La frutería más pequeña (y bonita) de Zaragoza se hace mayor
La Huerta Clandestina se traslada manteniendo sus señas de identidad.
José Miguel Fuentes reconoce que le ha costado un poquito dejar el lugar en el que germinó su Huerta Clandestina, una tienda gourmet de frutas y verduras tan minúscula como llamativa que echó a andar en abril de 2019 en la calle Bolonia de Zaragoza.
Cuatro años después, el negocio se ha hecho mayor. Literalmente. Trasladándose a otro local de la misma calle (en concreto, al número 8) mucho más grande.
"¿Qué vas a hacer ahora con tanto espacio?", le dice a Fuentes, medio en broma, una vecina y clienta habitual que se pasa para ver el estreno del nuevo establecimiento.
Para empezar, el zaragozano busca que los clientes puedan entrar y mirar el género a sus anchas. Eso sí, salvo las frutas y verduras que, como antes "solo las toco yo".
Por lo demás, todo sigue parecido. Empezando por la decoración y, particularmente, el que a estas alturas se ha convertido en el santo y seña de este comercio del centro de Zaragoza: sus manzanas colgando del techo.
Se trata de una idea de la decoradora Elena Lucia. "Me puse completamente en sus manos". "Me dijo: ‘¿Me dejas hacer locuras?’, y así fue", recuerda Fuentes sobre el trabajo de esta decoradora que, añade el dueño de La Huerta Clandestina, ha influido mucho como gancho. Incluso sirven de juego para los niños: "Entre todas las manzanas solo hay una diferente y se esconde un tomate: los niños se entretienen mucho intentando localizar estas dos piezas diferentes".
En esta nueva andadura, la tienda seguirá ofreciendo todo tipo de conservas, tanto en lata como en frascos, y productos especiales, muchos con denominación de origen aragonesa.
En un horizonte próximo, la idea es abrir la parte trasera del local para catas de vinos y otros eventos relacionados con la gastronomía.