Inés Turmo: "La danza es lo efímero convertido en arte"

Nacida en Huesca en 1977, investigadora y bailarina, ofrece hoy un concierto bailado junto al clavecinista Carlos González (Museo Goya, 18.30)

Inés Turmo, bailarina especializada en danza antigua.
Inés Turmo, bailarina especializada en danza antigua.
Oliver Duch

Y usted, que es especialista en danza antigua, ¿qué baila en las fiestas y en las bodas?
Pues lo que toca en cada momento, claro.

Es de suponer que a la danza llegaría por el ballet. 
Era muy pequeña cuando vi a Elena Lucas interpretando ‘La muerte del cisne’ y me cautivó. Me dije a mí misma que quería hacer eso, bailar. Y así hasta hoy. La danza es lo efímero convertido en arte.

La suya es una especialidad que no parece muy frecuente entre los jóvenes de 25 años...
El ballet se conoce mucho más, desde luego. Yo en realidad estudié Historia, pero hice varios cursos teóricos de historia de la danza, me encontré con que había obras y ballets prácticamente desconocidos, quise contribuir a recuperarlos... Me gusta bailar y todo fue confluyendo. Y, además, hay muy poca gente que se dedique a esto. 

Es una profesión con poca competencia, vaya.
En España casi nos podemos contar con los dedos de la mano. No creo que haya más de 50 personas, en distintos grados de profesionalidad. Pero no lo hice por la poca competencia. Me gusta mucho la investigación histórica y llegó un momento en que era más fácil bailar que explicar algo con palabras.

¿Es divertido un rigodón?
Mucho, de verdad. Entre una danza del Renacimiento y un ballet de los de repertorio prefiero sin duda la danza renacentista. Hay pocas cosas más exigentes que el ballet clásico. En él todo está medido al centímetro, el bailarín o bailarina tiene que estar superconcentrado y la exigencia técnica es tan alta que cuesta mucho disfrutar. En una danza antigua te dejas llevar por la música.

¿Y dónde se aprende a bailar un minué?
Hoy casi nadie sabe bailes que eran populares hace relativamente poco tiempo, como polcas o mazurcas. Incluso es difícil ver bailar bien un vals. Yo me he formado en distintos sitios. He aprendido danzas barrocas en Versalles, renacentistas en Barcelona; en Suecia las barrocas más modernas... Dentro de cada estilo hay mucha variedad.  

¿Sabemos cómo se bailaba hace dos o tres siglos?
Sí, perfectamente, porque tenemos partituras de danza y libros en los que se apunta cómo era cada paso y en qué momento de la partitura se realizaba. Y allí donde no llegan las partituras coreográficas están otras fuentes originales que te ayudan a recrear un estilo. 

Hoy pone punto final a la Semana Goya en el museo zaragozano del pintor. ¿En qué consiste el concierto bailado?
Son 50 minutos de danza y música de clave, que interpreta Carlos González Martínez. Hay partituras europeas pero también aragonesas, de compositores como José de Nebra o Joaquín Laseca, que fue organista de la Seo. Y yo interpreto danzas de la época. 

¿Bailaba Goya?
Seguramente: fandangos, seguidillas... Sabemos que era aficionado porque intercambiaba partituras de fandangos con su amigo Martín Zapater.

En este terreno, ¿España ha aportado cosas al resto del mundo?
Por supuesto. En las fuentes antiguas se mencionan mucho las ‘españoletas’ o las ‘folías de España’. Bailar es una de las primeras cosas que hizo el hombre, y hay pinturas rupestres que lo demuestran. La danza está siempre con nosotros, lo sepamos o no. Eche un vistazo en TikTok.

¿El break es danza?
Por supuesto que sí. 

¿Y la jota será Patrimonio Inmaterial de la Humanidad? 
Tiene que serlo. Forma parte de nuestra cultura. 

Pero cada vez se baila menos en las plazas y más en escenarios. 
Lo que ha ocurrido es que se ha estilizado y academizado y no es tan común como hace décadas. Pero, aunque ha evolucionado, forma parte de nuestro acervo común. 

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