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Víctor Juan: “La de Ramón Acín y Conchita Monrás es la historia más hermosa que conozco”

El director del Museo Pedagógico de Huesca publica la correspondencia del artista y su mujer, que fueron asesinados en Huesca en 1936.

Víctor Juan ha dedicado varios libros a la vida y obra de Ramón Acín y Concha Monrás.
Víctor Juan ha dedicado varios libros a la vida y obra de Ramón Acín y Concha Monrás.
Luis Rabanaque.

El escritor y pedagogo Víctor Juan Borroy, director del Museo Pedagógico de Huesca y asiduo colaborador de HERALDO, publica un libro deslumbrante: ‘Tú eres antes que todo’, la correspondencia del artista Ramón Acín y su esposa Concha Monrás, en una edición profusamente ilustrada y muy cuidada de la Rolde, Pregunta y la Fundación Ramón y Katia Acín.

¿Cuándo se conocieron Ramón Acín y Concha Monrás? 

No lo sabemos con certeza cuándo se conocieron, pero la primera carta que se conserva es una felicitación del día de la Inmaculada, del 8 de diciembre de 1918. Es una postal con una luna muy original y, en el texto que acompaña al dibujo, Ramón termina despidiéndose de Conchita como "su fiel amigo", aunque seguro que ya se había enamorado de ella o estaba a punto de enamorarse. Conchita ya era especial para Ramón y por eso le regala una postal tan especial.

¿En qué términos se escriben?

Al principio de la correspondencia se tratan de usted y se despiden con fórmulas de cortesía. A partir del verano de 1921 su trato cambia. Las cartas se llenan de complicidad. Aparecen personajes como Fifí, un angelote a quien le confiesan sus sentimientos, que les guarda los secretos. A partir de entonces, Ramón le dice abiertamente a Conchita que la quiere y que la extraña.

¿Cuánto tiempo vivieron juntos?

El día de Reyes de 1923 se casaron y estuvieron juntos hasta que los asesinaron en agosto de 1936. A Ramón el día 6 y a Conchita el día 23. En este punto resulta muy emocionante recordar el contenido de una carta que Ramón le envió a Conchita el 8 de diciembre de 1921 en la que le anunciaba que pronto serían uno, que se confundirían sus cosas y que de ambos sería por igual todo: "Como Conchita no es Conchita, sino que soy yo, y yo soy Conchita, para los dos por igual han de ser lo bueno y lo mediano y lo malo, si lo hubiere". Cuando llegaron las horas más duras, Conchita quiso compartir la suerte de su marido.

Ramón Acín y Concha Monrás en el monste Saqués en 1931.
Ramón Acín y Concha Monrás en el monste Saqués en 1931.
Fundación Acín.

¿Cómo fue su relación, fue tan idílica como parece, tan bella?

Una de las cosas que nos ocurre al asomarnos al mundo de Ramón y Conchita es que no tenemos la sensación de estar invadiendo un territorio que no deberíamos transitar. En esta correspondencia encontramos ternura, sentimientos limpios, complicidad y mucho humor.

¿Cómo es esa correspondencia, qué le emocionó de sus palabras? Ya se sabe, como decía Pessoa, que todas las cartas de amor son ridículas.

La manera que Ramón tenía de hacer de Conchita lo primero. En una ocasión, quizá la primera vez que Ramón estaba en la cárcel, le escribe a Conchita: "Aquí discutimos, damos charlas y asambleas, estamos todo lo relativamente bien que se puede estar sin libertad… y sin ti, mejor dicho, sin ti y sin libertad porque tú eres antes que todo". De esta carta tomo el título del epistolario: ‘Tú eres antes que todo’.

Denos algunos detalles de las cartas...

Entre la correspondencia se encuentran cartas que comienzan con una querida Chiteta, gitanica, gitanica mía, Ramoncico, nenico…; tarjetas portales que Ramón personalizaba con sus dibujos en el anverso y el reverso; papeles reciclados con notas cariñosas ("abracicos, muchas caricias, chocolate, mucho chocolate…") dibujos acompañados de palabras y palabras acompañadas de dibujos, adivinanzas, coplas... Aprovechaban cualquier momento para escribirse.

Ramón, siendo un hombre bueno, vivió peligrosamente en varios momentos y estuvo en la cárcel. Hay una carta legendaria...

Ramón protestaba por las injusticias. Era militante de la CNT y se solidarizaba con los obreros. Estuvo en la cárcel varias veces. También sufrió el exilio en diciembre de 1930 por su amistad con las capitanes que se sublevaron en Jaca para traer la República. Era un hombre que se comprometía con mil cosas. Cuando les digo a los niños que Ramón estuvo en la cárcel y les pregunto si les parece bien o mal. Siempre dicen "maaal". Pero les invito a que sepan por qué. Quizá uno puede ir a la cárcel por defender cosas buenas… En una carta de julio de 1933 les cuenta a Katia y Sol la razón por la que están en la cárcel (él y 67 hombres más): "… los que estamos aquí presos nos han traído porque queremos que los niños y sus papás y todos vivan más alegres y mejor y todos pasen el verano en sitios bonitos que hoy solo pueden ver lo que tienen perricas y eso no debe ser y muchos protestamos y a Galán lo mataron…".

Y les dibujó una paloma.

Es cierto. Les dibujó que sorteaba las rejas de la prisión: "También el papel de papá tiene un dibujo como el vuestro, una palomica que todas las noches se escapa por las rejas de la cárcel y que cuando mamá y vosotras dormís, os besa y vuelve a mí. Os quiere vuestro papá. Ramón".

Una de las fotos más conmovedoras de Ramón y Concha.
Una de las fotos más conmovedoras de Ramón y Concha.
Ricardo Compairé/Fundación Acín.

¿Qué se impone en estas epístolas?

La ternura y el humor. El maravilloso universo que Conchita y Ramón construyeron con palabras. Las cartas nos permiten descubrir cómo eran Ramón y Conchita. El foco está puesto en Conchita. Y es el propio Ramón quien la ilumina.

¿Por qué siente usted ese inmenso y constante amor por Ramón Acín y Concha Monrás, y sus hijas Sol y Katia?

Porque transito las mismas calles por las que pasearon Ramón y Conchita, Katia y Sol, porque doy clases en las mismas aulas en las que daba clase Ramón Acín, porque no me cuesta ponerme en su piel, porque busco en la historia a las personas y no a los personajes. Porque la historia de Ramón y de Conchita es la historia más hermosa que conozco, una historia que combina humor, ternura, dolor, melancolía… Porque es una historia que nos recuerda que la tristeza nunca es la última palabra.

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