feria de san jorge

Cristiano Torres abre la puerta grande en su impactante debut con caballos

El aragonés corta dos orejas en una tarde de entrega e ilusión. El Melli suma otro trofeo y Barroso se va de vacío.

Cristiano Torres sale a hombros de La Misericordia en su debut con caballos.
Cristiano Torres sale a hombros de La Misericordia en su debut con caballos.
Francisco Jiménez

Aragón tiene torero. No lo digo yo, lo dice la afición. El gentío que ayer sacó a hombros a Cristiano Torres. La plaza que quiere verle mandar en esto. Todos los que quedaron impactados con su debut con caballos.

Fue una puerta grande a la ilusión. Al deseo de tener, al fin, un nombre al que agarrarse. El de un joven zaragozano que es puro entusiasmo, pura verdad, y se ha prometido ser primera figura.

Su estreno en La Misericordia no pudo ser más prometedor. Dos orejas incontestables. Una faena rotunda de principio a fin. Desde el silencio de la expectación, con esas arrucinas por la espalda en los mismos medios, hasta un epílogo categórico.

Cabeza, corazón y bragueta… Imposible hacer más con tan poco. Puso toda la emoción que le faltó al novillo. Siempre firme y bien colocado. Alargando el viaje, pastueño, mientras lo hubo. Tragando después en las cercanías, donde se lo pasó por donde quiso.

Hizo al animal por el derecho, templando, y lo crujió por el izquierdo. Dos naturales fueron eternos. La emoción se desbordó seguidamente con un arrimón que le acercó el triunfo. Esos dos trofeos incontestables, pese a la espada, que no pudieron ser redondeados en el sexto.

La brusquedad del novillo le obligó a meterse entre los pitones antes de tiempo. Trató de atemperar esos trallazos en una labor encimista, sin opción, en la que apenas pudo reafirmar su valor a base de quietud.

Eclipsados

La ovación de despedida fue el reconocimiento a una tarde en la que eclipsó a los otros dos actuantes. Y todo, a pesar de que El Melli topó con un sensacional novillo de José Cruz que guardaba un cortijo en ambos pitones.

El de Sanlúcar anduvo templadito, firmó buenos pasajes al natural, pero nunca estuvo a la altura de tanta clase. Faltó rotundidad y sobró… sobró haber visto justo antes a Cristiano e imaginar lo que pudo ser y no fue.

El Melli acabó cobrando una oreja que pudieron ser dos -bien Ezquerra por aguantar la petición- y el tercer chaval, el madrileño Tristán Barroso, se fue de vacío tras dos labores voluntariosas, aseadas, pero sin eco.

Su primer novillo, tan bajo de presentación como el resto del encierro y de la feria, no permitió el lucimiento. Al animalito le iba justo para desplazarse y Barroso, en las obligadas cercanías, toreó para él.

Luego, ante el quinto, se le vio más aturullado. Fundamentó la faena en la izquierda y, sin embargo, los mejores pases se vieron por el derecho. Nunca lo sometió, y alargó hasta la saciedad una obra intrascendente. 

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