Joël Dicker: "La sangre y la casquería son innecesarias en la intriga policíaca"

El escritor cierra con 'El caso Alaska Sanders' la trilogía de Harry Quebert, que le ha convertido en un fenómeno global.

Joël Dicker retoma el caso Harry Quebert con la secuela 'El caso Alaska Sanders'.
Joël Dicker retoma el caso Harry Quebert con la secuela 'El caso Alaska Sanders'.
Europa Press

Hace una década era un perfecto desconocido. Hoy la gente le para por la calle para agradecerle cuánto disfruta de sus libros. En diez años el escritor suizo Joël Dicker (Ginebra, 37 años) se ha convertido en un fenómeno global. Sus más de 15 millones de lectores en 42 idiomas le han convertido en el genial y multimillonario niño mimado de los grandes grupos editoriales.

Autor de elegantes novelas negras que son en realidad muy blancas, sin sanguinarias escenas ni casquería, publica en español 'El caso Alaska Sanders' (Alfaguara). Otro novelón que cierra «de momento» la trilogía abierta con 'La verdad sobre el caso Harry Quebert', el título que le catapultó la fama y al que siguió 'El Libro de los Baltimore'.

Recupera Dicker al escritor investigador Marcus Goldman, un observador y sagaz personaje, deudor del Poirot de Agatha Christie y del Holmes de Conan Doyle. Su creador estima que al no ser un policía «hace una investigación muy cercana al lector que podría llevar a cabo cualquier persona». No disponer de medios y técnicas policiales y usar su inteligencia y su capacidad deductiva «le convierten en cierto modo en superpolicía».

«El éxito no me ha cambiado», asegura el apuesto y espigado Dicker, que promociona como una estrella de rock su último disco. «El éxito cambia la percepción que los demás tienen de ti, pero no la realidad. Uno sigue siendo el mismo, aunque necesites un tiempo para acostumbrarte a que personas que no conoces te saluden por la calle como si te conocieran de toda la vida», explica resignado.

Su legendaria primera novela dio lugar en 2018 a una serie de relativo éxito que en España ofreció Movistar. Pero su autor asegura que las series no han destronado a las novelas. «Netflix no ha inventado nada», dice. «Sus series lo único que hacen es retomar el código del género literario de la novela en la que se inspiran», agrega. Asegura, además, sentirse «bastante harto» de las redes sociales y de sus incansables 'trolls'. «Insultarse es insoportable», dice el escritor, que apela a la responsabilidad de cada cual para el buen uso «de unas fabulosas herramientas».

En sus novelas no salpica la sangre. No hay casquería ni 'gore' «No me atraen los crímenes sangrientos ni como lector ni como escritor ni como espectador», advierte. «El 'gore' no aporta nada. El muerto está muerto, y no hace falta que le pongamos los intestinos en la boca», arguye. Tampoco escribe sobre psicópatas. Articula sus ficciones en torno a crímenes cometidos «cuando las emociones se desbocan». «No trato de juzgar y sí de comprender las razones del asesino y el enorme pero de la culpabilidad», destaca.

Cree que la intriga policíaca «es un género infinito». «Hay siempre un crimen, una víctima y una investigación, pero se puede narrar de muchísimas formas, porque permite total libertad de creación», plantea. Dice «no saber» si comparte algún rasgo con Marcus Goldman, el escritor investigador de su novela, pero concede que, en todo caso, «sería como el negativo de una fotografía».

Lamenta que el mundillo literario «siga ocupado en discusiones sobre lo que es un buen o un mal libro». «¡Qué más da si uno ha leído un libro para entretenerse en la playa o si estás leyendo a un Nobel! Lo importante es si el libro gusta y que se hable de ello. Si el mundo de la literatura se da cuenta, el libro superará los logros de la tele y las series», apunta.

'El caso Alaska Sanders' es una intriga con varias líneas temporales que se remonta a los meses posteriores al final de 'La verdad sobre el caso Harry Quebert'. La clave para la reapertura de una investigación olvidada es el enigmático mensaje hallado en el bolsillo del pantalón de la joven Sanders -«sé lo que has hecho»-, cuyo cadáver apareció el 3 de abril de 1999 al borde del lago de Mount Pleasant, una coqueta localidad de New Hampshire.

Sin promesas

Once años después de encarcelar a los presuntos asesinos de la muchacha, Goldman inicia la investigación que le volverá a reunir con el sargento Perry Gahalowood. A medida que descubren detalles sobre la chica asesinada resurgirán los fantasmas del pasado, y entre ellos el de Harry Quebert.

Dicker asegura que proyectó los tres títulos antes del éxito del primero y no da por cerrada «definitivamente» la saga. «No prometo nada. No tengo ni idea, porque las promesas que no cumples te impiden crear», dice risueño.

Con otro cuadro de Hopper en la portada, ofrece de nuevo casi 600 páginas escritas por alguien que desconoce el miedo a la página en blanco, aunque admite «otro tipo de temores». «La sequía no es un problema. Si no tengo nada que escribir, no me quedo ante el ordenador esperando», dice. Sí le inquietan «la elección de temas o la construcción de la novela». «Cuantos más años tengo, más páginas recorto», reconoce admitiendo la máxima «menos es más» de Mies Van der Rohe.

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