Paula Amoretti: "Vestirse es un juego con reglas, como el parchís"

La estilista zaragozana publica ‘Terapia de estilo’, un manual con su método de siete pasos para sacarse partido y conocerse a través de la ropa.

Paula Amoretti, con su libro.
Paula Amoretti, con su libro.
Guillermo Mestre

Una incipiente carrera como abogada aparcada, un viraje radical hacia el mundo de la moda, tres continentes y una pandemia mediante, Paula Amoretti pone negro sobre blanco un método propio cuyo objetivo es "ayudar a las personas a través de la imagen". ‘Terapia de estilo’, que se ha presentado en Zaragoza esta misma semana, condensa -en forma de manual- los pasos fundamentales para que la ropa no nos lleve a nosotros, sino nosotros a ella. Una invitación a utilizar la moda como una herramienta doble: de autoconocimiento y de presentación ante el mundo.

¿No es paradójico que su libro sobre estilo se larvara cuando pasamos tres meses en pijama?En pleno confinamiento empecé a leer cosas como "estoy harta de estar en pijama", "no me sé teñir el pelo". Y pensé: "Yo ahí puedo ayudar". Pedí que me contactaran para darles 30 minutos y tres herramientas. Es algo que he hecho toda la vida: ayudar a las personas a través de la imagen. A las 48 horas tenía la agenda llena.

¿Se lo esperaba?Flipé. Lo bueno es que en mi cabeza había ya un método para trabajar la imagen que conectaba dos mundos: tu armario y tu cuerpo y, por otro lado, tu mundo y tu personalidad. El principal defecto que nos achacan a los estilistas es: "me veo disfrazada, no soy yo". Cuando vistes solo por fuera te quedas con una parte de tu vida. Decidí empezar por dentro para que sepas quién eres y lo que quieres contar por fuera. A esta conexión la llamé terapia de estilo y tiene siete pasos. Creo que todas las mujeres somos bellas, únicas e irrepetibles. Mi lema en este activismo es "A la mierda con el canon de belleza". 

Pero es muy difícil llevarlo a la práctica, la presión en la vida real es grande.Tú eres tu propio canon. Yo sufrí tres cánones en tres continentes y no encajaba en ninguno. Tampoco lo hago en el de la típica española. En Estados Unidos nadie se creía que lo fuera. Entendí que yo jamás iba a pertenecer a un canon, por mucho que me esforzara. Porque no existe en realidad, es algo que marca cada sociedad en cada momento. Querer entrar en él es agotador. Son creencias limitantes. Lo que yo trabajo es la imagen real y lo que se necesita entender al respecto: la belleza para mí es un derecho no un privilegio. 

¿Cómo se defiende ese derecho?La diferencia es que durante la vida nos despistamos y le damos autoridad a los demás para decidir sobre nuestra belleza. Pero es que además cuando nos la reconocen, lo ponemos en duda. Nos dicen "qué bonito tienes el pelo" y respondemos: "No, no, qué va". ¿Por qué nos justificamos?

¿Se puede salir de ahí?Por ejemplo, poniendo nombre a la forma de tu cuerpo. Hay diversas morfologías, cada una tenemos una. Si las conocemos encontraremos la ropa que nos sienta bien. Yo por ejemplo soy un triángulo invertido. De hombros anchos, una complexión que se asocia a lo masculino. Dejé hasta de nadar para no ensancharme más. Y ahora me digo, ¿pero por qué hice eso? No soy ‘curvy’, soy recta y como tal he de vestirme. Para mí la belleza es proporción y armonía.

Pero al final hay que meterse en un probador y en una talla.No hay tallas.

¿Cómo?Sí, pero son un número. Lo que yo ofrezco es que tú te conozcas y aprendas cuál te corresponde independientemente del número, el problema es que la gente no se conoce.

¿Físicamente?Los escenarios de mi método son dos: el espejo y el armario. Para conocerse hay que pasar por un espejo, pero la gente me dice: "Yo no me miro". Pues hay que mirarse. Si no te miras no te puedes conocer, si no te conoces no te puedes querer. Todo va relacionado.

Enfrentarse al espejo es complicado para mucha gente.Es un proceso de autodescubrimiento en el que hay sonrisas y, ojo, lágrimas.

¿Hay quien no tiene remedio?Nos han enseñado que la moda es para ricos o para ‘influencers’. Para mí es un arte visual y vestirse, un juego que tiene unas reglas, como el Trivial o el parchís. La gente dice que no tiene estilo, pero sí que lo tiene, otra cosa es que no sepa cuál es. Cuando ves a alguien estiloso, estás viendo conexión entre quién es y lo que quiere contar: no importa si es alto, rubio o tiene una talla normativa. Mira Rossy de Palma. Yo quiero eso para la gente. Igual que hay que poner nombre a la forma de nuestro cuerpo, se puede poner nuestro estilo y saber reconocerlo.

¿Cuesta aceptar el propio estilo en un mundo lleno de estímulos cambiantes como es el de la moda?A la gente le gusta una cosa y muchas veces lleva otra porque no saben lo que son los referentes. No se inspiran, copian. En eso las redes sociales están influyendo para mal. Lo ideal es buscar referentes amplios, que no tienen por qué ser del mundo de la moda. Igual una persona que puede servir de referente de estilo es una arquitecta, una pastelera o una científica. Si solo nos medimos por las ‘influencers’... Aprender a inspirarse es otro ejercicio del método y es importante porque si no se hace tendremos otra consecuencia indeseada: un armario que nos aburre. O un armario lleno en el que, al final, no tienes nada que ponerte. 

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