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Saldo ganadero sin opciones de triunfo para abrir la Feria de San Jorge

Morenito, Cortés y Román se van de vacío en una corrida insufrible de Couto de Fornilhos, sostenida por el presidente.

El sexto toro de la corrida de Couto de Fornilhos fue devuelto.
El sexto toro de la corrida de Couto de Fornilhos fue devuelto.
Toni Galan

Solo un hombre –y no iba de luces– pudo salir a hombros en la apertura de San Jorge. Fue el presidente, José Antonio Ezquerra, de haberse atrevido a abreviar una tarde indecente. De haber echado para atrás los tres o cuatro inválidos de Couto de Fornilhos que nos hizo tragar hasta que, por fin, se dignó a devolver al sexto, un burraco con menos trapío que muchas de las vaquillas de octubre.

Ganado de saldo del hierro portugués para abrir el miniciclo. Siete animales sin remate, vacíos de poder y raza. Una moruchada que apenas se cubrió por la cara y tuvo nulas posibilidades de triunfo para Morenito, Javier Cortés y Román.

El lote más pasable fue para el veterano burgalés. Para un diestro que, descolocado frente a tanta mansedumbre, trató de justificarse con dos faenas tan expuestas y tozudas como exentas de estructura.

Velhito, su primero, jamás se empleó por abajo. La escasez de fuerzas –y ese cuello raso– le impedía descolgar, y el Moreno, que lo había aliviado de entrada con una tanda de derechazos a media altura, se equivocó después queriendo sacarlo a los medios.

El animal protestaba. Se metía por dentro. Y el de Aranda de Duero se empeño en justificarse en esos terrenos incorrectos. En unos dominios que, sorprendentemente, repitió ante el cuarto.

Tras un prometedor inicio en paralelo a las tablas, se empeñó en cambiarle el viaje al toro. Insistió en su planteamiento sin reparar en lo que había enfrente. Estuvo en novillero, y no en la versión madura que se le presupone. Incluido un arrimón sin trascendencia ante tal banalidad, ante una condición que no mejoró con el transcurrir de la tarde.

El lote que enfrentó Javier Cortés pudo ser desechado por completo. A su primero, Asentado, lo sostuvo un tercio de varas ficticio. Una lidia que luego tuvo consecuencias en la muleta, con ese genio a la defensiva que el madrileño no terminó de someter.

Los naturales fueron de «¡ay!» más que de «ole», más obligados que sentidos y disfrutados, pero a ver quién se atreve a censurarlos en una tarde en la que solo importaba sostener incapacitados.

Lo hizo José Antonio Ezquerra con el quinto –otro imposible en los vuelos de Javier Cortés, que para colmo soportó un pésimo tercio de varas a cargo de Antonio Prieto– y también con los que le tocaron en suerte a Román.

El tercero, que empezó humillando dentro de su escaso poder, no vio asomar el pañuelo verde por un tris. El que seguidamente le faltó al torero valenciano para brindar al público una faena que más bien había que dirigir al palco: toro rendido y presidente abroncado por sujetarlo…

Único pañuelo verde

Ezquerra parecía empecinado en defender el indefendible encierro de Couto de Fornilhos, pero con el cierra plaza no tuvo opción. Protestado de entrada, el usía solo pudo devolver ese animal indigno para Zaragoza y hacer saltar un sobrero de más peso pero idéntico comportamiento. 

La decisión, para entonces, apenas sirvió para retrasarlo todo. Un espectáculo insufrible que culminó con Román moviéndose más que el oponente y emborronando su actuación –o no actuación– con los aceros.

Ficha

Plaza de toros de Zaragoza. Primer festejo de la Feria de San Jorge, con un quinto de entrada en los tendidos. Sonó el himno de España antes de que rompiera el paseíllo. Se lidiaron toros de Couto de Fornilhos, el sexto como sobrero, muy desiguales de presentación y deslucidos en líneas generales. Corrida marcada por la falta de raza y la entrega, con algunos ejemplares, como los dos primeros y el sexto, desarrollando complicaciones y otros, como tercero y quinto, directamente sin fuerza alguna para aguantar siquiera la divisa. El lote de Morenito de Aranda (1º y 4º) fue el menos malo.

Morenito de Aranda, de burdeos y azabache: estocada contraria (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso).

Javier Cortés, de azul marino y oro: cinco pinchazos y media (división de opiniones tras aviso); media (silencio).

Román, de verde oliva y oro: pinchazo, estocada y descabello (silencio); dos pinchazos, media caída y seis descabellos (división). 

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