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Chusé Raúl Usón traduce ‘El infinito en un junco’ de Irene Vallejo al aragonés


El libro de éxito universal de la escritora  se ha presentado en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza

Irene Vallejo se familiarizó desde niña con las palabras aragonesas.
Irene Vallejo se familiarizó desde niña con las palabras aragonesas.
Oliver Duch.

Chusé Raúl Usón ha sido más rápido que el viento. El pasado noviembre, tras la Feria del Libro de Jaca, la escritora Irene Vallejo y Alfonso Castán, uno de los editores de Contraseña, le propusieron la traducción de ‘El infinito en un junco’ al aragonés. El escritor y editor de Xordica en apenas siete meses lo ha hecho, estimulado por diversas razones, una de ellas, “la sensibilidad y el compromiso de Irene Vallejo con esta lengua minoritaria y minorizada», explica Chusé Raúl Usón, que decía pocas horas antes de la presentación del libro en el Aula Magna del Paraninfo: “En este libro he puesto todo lo que sé del aragonés, después de casi 38 años estudiándolo, investigándolo, amándolo. Hacer esta traducción es devolver a los cientos de personas, la mayoría de ellos ya no están, todo lo que ellas me han enseñado durante todo este tiempo. Y es devolverles la dignidad, porque a muchas de ellas les dijeron que hablaban mal, basto, que con ella no se iba a ningún lado”.

El trabajo de Chusé Raúl Usón admite diversas lecturas. “Al aragonés esta traducción creo que le aporta un buen modelo de lengua, culto, de referencia -matiza-. Y espero que sea seguido por otros traductores y escritores para seguir mejorando esta lengua”.

Irene Vallejo, entusiasmada con el proyecto, ha recordado: «Mi cariño por las palabras aragonesas se remonta a la infancia. Mi madre, oscense, y mi padre, soriano, utilizaban distintas palabras para referirse a las mismas cosas: alberge y albaricoque, escobar y barrer, trucar y llamar a la puerta con los nudillos, laminero y goloso, chipiarse y empaparse, de propio y a propósito, zaborrero y chapucero, raboso y ajustado, chandrío y desastre, me hace duelo y me da lástima. Desde pequeña presenciaba sus debates, pero el ‘Diccionario’ de la Academia siempre le daba la razón a mi padre castellano. Crecí sintiendo ternura por las palabras maternas que parecían condenadas a perder la partida, y ahora se las enseño a mi hijo con humorístico orgullo», decía.

¿Qué modalidad de lengua aragonesa ha usado el escritor? Chusé Raúl Usón indica: “Me he basado en el aragonés de Sobrarbe, que es el que mejor conozco, el que domino, pero he querido que sea integrador y he buscado siempre las formas más comunes, huyendo de localismos y vulgarismos. También me ha ayudado el conocimiento de la scripta medieval”. Apunta otro matiz: “Lo más difícil ha sido encontrar el equilibrio en el modelo de lengua, buscando una lengua que no defraude a todas las personas que me han transmitido su sabiduría y conocimiento, aunque también me he enfrentado a algunos problemas ello lingüísticos que he tenido que solucionar de una manera más arriesgada. Espero no haberme equivocado”.

José Luis Melero parece creer que no. Por el alcance de su propuesta y por la calidad incuestionable del original. “Ningún libro escrito por alguien nacido en Aragón (tal vez desde Baltasar Gracián) ha tenido la repercusión y la importancia de éste que se presenta hoy traducido al aragonés. ‘Lo infinito en un chunco’ va a ser un hito en la historia de nuestra vieja lengua aragonesa, un esfuerzo incontestable por convertirla en lengua vehicular de alta cultura, y un enorme motivo de alegría para todos aquellos que compran y leen literatura en aragonés, que verán en esta traducción un repertorio de soluciones lingüísticas a cuestiones expresivas comprometidas. No son estos lectores demasiados, es cierto, pero gracias a esta traducción podrán serlo bastantes más”, dice Melero.

Para el bibliófilo y escritor, asiduo colaborador de HERALDO, hay una cosa muy clara: “Si Irene Vallejo no se avergüenza de nuestra lengua, cómo vamos a hacerlo nosotros, se dirán a partir de ahora los hablantes patrimoniales de nuestros valles pirenaicos”.

Irene Vallejo ha obtenido con ‘El infinito en un junco’ (ese ensayo elogiada y deslumbrante sobre la invención de los libros en el mundo antiguo, que obtuvo el Premio Nacional de Ensayo) “un éxito clamoroso, apabullante, ciclópeo. Es este un libro apasionante un ensayo de aventuras, lo llamó Landero con feliz hallazgo, escrito con una prosa magnífica marca de la casa, extraordinariamente documentado y lleno de información”, dirigido a ese público que acaba de descubrir que las humanidades importan. 

Se ha convertido en uno de los grandes libros de los últimos años, que lleva un montón de ediciones (más de 40), que ha sido traducido a más de 30 idiomas, ha vendido más de 600.000 ejemplares, y ha hecho de Irene Vallejo “todo un fenómeno mediático para alegría de sus muchos amigos y conciudadanos que la adoramos -señala Melero-. Porque Irene Vallejo no despierta entre todos sino cariño y admiración”.

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