Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Encuesta del Ateneo

Así éramos en 1901: cómo se protegía a los niños de 'los enemigos' y se preparaba a los muertos en Aragón

Una encuesta realizada a comienzos del siglo XX deja que nos asomemos, ficha a ficha, a la casa donde alguien muere, la fiesta de una boda o los temores sobre el porvenir de un recién nacido.

De Salas de los Infantes a Mazarrón, de Mondoñedo a Ansó. La Encuesta del Ateneo de 1901-02 habla del ciclo de la vida, de principio a fin
De Salas de los Infantes a Mazarrón, de Mondoñedo a Ansó. La Encuesta del Ateneo de 1901-02 habla del ciclo de la vida, de principio a fin
Museo Nacional de Antropología

Hoy, pasado mañana y hace ciento veintidós años, en cada rincón se recibe a una nueva vida que nace y se despide a alguien que muere. La vida completa su ciclo y, las sociedades, grandes y pequeñas, construyen ritos, costumbres, tradiciones, alrededor de esos momentos de paso, de transición de un estado a otro, que señalan las distintas etapas de la vida del individuo.

En 1901-1902, promovido por la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid, se trazó un ‘retrato’ de la sociedad de la época recolectando las costumbres populares en torno al nacimiento, el matrimonio y la muerte a través de una encuesta. Sus más de 17.000 fichas digitalizadas y transcritas son ahora accesibles a través de la página web y el buscador puestos en marcha por el Museo Nacional de Antropología. 

Entre sus líneas manuscritas, ahora digitalizadas, reluce información de primera mano sobre alimentación, agricultura, ganadería o arquitectura, juegos populares y oficios, aparecen cargos religiosos y civiles, vemos cómo se divertían y vestían nuestros antepasados, pero también atisbamos sus miedos, los equilibrios y desequilibrios de las relaciones sociales y muchos otros aspectos, en un barrido a lo largo y ancho de todo el territorio en esos primeros años del siglo XX.

Las fichas que, durante más de cien años, han guardado las respuestas recogidas por las distintas localidades, alguna de ellas aragonesas, son ventanas al pasado a través de las que presenciar, por ejemplo, el parto de las mujeres de Híjar, "de pie, colocando a la mujer entre dos sillas, en cuyos respaldos busca punto de apoyo para hacer los esfuerzos. Cuando ha parido hacen que la mujer sople en el agujero de una llave para favorecer la expulsión de la placenta. Luego acuestan a la parida con las mismas ropas que llevaba antes y son opuestos a lavatorios".

O contemplar a unos flamantes novios de Tobed: el novio con "sombrero y traje de paño fino, negro y capa andaluza de paño color café"; la novia, "mantilla de seda con velo, mantón negro de Manila rameado, falda de merino negro y zapatos o botas de charol". Una vez casados, "después del desayuno o almuerzo que se toma al regresar de la iglesia, la novia, acompañada de todo el séquito de mujeres, va a mear a Manrubio, que es un sitio determinado en el que nace una hierba siempre de la misma talla y verdor, en cuya planta verifica la novia la operación con objeto, según se dice, de que no le entre el mal de amarillo".

"Es la primera encuesta nacional que se realiza en España sobre los ritos de paso en torno al nacimiento, boda y muerte"

Patrimonio inmaterial

La información que embalsa la encuesta de 1901 es muy rica. Aunque el cuestionario enviado por el Ateneo fue respondido de forma desigual desde localidades repartidas por toda España –18 de ellas aragonesas–, los antropólogos Ángel Gari y Josefina Roma coinciden en que fue "una hazaña", comenta Gari, "una tarea magnífica", dice Roma, que añade que abarca "todo ese mundo del patrimonio inmaterial que a veces ni te imaginas que existe". Ahora llamamos a todo esto etnografía o antropología social.

Fue este un proyecto de gran envergadura. "Es la primera encuesta nacional que se realiza en España sobre los ritos de paso en torno al nacimiento, boda y muerte", destaca Ángel Gari. "Es la primera, y se hace muy pronto, en 1901; además, después no se ha hecho otra que sea equivalente. Es la única documentación que tenemos generalizada para la totalidad de España". Diversos investigadores han profundizado en aspectos concretos, como Gari, centrado en el Alto Aragón, pero "no se ha actualizado esta encuesta para verificar el proceso de cambio ocurrido en la sociedad".

Considera este investigador que el momento escogido, recién estrenado el siglo, es "muy oportuno" porque deja contemplar cómo en algunos lugares se está dando la transición de la sociedad agropecuaria y en otros aún no. Por ejemplo, en Ansó, "vemos cómo la terminología y ciertos rituales estaban vigentes, pero se va camino de esa transición social, se van a producir cambios en esa familia extensa porque algunos de sus miembros van a emigrar y eso acabará reflejándose en cambios de ciertas dinámicas y usos de objetos protectores y rituales que acompañan a todas las fases de transición".

La Encuesta


  • Más de 17.000 fichas Recogen las respuestas al cuestionario enviado por el Ateneo de Madrid en el curso 1901-1902 a localidades de toda España a través de una serie de colaboradores, los informantes, para conocer las costumbres imperantes. Un proyecto digital del Museo Nacional de Antropología las ha puesto accesibles a través de una página web.
  • Tres bloques Para explorar la Encuesta del Ateneo, se puede navegar y acceder al mapa de búsqueda avanzada a través de la página web. También existe la opción de consultar el cuestionario que se hizo para conocer las preguntas sobre los tres bloques principales: nacimiento, matrimonio y defunción. Se invita al público a contribuir al conocimiento de una costumbre o práctica determinada y aportar documentación personal como fotografías u otro tipo de datos que, una vez revisados por el museo, serán accesibles para el resto de usuarios.
  • 18 localidades aragonesas respondieron al cuestionario enviado por el Ateneo. Se conservan fichas de Alberuela de Tubo, Ansó, Ayerbe, Huesca, Jaca, Jaca (Diócesis), Perarrúa y Tamarite, en la provincia de Huesca; La Almunia, Ateca, Bordalba, Calatayud, Cinco Olivas, Morata de Jalón, Ricla, Tobed y Zaragoza, en la provincia de Zaragoza; y Ariño e Híjar, en la de Teruel.
  • 200 informantes Fueron en su mayoría personas dedicadas a las letras, médicos, farmacéuticos, sacerdotes y párrocos. 198 hombres y tan solo dos mujeres.
La incorporación de un nuevo miembro a la familia se rodeaba de elementos de protección ante desgracias, enfermedades o maleficios en los que se creía entonces

Realmente, la encuesta promovida por el Ateneo de Madrid en 1901 sobre ‘Las costumbres de nacimiento, boda y muerte’ fue el primer trabajo que abordó, como parte de un todo, el estudio de las creencias en Aragón. Y entre sus impulsores había dos aragoneses: Rafael Salillas y Joaquín Costa. Salillas, primer antropólogo forense de nuestro país, utilizó una parte de las informaciones de la encuesta para elaborar su obra ‘La fascinación en España’, publicada en 1905 y centrada en las brujas, las brujerías y los amuletos.

La incorporación de un nuevo miembro a la familia se rodeaba de elementos de protección ante desgracias, enfermedades o maleficios en los que se creía entonces, "a ellos se añadían los ritos religiosos, como refuerzo desde el catolicismo", apunta Gari, socio fundador del Instituto Aragonés de Antropología. Pensemos en las condiciones en que a principios del siglo pasado se daba a luz y también "en la importancia que tenía un nacimiento para la continuidad de la casa". En Calatayud, el libro de Salillas recoge: "Apenas nace el niño y se le viste, se le mete en la faja una bolsita, dentro de la que hay trozos impresos de los cuatro Evangelios. En ellos se refiere el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo"

Como testimonio recogido en Ansó, entrecomilla: "Se cree en brujas bastante, y por esto se prohíbe que nadie, excepto las personas de la familia, besen al recién nacido antes de bautizarle, para que no puedan darle lo que llaman los enemigos". 

Y refiere que "lo mismo el informe de Alberuela de Tubo que el de Jaca y que el de Tamarite, consignan la costumbre de poner al recién nacido, como aditamento de su traje, la rastra, que es una cinta de seda con muchas reliquias ensartadas". Salillas interpreta ese "exceso de defensa" como "exceso de temor o de seguridad, reconociendo siempre la posibilidad de las asechanzas del enemigo".

De la rastra de bautizar penden amuletos, relicarios y figuras de carácter mágico que protegían al niño contra el mal de ojo.
De la rastra de bautizar -como esta del Museo de Religiosidad y Creencias Populares de los Pirineos Centrales de Abizanda- penden amuletos, relicarios y figuras de carácter mágico que protegían al niño contra el mal de ojo.
Laura Uranga

La rastra de bautizar es un objeto ritual protector de los niños utilizado en Aragón sobre todo entre los siglos XVI y XIX, aunque su origen se remonta a tiempos anteriores. "Son piezas que en el tiempo de la Encuesta del Ateneo aún se utilizaban y que, en algunos lugares, se siguieron empleando hasta los años sesenta o setenta, aunque más como recreación o recuperación del folclore", relata Gari, creador del Museo de Religiosidad y Creencias Populares de los Pirineos Centrales, en Abizanda. Este cinturón de tela o banda con amuletos colgantes "era un elemento de protección en el nacimiento y en los meses siguientes al bautizo". Generación tras generación, se colocaba en la cintura del recién nacido y de los niños pequeños para protegerlos contra enfermedades y desgracias producidas, según las creencias populares, por el mal de ojo.

Los datos recopilados a través de la encuesta, seguramente enviados al Ateneo en cuadernos o en otro formato similar, fueron trasladados a fichas que, hoy digitalizadas, podemos leer. Con un afán científico, la Encuesta del Ateneo fue un intento, hecho sobre el terreno, de estudiar de forma sistemática la vida tradicional española. 

Puesta en marcha por la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid en el curso 1901-1902, un completo cuestionario fue enviado –junto con una carta explicativa firmada por Rafael Salillas y Julio Puyol, presidente y vicepresidente de la Sección– a personas vinculadas con la institución diseminadas por todo el territorio. ¿Quiénes eran estos informantes?

Se buscó gente que supiera leer y escribir y "que conociera bien el terreno y pudiera explicar", indica Roma. Predominaron los profesionales del derecho, las personas dedicadas a las letras, médicos y farmacéuticos, así como sacerdotes y párrocos. Personas acomodadas, lo que inevitablemente da cierto sesgo a la información. En este caso, no oímos la voz "de la gente que hacía la fiesta, por ejemplo, sino que tenemos la visión de personas que miraban por encima todo esto". Actualmente conocemos los nombres de 198 hombres y tan solo dos mujeres.

Ahora jubilada, Josefina Roma ha sido profesora de Antropología en la Universidad de Barcelona. Imaginando a aquellos informantes cuasi decimonónicos recogiendo la información, piensa que "el trabajo de campo no ha cambiado tanto, al final, consiste en convivir, embeberse de lo que uno ve y pregunta".

"Ese material lo he limpiado yo"

De aquellas fichas con el tesoro de las respuestas dadas a la encuesta se conserva otra copia, realizada durante la primavera-verano de 1922 a partir de la existente en el Museo Nacional de Antropología, a instancias de Tomás Carreras y Artau. Actualmente está en la Institución Milá y Fontanals, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Barcelona, pero durante décadas se creyó perdida. Roma se alegra de conocer la digitalización porque fue ella, con veintipocos años, y protegida con un gorro de ducha y guantes "del polvo que había", quien limpió este y otros materiales cuando, en los años setenta, reaparecieron en Barcelona, en la cátedra de Sociología del departamento de Filosofía. 

"El doctor Lledó se puso en contacto con Claudio Esteva Fabregat, con quien yo había hecho un posgrado, porque tenían allí ‘unos archivos que no nos pertenecen’ –le dijo– y que podían interesarle", rememora. "Estaba todo lleno de polvo y entre la bibliotecaria y yo, ensuciándonos mucho, limpiamos todo". Recuerda "la emoción, porque pensábamos que habíamos encontrado el Archivo de Etnografía y Folclore, pero luego muchas carpetas estaban vacías, el material básico estaba desaparecido". Sí que estaba, completa, la copia catalana de la Encuesta de 1901: "Ese material lo he limpiado yo".

Retrato de boda tomado hacia 1905. Cónyuges sin identificar.
Retrato de boda tomado hacia 1905. Cónyuges sin identificar.
Ignacio Coyne. Colección Agudo Marín. Proyecto Aragón Photo

Han llegado hasta la actualidad en torno a 17.300 fichas (más de 21.000 en la copia de la Institución Milá y Fontanals), pero fueron más. Procedentes de la ciudad de Zaragoza, tan solo se conservan cuatro. Ninguna habla de los medios de conseguir la fecundidad, de cómo se desarrollaban los noviazgos o de la consideración de la mujer en la sociedad familiar, interesantes asuntos incluidos en el cuestionario. Las cuatro fichas de Zaragoza corresponden al final del ciclo de la vida y hablan de la cofradía de la Agonía, "cuyos hermanos tienen derecho a que se exponga el Smo. Sacramento durante su agonía y a que se reciten determinadas preces ante el Sacramento en la iglesia de Santa Isabel (vulgo de San Cayetano)", cuya campana dobla por ellos y en cuya puerta se pone "un cuadro en que esta escrito el nombre del agonizante".

Aunque, más de cien años después, "todos los ritos de paso han evolucionado", constata Ángel Gari, en torno a la muerte se agudizan los contrastes con el pasado. Impresiona leer, en una ficha de Zaragoza capital, que "es muy frecuente entre las clases populares colocar un plato de sal sobre el vientre del difunto, por creer que así se evita la hinchazón".

"De la muerte en casa se ha pasado a la muerte en el entorno hospitalario; de los rituales en el domicilio y mediante cofradías, a los tanatorios", recorre Gari, quien añade que también "la influencia y el peso del catolicismo en todos estos ritos de paso ha bajado muchísimo, lo que contribuye a modificar creencias, rituales y puestas en escena, que han experimentado una evolución muy profunda". A ello se suma "la llegada de población procedente de otros países, con su cultura y rituales, sobre todo en las ciudades. Así como la influencia de los medios de comunicación, internet y las modas". Y pone como ejemplo Halloween, "un modelo reelaborado, que pasó de Irlanda a Estados Unidos, donde evolucionó influido por el cine de Hollywood. Todo ello influye en la sociedad en que hoy estamos".

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