Dolinas de Villar del Cobo y Griegos, los ataques de hipo de la madre Tierra

Alguno de estos impresionantes hoyones de la Sierra de Albarracín, que surgieron en terreno kárstico, llega a alcanzar los 350 metros de diámetro y 105 de profundidad desde la cota al fondo.

Las dolinas situadas entre Villar del Cobo y Griegos impresionan desde el primer vistazo.
Las dolinas situadas entre Villar del Cobo y Griegos impresionan desde el primer vistazo.
Laura Uranga

Las más conocidas de la zona son cinco, también se les llama celadas, torcas u hoyones, y están a medio camino entre Villar del Cobo (su término municipal estricto) y Griegos, localidad esta última que tienen ligeramente más cerca. Estas dolinas de la Sierra de Albarracín son impresionantes agujeros en la tierra, con o sin vegetación, que constituyen depresiones geológicas en terrenos kársticos que ocurren porque ciertas rocas formadas por minerales solubles en el agua se hunden. También se les llama poljés, aunque realmente los poljés son más alargados.

Las dolinas de este tranquilo rincón turolense son tremendas: la que llaman Honda tiene un desnivel de 105 metros y un diámetro medio de 320. No es complicado descender hasta el fondo, debido a que los estratos sirven como senderos naturales, pero impresiona. La llamada Hoya de las Sacas es la otra de grandes dimensiones y con escasa vegetación en la zona, lo que permite apreciarla en todo su esplendor. Además, la de las Sacas tiene algún ponor o sumidero en el fondo.

Hay otras tres más planas y pobladas de árboles. No es una osadía ir andando desde cualquiera de los dos pueblos cercanos, pero la mayoría de los aventureros se acercan en coche y lo dejan en las inmediaciones (no hay mucho sitio) para caminar el último kilómetro hasta el primer hoyón perseguido.

Estas dolinas (término que al igual que la palabra kárstico tiene origen esloveno: significa valle) de Villar se hallan asentadas en calizas del jurásico y se asemejan a grandes embudos. Es aconsejable hacer la bajada de manera concéntrica, sin ‘alcorzar’, para no llevarse un traspié. Para quienes se animen a ver más de una, las dos siguientes a la Honda están cerca y pegadas la una a la otra: de hecho, parecen estar uniéndose en una sola, poco a poco. Como están tan próximas entre sí, pueden verse todas en apenas dos horas.

Otro gran aliciente para quienes se animen a visitar estas formaciones tan impresionantes es la profusión de elementos fósiles: no es nada difícil hallarlos en diferentes tamaños.

Villar del Cobo tiene varios puntos de interés para la visita, empezando por la casa-palacio de los Muñoz y siguiendo por el paseo hasta la Malena, la ermita más popular del entorno local. Para acampar se cuenta con La Dehesilla, a dos kilómetros del pueblo, con servicio de duchas, fogones, agua potable, lavadero, aseos, energía eléctrica e instalaciones deportivas. En el pueblo está la casa rural Las Espigas y el bar el Ventorro, que también tiene venta de abastos.

En cuanto a Griegos, que tiene el aliciente extra de sus temperaturas amables en medio de una ola de calor como la actual, ofrece el hostal y el albergue para reponer fuerzas y pernocta, además de su curiosísimo museo de mariposas.  

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