloy se encarga de las redes sociales. Y aunque admite que es "duro" por la cantidad de viajes, no tiene ninguna intención aún de jubilarse. "Mientras tenga fuerzas, seguiré trabajando", avisa. Sus próximas grabaciones serán en el Pirineo navarro.

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