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Zaragoza recuerda el valor y el ejemplo de tres heroínas en un día solemne e histórico

Los restos de Agustina de Aragón, Casta Álvarez y Manuela Sancho regresan a su mausoleo en el Portillo.

El colectivo Goyescos rinde homenaje a las heroínas: Casta Álvarez, Agustina Zaragoza y Manuela Sancho.
El colectivo Goyescos rinde homenaje a las heroínas: Casta Álvarez, Agustina Zaragoza y Manuela Sancho.
José Miguel Marco.

Zaragoza no era una fiesta pero lo parecía. A lo largo de toda  la jornada de este miércoles, solemne y de homenaje a tres mujeres valientes, no dejó de sonar el himno nacional, ni dejaron de desfilar las Fuerzas Armadas ni de pasear de aquí para allá, con gravedad y respeto, pero también con risas, las distintas asociaciones y recreacionistas que rinden con frecuencia homenaje a Los Sitios, a la guerra de la Independencia y al heroísmo de los zaragozanos y en particular de 40 a 50 ciudadanas como recordaba el historiador y exdirector de HERALDO Guillermo Fatás, algunas ellas casadas con militares o pertenecientes al estamento militar. Aquellas mujeres, al defender "la ciudad, su familia y sus hijos", como diría por la tarde el alcalde Jorge Azcón, en la iglesia del Portillo, "se convirtieron en un espejo, en un modelo y un referente".

El pasado 31 de marzo, a las 11.30, en la iglesia del Portillo, ante "el notario del tiempo", el arqueólogo Antonio Mostalac (presente este miércoles de nuevo), se retiraron los restos de Manuela Sancho, Casta Álvarez y Agustina de Aragón -cuyo mausoleo está custodiado y protegido por la Real Cofradía de Nobles de Nuestra Señora del Portillo- porque iba a ser objeto de estudio antropológico por un equipo científico. La idea fue del presentador y divulgador de televisión Nacho Navarro, de hecho todo el proyecto se está grabando para una serie sobre inhumaciones, incluso de reyes aragoneses, como ya se hizo con el Justicia Juan de Lanuza.

Capilla, parada y desfile

Seis meses después, este miércoles, se les rendía un homenaje a las tres heroínas. Desde las 12.00 a las 17.30 se instaló su capilla ardiente en el zaguán del Ayuntamiento: allí lucieron sus arcas funerarias con alegorías y escarapelas, y otros elementos: detrás de Casta Álvarez podía verse una bayoneta; detrás de Agustina, el botafuego, y al lado de Manuela Sancho, el fusil. Arropadas por las Fuerzas Armadas, la Policía Municipal, la asociación los Sitios, el colectivo Goyescos, voluntarios, la gente desfiló ante ellas y se tomó fotos. Y accedió a sus biografías y a sus gestas, porque hubo de todo: Casta Álvarez comandó un grupo de mujeres que hicieron frente y rechazaron a los ulanos de la caballería polaca, que quiso cruzar la Puerta del Carmen; Agustina encendió un cañón gigante de tres toneladas, luego fue apresada y huyó en varias ocasiones; Manuela Sancho mostró su determinación en el segundo Sitio, cuando tomó las armas en la defensa del convento de San José. "Estas mujeres adelantaron el feminismo sin saberlo. Aquí no hablamos de patrioterías ni cosas semejantes. Había que defender la ciudad y lo hicieron con coraje y con honestidad", explicaba Guillermo Fatás a media tarde.

A las 18.00 hubo una parada militar ante el Pilar en otro acto que fue seguido por la población. Sonaron el himno español en dos ocasiones y algún tema religioso, y las Fuerzas Armadas avanzaron respetuosamente ante las arcas funerarias, que lucían al sol con sus nombres. El ambiente era grave, y alguna gente decía, casi con candor. "Debieron ser muy valientes para que se las recuerde así". El protocolo, estricto, intentaba ahormar el mínimo detalle.

Desde allí, salieron los tres coches fúnebres y la comitiva en autobús. Comenzó el tercer acto: el desfile por la calle Pignatelli hacia la iglesia del Portillo. Los restos, en sus pequeños baúles funerarios, retornaban a su lugar de origen en un ritual lleno de color que convocó a la multitud en la plaza del Portillo. Cofrades, autoridades y descendientes (en este caso de Manuela Sancho) depositaron los restos. El obispo Carlos Escribano salió a recibir a la comitiva y al cabo de un instante, tras otra intervención musical de la banda militar, los restos hallaron nuevo acomodo en el interior la iglesia. Una señora depositó una flor entre las urnas.

Entonces, el alcalde Jorge Azcón se dirigió a la gente y recordó que "este es un día histórico para la ciudad". Dijo que la sociedad civil busca referentes, personajes ejemplares, y que ellas lo eran y lo habían sido por su valor, fortaleza, coraje, generosidad, y que esos atributos seguían siendo actuales. "Esas mujeres defendieron la libertad, defendieron a España y la independencia de los zaragozanos ante una nación extranjera". Hizo balance y dio las gracias a todos los colectivos, a la vicealcaldesa Sara Fernández, y "muy especialmente a todos los vecinos de Zaragoza".

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