Anabel Alonso: "Nadie es tan bueno ni tan malo, todos nos retroalimentamos de todos"

La actriz (Baracaldo, 1964) protagoniza ‘La Celestina’ en una novedosa versión del dramaturgo Eduardo Galán que hoy se estrena en el Teatro Principal de Zaragoza.

En su anterior visita a Zaragoza, en 2018, Alonso recibió un homenaje en el Festival de Cine de Fuentes
En su anterior visita a Zaragoza, en 2018, Alonso recibió un homenaje en el Festival de Cine de Fuentes
Toni Galán

¿Le produce vértigo dar vida a un personaje que ha sido interpretado por actrices de la talla de Nati Mistral, Irene Gutiérrez Caba, Amparo Rivelles, Gema Cuervo o, en cine, Terele Pávez?

Claro que da mucho vértigo, pero tengo ese gusanillo, esa ilusión y ese algo también inesperado. Más allá de la talla de las grandísimas actrices que han interpretado este papel, coger ese relevo es una responsabilidad muy grande. No esperaba que me llegara tan pronto porque siempre se ha asociado el personaje con una mujer más mayor, pasaditos los 70. Así que esta es otra Celestina. Me da vértigo, es un reto estimulante, estoy ilusionada y todas las cosas buenas que pueda decir.

El público está más habituado a verla en un registro cómico.

Es cierto que el público está más acostumbrado a verme en comedia, indudablemente, ya sea en la tele, en concursos, de presentadora... aunque en cine he hecho algún papel dramático, pero, claro, la televisión es lo que más alcance tiene. Así que es una faceta mía menos conocida.

Una de esos papeles dramáticos fue el que hizo en la adaptación cinematográfica de la novela de Javier Tomeo ‘El crimen del cine Oriente’...

Disfruté muchísimo en esa película trabajando con Pepe Rubianes. Fue una de las escasas ocasiones en las que me han regalado la oportunidad de hacer un drama. Como ocurre en esta función. Cuando Eduardo Galán me llamó para proponerme ‘La Celestina’ no esperé ni a que acabara la frase para decir que sí porque es de los grandes personajes de la literatura y de la escena de este país.

¿Cómo preparó el personaje?

Se trataba de mostrar esa otra parte más humana de Celestina, que no es de una sola pieza. No puede ser como la bruja del cuento. Esta Celestina es un poco más ambigua y creo que el público entiende mucho mejor al personaje. Nadie es tan bueno ni tan malo, todos tenemos que ver con todo y todos nos retroalimentamos de todos.

¿Celestina es producto de la moral de una época?

Totalmente. Se dedicaba a remendar virgos, a deshacer los entuertos y realmente es lo que ella dice en un momento: «Quien no me llama, no le busco. De mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan». A ella le piden sus servicios, no es ella la que se dedica a malmeter a la gente, que es un poco la idea que se tiene. Realmente, quiere facilitar el amor entre Calixto y Melibea.

En alguna ocasión ha dicho que ella es como el Tinder de la época, pero a domicilio. ¿La ‘Celestinder’?

¡Ja, ja, ja! Pues sí, totalmente. Para eso la llaman. Tiene muchísimos oficios: mediadora de amores, alcahueta, también lleva un prostíbulo... hace lo que hace para sobrevivir. Es una mujer que siempre está al límite. A mí me gusta Celestina porque es una mujer libre que hace y deshace y es dueña de sí misma. Y eso siempre ha dado mucho miedo. Sobre todo en una época en la que resultaba muy difícil decir que una mujer fuera libre.

Anabel Alonso, en 'La Celestina'
Anabel Alonso, en 'La Celestina'
HA

Usted ya había hecho de Celestina en la televisión...

Vamos, sin saberlo me iba formando para este papel. Presenté el programa ‘El flechazo’ (La 1), durante casi dos años, y luego ‘Estoy por ti’ (Antena 3). Así que ya estaba yo encarriladita. Digamos que soy de las actrices más documentadas para esto (ríe).

La vemos en la serie ‘Amar es para siempre’, la veremos en otra ficción televisiva, ‘Vestidas de azul’, pero, ¿cuándo volverá a la gran pantalla?

De momento, no se otea nada en el horizonte. Por otro lado, estoy más que satisfecha con ‘La Celestina’ y vamos a seguir de gira con la obra hasta el próximo año. Poquito tiempo me da a mí para otras cosas. Casi mejor que el cine se quede parado, por ahora.

Dice siempre lo que piensa, también en las redes sociales. ¿Le pasa factura?

En Twitter todo el mundo es muy valiente en el anonimato. Debería haber un poquito más de control. Yo, como muchos, voy con nombres y apellidos y con mi cara. Cuando uno dice lo que dice, apechuga y no insulta, descalifica, miente, ataca o degrada gratuitamente, que es lo que suele pasar. Yo no me lo tomo en serio. La verdad, no me afecta en absoluto. Con la gente que argumenta o va de cara, pues sí puedo tener un intercambio de opiniones. Pensar diferente es lo que tiene que pasar, es maravilloso. El pensamiento único no lo quiero para nadie. Pero Twitter no me parece un baremo de nada. Es donde muchísima gente va a echar su mierda y su frustración, así impunemente. Sin ninguna consecuencia.

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